|
|
Compromiso para
una Venezuela digna |
El comandante golpista Francisco Arias Cárdenas planteaba "la
obligación de reorientar el cambio que Venezuela reclamó, y a hacer que se
encamine hacia una verdadera revolución de hechos concretos, pacífica,
profundamente democrática, que no pretenda soportarse en el enfrentamiento y la
intolerancia social y que signifique una transformación productiva, expresada en
empleos, seguridad y vida digna para todos".
Cuestionaba que si bien se sentía responsable directo "por el
resultado del proceso que desatamos en el país en el 92 y que esperó 6 años para
concretarse en una alternativa política exitosa, al ser objeto de la confianza
de la mayoría de los venezolanos... ahora en el año 2000, después de estos meses
de gestión del presidente Chávez, nos empobrecemos a una velocidad vertiginosa,
a pesar de que el gobierno ha recibido una gigantesca cantidad de dinero por el
aumento de los precios del petróleo" (Plan de Gobierno de Francisco Arias
Cárdenas). Las razones fundamentales de la crítica eran:
El Presidente y su gobierno han
demostrado una absoluta incapacidad para resolver los problemas sociales y
económicos de Venezuela.
Darle más tiempo es prolongar la
agonía nacional actual y profundizar una crisis de inmensas e impredecibles
consecuencias para nuestro futuro.
La economía venezolana no enfrenta
una simple recesión. Se adentra cada vez más en el oscuro túnel de una
depresión, caracterizada por la parálisis general del aparato productivo y
masivo de empleo.
Los puntos centrales del "compromiso para la lucha" de Arias
Cárdenas se pueden resumir así:
Una transformación social, en
donde todos trabajemos arduamente para superar la pobreza y la
inseguridad.
Una transformación económica, en
donde nos planteemos responsable y éticamente, la producción, la
distribución de la riqueza, en lugar de la distribución de promesas, y la
creación de un clima de confianza en las potencialidades económicas de
nuestra sociedad, para nacionales y extranjeros.
Una transformación política,
descentralizando realmente el Estado venezolano y garantizando el
desarrollo de todos y cada uno de los estados y municipios que conforman
nuestra patria.
Una transformación de la imagen
de Venezuela, al hacer de nuestro país un espacio seguro y sólido para la
inversión, sin conflictos y atractivo para los ciudadanos visitantes de
otros países.
Una transformación modernizadora
del Estado y la sociedad venezolana, para que tengamos el gobierno
eficiente que necesita una sociedad productiva.
Entre el decálogo de acciones para darle soporte a los
enunciados anteriores se encontraban varias acciones anticorrupción, dignas de
mención:
Sustanciar de forma inmediata
las denuncias de corrupción administrativa, respetando el estado de
derecho.
Un sistema jurídico estable que
proporcione confianza en el país, basado en un verdadero estado de
derecho.
Realizar un plan nacional de
desregulación y simplificación de trámites y normativas.
Simplificar los procedimientos
de registro y control gubernamental.
Fortalecer el Estado y a toda
la administración pública nacional, regional y municipal, a fin de
garantizarle a la sociedad una mayor eficacia y transparencia en los
organismos y políticas públicas.
Garantizar la transparencia,
colocando énfasis en aquellas instancias en donde el ciudadano se
encuentra con más frecuencia con el Estado.
|