IV. - EL EJERCITO
REPUBLICANO Y SUS CONTRADICCIONES
-Conocemos los efectos de la política
de Frente Popular, porque son los mismos que en Francia, pero el gobierno
republicano disponía a pesar de todo de un ejército, que
había resistido victoriosamente en Madrid, emprendía a veces
operaciones con éxito, como en Belchite, Teruel, en el Ebro, etc.,
con un mando único. ¿La vuelta a las concepciones burguesas
ha significado un reforzamiento del valor (disciplina, coordinación,
moral) del ejército republicano?
-¡Ah, sí!, responde nuestro camarada.
"Mando único", ésta era la consigna, por otra parte justa,
de los estalinistas y de todos los republicanos, socialistas incluidos.
Se hacía resaltar incluso el servicio enorme que había rendido
en la "Gran Guerra" a los aliados. Pero se olvidaba que en España
se trataba de una guerra civil.
El mando único era necesario (e
incluso urgente al principio); pero se necesitaba un estado mayor proletario
y revolucionario, consagrado a la clase obrera y bajo su control.
En cambio, el Estado Mayor estaba compuesto por
altos oficiales superiores de la monarquía, como el general Pozas,
más tarde destituido en circunstancias misteriosas, después
del desastre de Aragón, y que volvió a adquirir preeminencia
cantando las alabanzas del "gran Stalin"; otros, en quienes el "republicanismo"
no se manifestó claramente en todas las circunstancias, y otros
recién llegados, estaban dispuestos a recibir medallas y a
acceder al grado de teniente coronel o incluso de coronel, pero en el momento
de peligro se pasaban con los planos a Franco. Había evidentemente
en el Estado Mayor hombres honestos y entregados, pero eran una ínfima
minoría.
Hacía falta un mando único procediendo
con mano de hierro, pero un mando como el de León Trotsky en 1917-1921
en Rusia. Para esto hacía falta un poder revolucionario, una dictadura
del proletariado y un partido revolucionario consciente de su tarea a imagen
del partido bolchevique de 1917. Todo esto no existía en España.
Se ha demostrado teóricamente y ahora,
por desgracia, también empíricamente, que en España
un ejército fuerte, expresión de un poder fuerte, sólo
era posible sobre la base fascista o sobre la base de la dictadura del
proletariado. El gobierno Negrín no ha sabido crear un ejército
fuerte y coordinado. Evidentemente, no se trata de Negrín personalmente,
que sólo es la expresión de una cierta relación temporal
de fuerzas entre las diferentes clases sociales y corrientes políticas,
sino de toda la orientación hacia la república democrática.
¿Queréis una prueba de la bancarrota
de los doctores del Frente Popular en materia militar? He aquí una,
y de peso. En los discursos oficiales se decía siempre: "¡se
acabó la época de las caóticas milicias del primer
periodo romántico de la revolución, de estas malditas "tribus"[1].
Al fin poseemos un ejército regular, disciplinado y organizado.
Nuevos cuadros -se añadía- han sido creados". Pero cuando
venía el momento del peligro, todo este castillo de naipes caía...
y se llamaba a las organizaciones obreras... a los malditos comités
(pretendida fuente de todo el atolladero) y a los voluntarios. Esto se
repitió en dos ocasiones. En marzo-abril de 1938, cuando Prieto
hizo el llamamiento a los 100.000 voluntarios para el ejército y
a los 50.000 para los trabajos de fortificación. Era en los locales
de las organizaciones, de los partidos, donde se enrolaba, como en el maldito
periodo de las milicias. Y esto todavía fue repetido a finales de
diciembre de 1938: se hizo un llamamiento a los voluntarios y a las organizaciones.
[1] Así
es como calificó el estalinista Comorera a las heroicas columnas
de Durruti, Jubert, Rovira, que habían partido en julio de 1936
en dirección a Huesca y Zaragoza. Desde el punto de vista de la
organización, no le faltaba algo de razón a Comorera, pero
las "tribus" luchaban heroicamente, mientras que su Ejército Popular
estaba al mando de traidores. (N.d.A.)