Cerro Moreno (Sta Cruz de Moya)
Monumento
al Guerrillero (Sta Cruz de Moya)
Parte informativo
del SIGC sobre el seguimiento a los 6 integrantes de la marcha
|
Como ratificación, hay
que reflejar que, después de su aparición en el término
del pueblo de Millares, han vuelto a ser avistados en las montañas
del Rincón de Ademuz y luego en las de Teruel, siguiendo
con muy buen acuerdo, la mejor ruta, el camino más seguro,
para su acercamiento a la raya fronteriza, pues han utilizado las
zonas boscosas de Barcolón y de Santa Cruz de Moya,
pasando después a la sierra de Javalambre, para proseguir,
sin duda, por las montañas de Nosqueracil (Teruel) y
bajo Aragón de la misma provincia y pasar a tierra de Lérida
o Huesca. |
|
(ANTERIOR)
Al amanecer, los guerrilleros estaban lo suficientemente
lejos para evitar ser capturados. Se adentraron en la provincia de Albacete
a través de los términos de Corral,
Rubio y Bonete,
llegando a divisar en la lejanía el temido Penal de Chinchilla.
La Marcha
Las marchas eran cortas y durísimas, debido a su desconocimiento
de aquel terreno, además de que había luna nueva, que alumbraba
poco ya que era verano con noches, por tanto, muy cortas; así que
decidieron que más valía la seguridad que la precipitación
propia de las prisas, y avanzar con mas lentitud y precaución.
Continuaron por Higueruela, Carcelén,
Villa de Ves, Casa
de Ves y otros pequeños pueblos, tratando siempre de
esquivarlos a todos, hasta que llegaron a la provincia de Valencia y,
por las cercanías de Cofrentes,
atravesaron el río Júcar
sin dificultades, por su escaso caudal en verano.
También las marchas eran más largas al
ser luna llena y, a veces, caminaron hasta quince kilómetros en
una sola noche. Cuando notaron que las provisiones se les acababan, decidieron
buscarlas, pero no entre los campesinos por el riesgo de que los denunciaran,
sino en las tiendas de comestibles de los pueblos; para ello se pusieron
las ropas oscuras de paisano que llevaban en los macutos, guardando sus
uniformes de guerrilleros, consistentes en una cazadora canadiense,
en cuya manga lucían un brazalete donde se leían las letras
bordadas A.G.G con la bandera tricolor.
(Agrupación Guerrillera de Granada), boina negra, correajes, cinturón
militar, camisa de color caqui, botas de hebillas y pantalón de
pana marrón. Se arriesgaron y lo hicieron por vez primera en Buñol,
acudiendo dos de ellos con sus armas cortas, que escondieron entre sus
ropas. Compraron en cuatro tiendas diferentes para no llamar la atención
por el volumen de sus pedidos y, al no tener ningún percance, otros
dos guerrilleros hicieron lo mismo en las demás tiendas.
Buñol
De Buñol salieron con bastante
pan y comida (sobre todo, rancho frío). Igual operación
repitieron días mas tarde en la misma provincia de Valencia. Lo
que sí evitaban siempre era la entrada en tabernas o bares, pues
temían la aparición de algún borracho inoportuno,
o verse envueltos en cualquier discusión comprometedora. Otras
normas de seguridad que observaban eran: andar casi siempre de noche,
cruzar las carreteras, carriles y caminos rápidamente, pero sin
circular nunca por los mismos, marchar solamente sobre campo través,
saltando de piedra en piedra, o borrar sus rastros con un matorral atado
a la mochila, arrastrandolo, evitando dejar huellas, guardar entre ellos
la distancia mínima de 10 ó 12 metros, ya en fila india
o en orden "de caza", según fuese el terreno, deteniéndose
todos si lo hacía el primero; no fumar durante la marcha y permanecer
siempre en completo silencio. Sólo fumaban en los descansos, sin
encender cerillas, utilizando mecheros de yesca, y camuflando el fuego
del cigarrillo, generalmente bajo una manta o con el hueco de sus manos.
El Pastor
Sin problemas atravesaron los municipios de Requena
y Chiva. Vista la tranquilidad que
parecía respirarse, dos de ellos decidieron vestir de paisano para
dar un paseo y reconocer la zona; encontraron un pastor de ovejas y entablaron
conversación con él, tratando de que no se les notase su
acento andaluz para no levantar sospechas. El pastor mezclaba castellano
y valenciano, lo que pudieron entender debido a que uno de ellos había
pasado su niñez en Mallorca, donde aprendió el mallorquín,
un dialecto parecido al de Valencia.
Le preguntaron al paisano en primer lugar sobre las condiciones de trabajo
en aquella zona, y más tarde le comentaron de pasada la tranquilidad
que se observaba alrededor, cosa de la que ellos ya se habían percatado
al notar que la Guardia Civil hacía sus servicios por parejas,
mientras que en Andalucía iban en grupos más numerosos.
El pastor les contó que hasta hacía dos meses así
había sucedido, pero desde que los guardias civiles acabaron con
cuatro huídos en un tiroteo, las cosas estaban tranquilas.
Desviaron la conversación nuevamente hacia asuntos de trabajo y
se despidieron, con la precaución de hacerlo en dirección
idéntica a la que llevaban y, por tanto, opuesta a la en que en
realidad estaban sus compañeros esperándoles. Aquella noche,
ya de marcha, les caería una fuerte tormenta, camino de Pedralba.
El Turia
Atravesaron el río Turia cerca
de Liria, pero no por el puente, donde
el fuego de unos cigarrillos les delató la presencia de un control
de la Guardia Civil. Como el río iba creciendo y con fuerte corriente,
lo cruzaron con mucha dificultad, bajo el peso de sus mochilas y armamento,
agarrándose unos a otros por las muñecas, pues dos de ellos
no sabían nadar, y estuvieron a punto de ahogarse.
Continuaron la marcha hacia Villar del Arzobispo,
ya en la provincia de Castellón.
Durante aquellas noches no observaron nada anormal, avanzando bastante,
gracias a la iluminación de la luna llena,aunque su deseo era llegar
cuanto antes a terreno montañoso y que se brindara más el
camuflaje.
Al adentrarse en esta provincia notaron un movimiento bastante inusual
de fuerzas de la Guardia Civil, patrullando en grupos numerosos (a veces
de diez o más números) y no por parejas, lo que les hizo
ser más precavidos y llegar a la conclusión de que su ex-compañero
Martín ya se habría presentado a la Guardia
Civil, descubriendo sus planes y la ruta de la huída. Por otro
lado, también pensaban que esa teoría podía tener
un punto flaco y éste era la distancia a la que se encontraban:
era demasiada como para ligar una cosa con otra; además, pensaban
que la geografía de España es demasiado extensa como para
que la concentración se produjera precisamente allí. No
sabían todavia que el mismo Teniente Prieto
de la "Brigadilla" de la Guardia Civil en Granada, empeñado
en capturales, iba tras sus pasos, con la información de Martin
persiguiéndoles, cohesionando la información que le iba
llegando de todos los puestos de la GC.
Descanso en Sta Cruz de Moya
Cabía la posibilidad -sospechaban los integrantes
de la marcha- de que algún guardia jurado o algún paisano
les hubiese visto y denunciado, y que la Guardia Civil ,relacionando el
número de componentes del grupo, supiera que se trataba de ellos
y, de ahí, esa concentración inusual de fuerzas. Por consiguiente,
decidieron imprimirle un ritmo mayor a la marcha, cruzando los términos
de Jérica, Vives
y Toro, y se adentraron en la provincia
de Teruel, con movimientos alternativos de zig-zag por los municipios
de Cantavieja, Tronchón
y Las Cuevas.
Sin embargo, a juzgar por sus informes internos, la Guardia
Civil siempre creyó que el paso de estos hombres se había
producido hacia el interior. En pleno corazón de la sierra, en
Santa Cruz de Moya,
donde el 7 de noviembre de 1949 había caído el Estado Mayor
de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA)
en una sangrienta emboscada, en la que no hubo ni guerrilleros heridos
ni prisioneros.
También se sospechaba que este grupo podría
entrar en contacto con los "guerrilleros del Levante", pero
en aquellas fechas, los últimos contingentes de la AGLA, ya habían
abandonado aquellas tierras y estaban cruzando la frontera francesa en
retirada, como sus camaradas, a pie, desde Cofrentes y las sierras de
Teruel.
El destino ha querido que las diferentes Agrupaciones
de ex-guerrilleros de España, en el año 1989, celebraran
una reunión en Santa Cruz de Moya
y decidieran que se levantara un monumento en memoria de los guerrilleros
españoles muertos por la paz, la libertad y la democracia al lado
de todos los pueblos del mundo.
Cada primer domingo de octubre se celebra en el pintoresco
pueblo de Santa Cruz de Moya, todos los años, el Día del
Guerrillero y, frente al monumento, se rinde homenaje a los guerrilleros
antifascistas, acompañado de una serie de Jornadas Culturales Monográficas
sobre el tema, a las que acuden tradicionalmente investigadores, ex-guerrilleros
supervivientes, historiadores, periodistas, novelistas, cineastas y aficionados
de todo el mundo, interviniendo en interesantes conferencias, presentaciones,
debates y mesas redondas sobre la Guerrilla.
(SIGUE)
|