Hugo Chávez llegó a los comicios de julio de 2000 con una
nueva Constitución debajo del brazo, hecha según muchos a su imagen y semejanza,
y como producto de una constituyente totalmente volcada a sus intereses.
Según la nueva carta fundamental –señalaba el programa de
gobierno- "una vez concluidas las megaelecciones, se deja atrás el proceso de
transición institucional, en el que era necesario definir al adversario, las
élites corruptas e ineficientes del puntofijismo, aislarlas, segregarlas y
desplazarlas. Lo que se logró pacíficamente, con métodos democráticos y con un
mínimo de tensiones sociales y de perturbaciones en la vida institucional".
Como parte de la "transformación del marco institucional
habrá que hacer énfasis en la simplificación de procedimientos administrativos y
prestar atención a la transformación de aquellos procedimientos que han sido
fuente de corruptelas y que tienen que ver con los trámites que más directamente
relacionan al ciudadano con el Estado":
Sistema de registro de
vehículos automotores.
Concesión de placas de
automóviles.
Licencias de conducir.
Sistema de identificación
ciudadana.
Expedición de cédulas y
pasaportes.
Registro de ingreso de
extranjeros.
Sistema de aduanas.
Las tres instituciones que se encargan de llevar adelante
todos los procesos listados anteriormente son la Diex, el Setra y el Seniat,
todos los cuales hicieron crisis por situaciones de corrupción bajo la actual
administración en varias oportunidades.
Por ello, " se requiere desarrollar un marco institucional
como el que hemos descrito, en el cual el Estado pueda estar en permanente
intercambio con la sociedad, de forma de introducir ágil y oportunamente los
correctivos a que haya lugar, en un proceso permanente de adaptación y
aprendizaje, para poder ser competitivos frente a su propia sociedad y a las
sociedades internacionales".