Visión de Santa Catalina de Siena sobre la impureza



Diálogo con Dios Padre

"(...) esos infelices no solamente no refrenan tal tendencia, sino que hacen algo mucho peor y caen en el vicio contra la naturaleza. Son ciegos y estúpidos, cuya inteligencia obnubilada no percibe la bajeza en la que viven.

Me desagrada este último pecado, pues soy la Pureza Eterna. Me es tan abominable que solamente por su causa hice desaparecer cinco ciudades. (cf. G�nesis 19, 24). Mi Justicia no consigue soportarlo más.

Ese pecado, sin embargo, no Me desagrada solamente a Mí. Es insoportable a los propios demonios, que son tenidos por patrones por aquellos infelices ministros.

Los demonios no toleran ese pecado. No porque desean la virtud, por su origen angélico, recusan ver tan hediondo vicio.

Ellos tiran las flechas envenenadas de concupiscencia, pero se dan la vuelta en el momento en el que el pecado es cometido".


(Santa Catalina de Siena. El Diálogo)






BODAS HOMOSEXUALES Y APOCALIPSIS


Porque da vergüenza aún mencionar lo que ellos hacen en secreto.

(Efesios 5, 12)


EL "MATRIMONIO" HOMOSEXUAL

Hace algunos días se ha aprobado el "matrimonio" homosexual en los Estados Unidos. Con esto, son una media docena en todo el mundo los países que reconocen este tipo de uniones contra-naturam, y es inminente que otros Estados sigan los mismos pasos.

El Catecismo de la Iglesia Católica trata esta cuestión como una inclinación desordenada:

Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente radicadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. (CIC 2358)

Está fuera de cualquier consideración tomarse en serio este tipo de uniones. El "matrimonio" homosexual es una aberración contraria a la antropología humana.

Actualmente existe una tendencia muy extendida a asumir este hecho como algo normal, pero las palabras de la Biblia no dejan lugar a dudas:

"�No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios." (1 Corintios 6, 9-11)




LA HOMOSEXUALIDAD EN LA HISTORIA

A lo largo de la historia de la humanidad, la homosexualidad conoció diferentes fases. En la época clásica existía una gran permisividad sobre este tema entre las clases ociosas que habitaban en las polis griegas y romanas.

Debemos tener en cuenta que en el mundo antiguo el 75% de la población permanecía esclavizada por el restante 25%. Este cuarto de población privilegiada podía permitirse en gran medida prescindir del trabajo. La ociosidad y el aburrimiento nunca fueron buenos consejeros morales... Como dice el refrán, la ociosidad es la madre de todos los vicios.

Con la llegada del Cristianismo, la situación cambió radicalmente. Por primera vez en la historia del mundo occidental, empezó a tomarse en consideración la dignidad humana como un valor a salvaguardar, aúnque sólo fuese para ganarse el Cielo. De esta forma, la práctica homosexual quedó terminantemente prohibida e incluso castigada con el patíbulo.

Esta situación se mantuvo sin grandes cambios durante mil quinientos años, hasta la llegada de la revolución industrial. Con ésta, el cristianismo dejó paulatinamente de ser la norma moral de la sociedad, para retornar a una especie de libertinaje moral parecido al del mundo antiguo. De hecho, la degeneración moral actual supera ampliamente a la de Grecia y Roma.

Estos pueblos antiguos admitían la homosexualidad como algo privado, pero nunca llegaron al extremo actual de legislar sobre las "bodas" gays. Y el hecho de plantearse la adopción de niños por los homosexuales resultaría aún en aquellos depravados tiempos una auténtica locura.

Sin embargo, todas aquellas locuras de la antigüedad son ahora punzantes realidades que sus defensores no dudan en calificar de "grandes progresos".

La Biblia nos advierte contra este tipo de barbaridades:

"Hay camino que al hombre parece derecho; empero su fin son caminos de muerte" (Proverbios 14, 12).

No deben extrañarnos, pues, estos disparates de la modernidad. Siempre es más fácil buscar la justificación a las aberraciones que aceptar la realidad objetiva de las cosas.

Los grupos de presión homosexuales son los grandes impulsores de toda esta política. En lugar de regenerarse y avanzar hacia la virtud, resulta más fácil cambiar las leyes morales que rigen la naturaleza del hombre. La obediencia a las leyes de Dios es costosa y requiere compromiso, y muchos prefrieren justificarse en sus vicios antes que aceptar el costo y comprometerse con la Verdad:

"Hubo también en el pueblo falsos profetas, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción. Muchos seguirán su libertinaje y, por causa de ellos, el Camino de la verdad será difamado." (2 San Pedro 2)





LA TENDENCIA HOMOSEXUAL Y LA LIBERTAD

Para empezar, un homosexual puede sentir atracción y deseo sexual por los hombres, pero está en él elegir si lo hará o no, si decide obedecer a sus deseos (concupiscencias) o bien obedecer a Dios andando en el Espíritu.

"Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de la carne." (Gálatas 5, 16)

Algunos homosexuales podrían rebatir esto diciendo que ellos aman a Jesús, aún siendo homosexuales. Sin embargo no debemos olvidar que el verdadero amor de Cristo implica obediencia a la Palabra de Dios, la cual es explícitamente contraria a la práctica homosexual.

Porque el problema no es el hecho de que existan los homosexuales. Los homosexuales existen, y esto debe aceptarse como algo normal, de la misma forma que existen otros grupos que también presentan conductas desviadas. Pero de esto se trata, de una desviación que debe corregirse, en ningún caso fomentarse.

Por poner algún ejemplo, existe el grupo de los cleptómanos, un tipo de gente que parece tener una tendencia congénita a robar. La cleptomanía es una tendencia desviada, quizás incluso con una base genética, pero esto no justifica los robos que cometen estas personas.

Existe gente que experimenta un gran placer viendo como arden los bosques, las cosechas e incluso las viviendas. Esta gente, los pirómanos, tiene una tendencia desviada objetiva, pero incendiar las viviendas propias o ajenas no tiene ningún tipo de justificación.

Existe incluso un cierto tipo de personas con una tendencia muy marcada hacia el canibalismo. Hace unos años, en Venezuela, se descubrió un caso muy espectacular: un hombre que asesinó a decenas de personas para luego comerse ciertas partes de sus cuerpos que él encontraba "deliciosas". No es preciso explicar que esta práctica, por muy natural que sea tal tendencia en este tipo de personas, es absolutamente inaceptable.

En el caso de los homosexuales, se reproduce el mismo esquema: existe una tendencia claramente aberrante y objetivamente contranatural. Sin embargo, en estos tiempos de depravación sin límites, se considera que debe aceptarse, e incluso fomentarse y formalizarse con estos extravagantes "matrimonios" homosexuales; inclusive con el "derecho" de adopción de niños.

Sí, que nadie se asombre, ���incluso la adopción de niños!!! Bonito ejemplo van a dar a estos pobres inocentes...

No debemos engañarnos. La Biblia es diáfana en relación a este tipo de leyes injustas e inmorales aprobadas por los hombres. La ley de Dios siempre prevalece sobre la ley humana cuando éstas se contradicen. La ley de Dios es justa, y fue dictada para enderezar el camino de los que andan desnortados:

"Y conocemos esto: que la ley no ha sido puesta para el justo, sino para los rebeldes e insubordinados, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los homosexuales, para los secuestradores, para los mentirosos, para los perjuros, y para cuanto haya contrario a la sana doctrina (1 Timoteo 1, 9-10).

Quiero clarificar que no se trata de marginar a las personas homosexuales, de ninguna manera.

Tal como dice el Catecismo:

Las personas homosexuales -que deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza, evitando todo signo de discriminación injusta- están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental. (CIC. 2358, 2359)

No hay, por tanto, lugar para discriminaciones. Por el contrario, debe ayudárseles a mantener la castidad y a superar su condición desviada para CURARSE.






QUERER ES PODER

Ahora es el momento de aportar soluciones. Aunque muchos gays y lesbianas piensen que es imposible, si en verdad quieren dejar de ser homosexuales, Dios tiene la solución.

"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

�Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?

�O si le pide un pescado, le dará una serpiente?

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, �cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?" (Mt.7, 7-11).


Dios es la solución. Sólo es cuestión de que los homosexuales se decidan a pedir a Dios que remedie su situación.

�Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! (Filipenses 4, 13)

Dios da fuerza al cansado y multiplica las fuerzas del que no tiene ninguna. El asunto no es poder, es querer.

"Fíate de Yahveh de todo tu corazón, Y no estribes en tu prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu opinión: Teme a Yahveh, y apártate del mal" (Proverbios 3, 5-6)

Muchos homosexuales piensan que la curación es imposible en estos casos, pero no tiene por que ser diferente de otro tipo de desviaciones. Los cleptómanos pueden curarse, y nadie se extraña de ello. Con los homosexuales no tiene por que ser distinto, sin embargo, este concepto, el de la "curación" parece ser un término políticamente incorrecto cuando se aplica a los homosexuales.

Sin embargo, el problema principal, parece ser que una gran parte de este grupo de personas NO QUIERE curarse. Esto no debe extrañarnos, pues ocurre también con otros grupos de desviados. Existen ladrones muy ricos que no tienen necesidad alguna de robar, pero ya tienen el vicio insertado en el cerebro, se complacen en él, y se niegan a dejar de robar.

En el caso homosexual todo indica que se trata del mismo proceso. Una primera tendencia desviada que no fue tratada a tiempo, acaba convirtiéndose en un vicio tan profundamente enraizado en la mente de esta gente que, al cabo del tiempo, ya no quieren dejar.

Y ciertamente no debe ser fácil, si observamos las dificultades que presenta abandonar otro tipo de vicios, como el tabaco, el alcohol o las drogas.

Pero aún estos vicios pueden tratarse... si los interesados lo quieren. El problema -repito- está en que la mayor parte de los homosexuales practicantes NO QUIEREN abandonar su vicio nefando, contra el cual no luchan ni lo refrenan, y en el cual se hunden cada vez más al no contar con el deseo de la virtud.

Y este es la cuestión. Muchos gays optan libremente por el vicio en lugar de la virtud:

"Ellos cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y veneraron y rindieron culto a la Creación antes que al Creador, �quien es bendito para siempre! Amén.

Por esta causa, Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por relaciones contra naturaleza.

De la misma manera, también los hombres, dejando las relaciones naturales con la mujer, se encendieron en sus pasiones desordenadas unos con otros, cometiendo actos vergonzosos, hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución que corresponde a su extravío.

Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, los entregó Dios a una mente reprobada, para hacer lo que no es debido.

Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y perversidad. Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala intención.

Son contenciosos, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de males, desobedientes a sus padres, insensatos, desleales, crueles y sin misericordia.

A pesar de que ellos reconocen el justo juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen en los que las practican." (Romanos 1, 25-32)





LA HOMOSEXUALIDAD Y LA BIBLIA

Analicemos esta cuestión desde la perspectiva bíblica.

Dios hizo al hombre y a la mujer. Él no creó hombre y hombre o mujer y mujer sino que varón y hembra los creó para que se multiplicasen. Es evidente que las parejas homosexuales no pueden engendrar hijos y no pueden perpetuarse como es lo natural en las parejas humanas.

Acerca de la sexualidad Dios nuestro Señor también es muy claro en cuanto a este tema. Las relaciones sexuales sólo están permitidas dentro del matrimonio:

"Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne." (Génesis 2,24)

Por lo tanto, todo sexo fuera del matrimonio es fornicación pecaminosa.

Las relaciones homosexuales además de pecaminosas resultan totalmente contranaturales, hasta el punto de que serían imposibles sin recurrir a métodos artificiales de lubricación que sí existen de forma natural en las relaciones entre hombre y mujer.






EL PODER DE LA FE

Algunos homosexuales pueden argumentar que ellos no eligieron su condición, que todo se debe a factores genéticos, ambientales, educativos u otros, y que, por consiguiente, son incapaces de cambiar hacia la virtud.

Sin embargo, es absolutamente imprescindible abandonar el pecado sean cuales sean las circunstancias de cada uno:

"Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame." (Marcos 8, 34)

Nuestros actos son resultado de una elección, de una decisión propia. Es verdad que tenemos ciertas tendencias, resultado de diversos factores, pero todo se reduce a una elección, a una decisión de hacer o no hacer, y lo que hacemos y no hacemos es lo que determina lo que somos.

Contra los vicios, incluso los más enraizados, existe siempre una solución: Dios.

"Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de Su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis hacer frente a las intrigas del diablo;" (Efesios 6, 10-11).

Conozco casos inauditos que confirman estas palabras. Gracias a la oración y la fe, gente que parecía absolutamente condenada al fracaso a causa de sus vicios quedó tan regenerada que ni ellos mismos se lo podían creer. Y estos no son casos aislados, por el contrario, son muy frecuentes: alcohólicos que se rehabilitan; adúlteros que se vuelven esposos fieles, y obsesos sexuales que renacen en la castidad.

Los homosexuales pueden vencer este pecado con la ayuda de Dios: por medio de la oración. Con perseverancia, y resistiendo las tentaciones que puedan surgir, es posible renacer a una vida virtuosa.

Tú -lector homosexual- también puedes ser lavado, santificado y justificado en Cristo, pero la cuestión es: �Quieres tú serlo? Espero en Dios que así sea.

Algunos homosexuales pueden argumentar que su mente se siente afectivamente atraída hacia personas de su mismo sexo, que esto no es posible remediarlo, y de lo cual ellos no son responsables.

Sin embargo, este no es el problema. El problema real consiste en que esta atracción no se queda en lo afectivo, sino que va al plano sexual y entonces, es la carne la que invita y es ahí donde el homosexual puede decidir: o le da gusto a su "instinto", a su "afectividad", a su "naturaleza", a su "pasión" (como lo quieran llamar, la Biblia le llama carnalidad o pecado), o deciden obedecer y agradar a Dios, ese es el asunto.

Y de este asunto es del que tendrán que rendir cuentas ante nuestro Padre por lo que están haciendo.

Si finalmente se pierden no es por otra causa que su propio pecado.

Sin embargo, lo más fácil es justificarnos, esa siempre ha sido la salida más fácil, pero la Bendita Palabra de Dios nos muestra, sin lugar a dudas que somos esclavos del pecado cuando, de buena gana o sin darnos cuenta, nos colocamos bajo el control de alguien o de algo que no es el poder del Espíritu Santo de Dios (p. ej.: drogas, alcohol, sexo, otra persona, nuestro grupo de amigos, una relación falsa, un hábito egocéntrico tal como el chisme o la pereza, o un deseo egoísta por el poder, la comida, la riqueza o el placer).

Sin embargo, Dios ha quebrantado el poder del pecado a través del Señor Jesucristo.

Podemos, tú puedes, vencer los hábitos pecaminosos dependiendo de la fuerza del Señor y siendo obediente a Su Palabra.

Pero antes, se debe nacer de nuevo, se debe convertir uno a Cristo, debes reconocer tu pecado y arrepentirte de él. No hay otra manera, este es el camino de Dios.

Existen algunos homosexuales que tratan de defender la práctica homosexual incluso desde el punto de vista bíblico. Para ello no dudan en tergiversar abiertamente las Escrituras. Entre otros argumentos, sostienen lo siguiente: "Dios nos creó a todos tal como somos, y nos ama a todos por igual, por lo tanto no hay lugar para las discriminaciones".

Es verdad que Dios nos creó a cada uno de nosotros. Es verdad que hay discriminación y maltratos hacia los homosexuales, incluso de parte de quienes se llaman a si mismos "cristianos", lo cual es una incoherencia ya que un cristiano verdadero ama a su prójimo sin importar lo que hace. Un cristiano rechaza el pecado, empezando por el suyo, pero no rechaza a las personas. También es cierto que Dios nos ama a todos por igual, pero es igual de cierto que aborrece el pecado. Y, como decíamos más arriba, lo que somos es resultado de nuestras decisiones, de nuestras elecciones, por consiguiente, alguien es homosexual porque así lo ha decidido, es lo que ha elegido que quiere ser.

En resumen, el hecho de tener una tendencia homosexual no implica practicar la homosexualidad. De la misma forma que tener tendencia al canibalismo, no implica ser un caníbal... si uno no lo quiere así.

Dios es Quien nos creó, es importante que tomemos en consideración lo que Él tenía en mente para nosostros.

La Biblia califica la práctica homosexual como "abominación", y la Iglesia no la admite en ningún caso.

Los homosexuales pueden tomar estas cuestiones en consideración o no. Es una elección más que deben hacer. El hombre es finalmente el resultado de sus elecciones. Y estas elecciones deben meditarse con extremo cuidado, porque las consecuencias de rechazar la ley de Dios son extremadamente graves, tanto en este mundo como en el venidero.





TENDENCIA Y PRÁCTICA HOMOSEXUAL

La homosexualidad consiste en una atracción hacia personas del mismo sexo, es decir, en una tendencia.

Esta tendencia no es el problema. Existen tendencias aún más extravagantes, como la atracción por los cadáveres, hacia los animales, y hacia objetos diversos. El problema no es la tendencia homosexual, sino la PRÁCTICA. Entre tener una tendencia desviada a permitir que esta tome cuerpo en la realidad, hay un abismo.

Hoy en día, está muy generalizada la idea de que cada cual puede hacer con su cuerpo lo que le parezca, y, efectivamente, esa posiblidad existe. Dios nos ha hecho libres incluso para pecar. La Biblia califica estos actos como una "abominación". Por lo tanto, la práctica homosexual es inaceptable en cualquier caso y bajo cualquier circunstancia que pueda presentarse.

La práctica homosexual atenta directamente contra la dignidad humana, contra las leyes naturales, y contra la Ley divina -reflejada en la ley natural.

"No te echarás con varón como con mujer; es abominación. Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión. En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros" (Levítico 18, 22-24)

A pesar de estas palabras tan diáfanas, muchos se escudan en la típica coletilla de que "con eso no hacen daño a nadie", pero esto no es cierto. La práctica homosexual es objetivamente dañina. Hace daño a la dignidad de los que la practican, causa un perjuicio incalculable en el entorno social en el que se desarrolla, y promueve una enorme difusión de enfermedades de transmisión sexual. Es el momento de recordar que la actual pandemia de sida que padece el mundo fue en gran medida extendida a través de las prácticas homosexuales y bisexuales.

Durante el comienzo de los años 1980, el SIDA era conocido como SIDH, Síndrome de inmunodeficiencia homosexual; (originalmente GRID: "Gay Related Immunodeficiency Disease" Enfermedad de Inmunodeficiencia relacionada con los homosexuales). Popularmente se le llamaba el "gripe de los homosexuales". Los médicos de la ciudad de San Francisco lo veían como la versión homosexual de la enfermedad de los Legionarios; esto es, una enfermedad que aflige a una población específica en condiciones excepcionales. Cualquiera que sugiriera que este virus era peligroso o contagioso -o que cuestionara acerca de la seguridad de los suministros de sangre- era ridiculizado como paranoico u homofóbico. David Horowitz, antiguo radical de la década de los sesenta, describe así el la influencia de los homosexuales en control de la enfermedad:


"Los métodos agresivos de salud pública hubieran prevenido la expansión de la epidemia a otros grupos. Pero todo esfuerzo que se hacía para tomar las medidas de precaución necesarias era tergiversado por el inexorable poder político que el movimiento de liberación homosexual había logrado crear. Bajo una tremenda presión de los activistas homosexuales, el director de salud pública de la Ciudad de San Francisco rehusó cerrar las "saunas", manteniendo que estos eran valiosos centros educacionales sobre el SIDA, aún cuándo el único propósito de estos era facilitar las promiscuas relaciones homosexuales.


Por lo tanto, cuando los funcionarios trataron de instituir procedimientos de cribado para los bancos de sangre de la nación, se le pidió a la comunidad homosexual que no hicieran donaciones de sangre mientras continuara la epidemia, pero los líderes políticos homosexuales se opusieron a estos procedimientos porque infringían el "derecho" de los homosexuales a donar sangre. El resultado de estas actitudes revolucionarias fue la difusión del SIDA entre los hemofílicos y algunos heterosexuales. Campañas similares se hicieron contra la realización de pruebas con la finalidad de conocer de dónde procedía el contagio -procedimiento estándar en campañas contra otras enfermedades de transmisión sexual- con lo que se consiguió esparcir el SIDA a las comunidades negras e hispanas, que ahora cuentan con más del 50% de casos conocidos." (David Horowitz, "Queer Fellows", The American Spectator, enero de 1993.)

Más siniestro aún fueron las amenazas de `terrorismo de sangre' hechas por la comunidad homosexual de la ciudad de San Francisco. El activista militante Robert Schwab escribió: "Si el dinero para investigaciones no llega hasta cierto nivel en determinada fecha, todos los hombres homosexuales donarán sangre." Cualquier acción que se requiera tomar para obtener la atención nacional, es válida. (Citado en el libro de Kirk Kidwell "Homosexuals Flex Muscle in Washington." American Family Association Journal, enero de 1988. pp. 6-8.)


El sida es, junto con todas las otras enfermedades de transmisi�n sexual, una advertencia clara sobre las consecuencias de la fornicaci�n, sea homosexual o heterosexual. Decenas de millones de muertos y cientos de millones de infectados con toda clase de enfermedades ser�an una buena raz�n para plantearse el abandono de este pecado. Sin embargo, ni estas ni otras advertencias a�n m�s contundentes pueden contrarrestar el poder del vicio. El vicioso que no desea abandonar su vicio no atiende a razones, por muy elocuentes que sean:


Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro se volvió á su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. (2 Pedro 2, 22)


Y lo más sorprendente es que estas prácticas inadmisibles, se consideran actualmente como un signo de "progreso".

La Biblia nos dice claramente que estas prácticas resultan intolerables. Sólo por este tipo de prácticas contra-natura, fueron arrasadas por el fuego venido del cielo cinco ciudades, entre ellas, Sodoma y Gomorra.

Alguien podría argumentar que en aquella lejana época no se sabía lo que hoy se sabe sobre genética, psicología conductiva, psiquiatría y sociología. Sin embargo, en aquella época ya se tenían conocimientos claros sobre sexualidad y sobre las orientaciones sexuales; tan es así, que en la Biblia se dejan de manifiesto está prácticas.

La Biblia se escribió por inspiración divina, es obra de Dios. �Tendrá Dios conocimientos sobre sexualidad? Él es nuestro Creador, Él creó nuestra sexualidad y lo hizo con un propósito.

Otros pueden argumentar que sólo los homosexuales tienen todos los conocimientos al 100% sobre éste tema.

Pero se olvidan de Dios. Él también sabe sobre este tema, y, de hecho, lo sabe mejor que nadie. Ese es problema principal, que nos olvidamos de Dios, y que Él nos conoce a nosotros mismos y a nuestras circunstancias mejor que nadie, y este olvido, nos lleva a centranos en nosotros, creyendo que todo lo sabemos, que nadie puede enseñarnos cómo son las cosas, que nadie puede enseñarnos cómo vivir nuestra vida, pero, justamente eso es lo que Dios quiere hacer, enseñarnos como debemos vivir.

�Quién mejor para ello?

Por supuesto, se puede poner en duda lo que dice la Biblia, eso ya es una cuestión de fe, y una decisión libre que cada cual debe tomar libremente, asumiendo las consecuencias de tal decisión.

Todo se reduce a una decisión: seguir la Verdad, o seguir los propios instintos, una decisión libre de la cual cada uno rendirá cuentas a nuestro Dios y Padre.

La homosexualidad es un pecado grave, y como tal, tiene consecuencias directas en la vida de aquellos que lo practican. El pecado es lo que nos esclaviza.

"Jesús les respondió: -De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado." (San Juan 8, 34)

Dios ama también a los homosexuales y está anhelando tener una relación personal con ellos, pero antes tendrán que tomar su solución al pecado ya que Él es Santo y no puede tener comunión con el pecado. Por amor Él se entregó a Sí mismo como pago de nuestros pecados y nos ofrece libertad sobre ellos.

�Quieres tú -lector homosexual- esa libertad o quieres seguir esclavizado a tus deseos sexuales?

La decisión es tuya.





HOMOSEXUALIDAD Y APOCALIPSIS

Me temo que este tipo de prácticas aberrantes van a ir a más. Es una tendencia general de las sociedades actuales. Sin embargo, es necesario recordar que la Ley de Dios es eterna e inmutable. El hombre no puede cambiar lo dispuesto por Dios, y cuando lo intenta, no tardan en sobrevenir los correspondientes correctivos.

"en los últimos días se presentarán tiempos difíciles. Porque habrá hombres amantes de sí mismos y del dinero. Serán vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos y amantes de los placeres más que de Dios. (...) Son hombres de mente corrompida, réprobos en cuanto a la fe. Pero no irán muy lejos, porque su insensatez será evidente a todos," (2 Timoteo 3, 1-9 ).


El ejemplo de las calcinadas ciudades de Sodoma y Gomorra resulta especialmente importante en estos tiempos de depravación extrema. Que nadie se enga�e, el hecho de que la corrupción moral esté generalizada, no implica que sea admisible. Dios conoce exactamente a cada uno de los hombres y mujeres de este mundo, y aunque a algunos les pueda parecer antidemocrático, Su Justicia no varía por el hecho de que la mayor parte de la humanidad esté corrompida por la depravación: "Dijo, pues, Yahveh: �El clamor de Sodoma y de Gomorra es grande; y su pecado gravísimo." (Génesis 18, 20).

La Biblia nos dice que en las ciudades de Sodoma y Gomorra no había ni siquiera diez personas justas. Los vicios vergonzantes estaban generalizados hasta el punto de que los habitantes de estas ciudades pretendieron incluso abusar de los envidados divinos. Y ante semejante panorama, el castigo se volvió inevitable: "Entonces Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahveh. Y arrasó aquellas ciudades, y toda la redonda con todos los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo. (Génesis 19, 24-25).

Por si alguien aún tiene dudas sobre las calamitosas consecuencias del pecado, San Pedro vuelve a insistir en este punto explícitamente: "si condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas como ejemplo para los que en el futuro vivirían impíamente; (2 San Pedro 2, 6).

Estas últimas palabras resultan especialmente reveladoras en estos tiempos en los que la perversión está tan generalizada que muchos ya son incapaces de discernir el bien del mal. Sin embargo el propio apóstol San Pedro nos indica que Sodoma y Gomorra fueron puestas como "ejemplo para los que en el futuro vivirían impíamente". Más claro no se puede decir.

Actualmente existen varias profecías fiables sobre la posibilidad de que llueva "fuego del cielo", tal como predijo Sor Agnes Katsuko Sasagawa en Akita, Japón, una aparición mariana reconocida por la Iglesia.

Otras apariciones prácticamene idénticas, aunque no reconocidas, son las de Garabandal, Vassula, el padre Gobbi y El Escorial. Todas ellas hablan de un gran cataclismo proveniente del cielo que exterminará a la mayor parte de la humanidad.

Más información sobre el Apocalipsis en esta página.









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