Las siguientes notas son una aproximación lo más somera y documental posible a todo ello.

Sin embargo, por muy antiguas que estas sean, las hipótesis conspiracionistas -también conocidas por "conspiranoicas", siguiendo el adjetivo que acuñara el periodista Enrique de Vicente a finales de los años 80- no conocen su verdadero auge hasta bien entrada la segunda mitad del pasado siglo. Factores claves serán la definitiva estructuración de los servicios de inteligencia después de la segunda gran contienda mundial, la guerra fría, sucesos traumáticos (y nunca del todo bien explicados) como el magnicidio de John Fitzgerald Kennedy e incluso la eclosión del fenómeno OVNI, pronto asociado a todo tipo de materias reservadas desde el caso Roswell (documental falso incluido. ¿ O no era falso?) a la extraña Area 51. Todo ello, claro, sumado a la creciente globalización de los "media", de la radio y la televisión a la red de redes, capaz de convertir el material informativo casi en objeto de culto religioso. Al respecto, es significativo que otra forma de definir el conspiracionismo consista en enfocarlo como una patología consecuencia de un exceso de ítems informativos. Literalmente cabría hablar de una sobredosis o empacho de datos que, por su mismo volumen, en vez de esclarecer generan cadenas exponencialmente más espesas y enmarañadas de preguntas sin respuesta.

Aviso para navegantes: el conspiracionismo emite en banda ancha, si de colores políticos nos referimos, y en su seno militan desde personas de buena fe (y mejores intenciones) como Mae Brussell (licenciada de Stanford que acumuló un archivo de mas de ochenta mil páginas alrededor de los claroscuros de la muerte de JFK y casi otras tantas horas de radio sobre lo mismo. Mae falleció en octubre de 1988) a alucinados como William Cooper (su libro "Behold a Pale Horse" denuncia un pacto entre Eisenhower y los extraterrestres para controlar el mundo e insta a los patriotas a tomar precauciones en la noche del día de acción de gracias, propicia, según el autor, a la abducción de aquellos que saben demasiado) sin descuidar a auténticos sociópatas de la extrema derecha como Mark Korenke, William Pierce o Linda Thompson, vinculados a siniestros grupos de milicias ciudadanas siempre dispuestas a liberar a la tierra de promisión (o sea, los USA) de cualquier minoría étnica que la amenace, con ayuda de seres de otra dimensión o no.

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Nacido alrededor de la medianoche del 12 de octubre de 1875 y muerto en 1947, Aleister Crowley, en realidad Edward Alexander Crowley (se cambió el nombre por odio a su padre), no fue solamente el más singular mago y ocultista de su época (en abierta competencia con Helena P. Blavatsky, fundadora de la teosofía, y G.I.Gurjieff), sino que también hemos de darle la razón a aquellos que, como Jesús Palacios o Frank G. Rubio, lo consideran un verdadero icono de la cultura pop en su faceta más rebelde, con o sin causa. Porque en la rotunda figura de Crowley, igual que si de una segunda venida del Marqués de Sade se tratara, se funden y confunden erudición con ansias de provocar, estudio con aventura, realidad con delirios dignos de la mejor película de Hollywood. De hecho, el actor Christopher Lee ha manifestado en más de una ocasión el deseo de encarnar a la Gran Bestia en la pantalla.

Será en la ciudad de Estocolmo, corriendo el año 1896, cuando Crowley siente el llamado de la magia, al despertar de un intenso sueño convencido, en sus propias palabras, de "disponer de un medio mágico para devenir consciente y satisfacer una parte de mi naturaleza que hasta aquel momento me había sido inaccesible". Antes de esta fecha ha estudiado en el Trinity College de Cambridge, frecuentado el círculo de amistades homosexuales de Audrey Beardsley así como un buen número de prostíbulos e incluso ha intentado ejercer de mercenario al servicio del ejercito de Don Carlos, pretendiente al trono de la Corona Española. También se ha labrado cierto renombre como poeta gracias al volumen "Aceldama", y como alpinista. Dispuesto a iniciarse en las artes esotéricas, el joven Crowley entra en contacto con el investigador Arthur Edward Waite, autor de un conocido libro titulado " El libro de la magia negra y los Pactos", quien le recomienda lecturas diversas y le presenta a varios miembros de una asociación dedicada al estudio de la magia ritual llamada The Hermetic Order of the Golden Dawn. Crowley ingresa en la orden con el nombre de Frater Perdurabo (¡Perseveraré!) y, en efecto, persevera lo suficiente para acabar convirtiéndose en la mano derecha del mismísimo fundador, Mac Gregor Mathers. Cuando la autoridad de éste será puesta en cuestión por otros miembros del grupo encabezados por el poeta W.B.Yeats, Crowley defenderá a Mathers con furor casi inquisitorial. Otro personaje de importancia en el proceso de aprendizaje de Crowley responde por Alan Benneth. Si Mathers y la Golden Dawn le abrieron las puertas del rosacrucianismo y la cábala, Benneth le introduce en el budismo y le descubre el poder de drogas como la cocaína, el peyote y el hachís para alcanzar diferentes estados de conciencia expandida. Será, no cabe duda, durante uno de tales trances que Crowley, propietario ya de Boleskine House, junto al Lago Ness, se enfrentará en duelo telepático con Mathers... residente a la sazón en París.

Dilapidando gran parte de la herencia familiar, Crowley viaja por medio mundo. Se desplaza a México, donde divide el tiempo entre hacerse iniciar en la masonería , escalar el Popocatepetl y celebrar por todo lo alto la muerte de la Reina Victoria. También conoce a Rose Kelly con la que contrae matrimonio y que le acompaña en posteriores expediciones a la India, Ceilán y El Cairo. Y es aquí, en la capital de Egipto, donde, empleando a su mujer como médium física, entrará en contacto con una deidad llamada Aiwass que le nombrará profeta de una nueva religión y adelantado de una nueva, e inminente era, que tanto puede designarse como era de Acuario o como Nuevo Eón de Horus. En la mejor tradición de la escritura revelada, Aiwass le dicta a Crowley las páginas de "El libro de la ley" donde se explica que no hay más Dios que el hombre y su voluntad y que el objetivo final de la nueva era consiste en que la humanidad tome plena conciencia de ello, desarrolle sus facultades ocultas y se libere del yugo judeocristiano.

El papel de profeta no le impide a Crowley seguir con su vida errante (de hecho, quizás no se lo tomase muy en serio pues "El libro de la ley" anduvo varios años traspapelado), entrando en contacto con los derviches del norte de Africa y realizando una compleja serie de rituales en Bou Saada (Argelia) a partir de las llamadas Claves Enochianas, instrumentos mágicos creados por el ocultista isabelino Dr. John Dee. Algo sale mal en el transcurso de tales operaciones y Crowley y su ayudante, Victor Neuburg, se dan bruces con la presencia maligna conocida como El Guardian del Abismo o Chorozón. Neuburg sale físicamente dañado y para Crowley comienza una mala racha que le acompañará hasta final de sus días. Rose pide el divorcio y la prensa empieza una feroz campaña contra él, instigada, se cuenta, por francmasones celosos de su sabiduría y molestos por los secretos de toda índole que se ha atrevido a revelar en sus libros y en la revista "Equinox". También empiezan los problemas económicos. Todo y así, en 1912 es nombrado jefe de la rama inglesa de la OTO (Ordo Templi Orientis) y encuentra nueva compañera en la persona de Leila Wadell. En un estallido de buen humor y frivolidad convence a Leila para que reclute algunas chicas "fáciles" con aptitudes para la música y el baile, y se lanza al mundo del "music hall" con un grupo llamado "Ragged Ragtime Girls". Al estallar la primera gran guerra, hace las maletas y parte para los Estados Unidos.

La aventura americana de Crowley se verá marcada por la precariedad económica, la escritura (artículos de prensa para sobrevivir, más una serie de relatos protagonizados por un detective ocultista llamado Simon If y uno de sus grandes textos, "El Evangelio según Bernard Shaw") y un buen número de operaciones de alta magia la más curiosa de las cuales quizás sea la conocida como "El trabajo de Babalón", consistente en un complejísimo rito cuya finalidad es engendrar un hijo en el plano astral. En el nuevo mundo Crowley traba amistad con el cabalista George Stanfield Jones (alias Hermano Achad), con el viajero y experto en brujería William Seabrook y con el excelente novelista James Branch Cabell, autor de la polémica "Jurgen". Se hizo llamar Maestro Therion y se rumorea que pudo mantener un romance con Sonya Green, futura esposa de H.P.Lovecraft.

A su regreso a Europa, varios ataques de asma y un principio de bronquitis crónica le obligan a abandonar Londres en busca de climas más benignos. Se establece en Cefalú, Sicilia, y se dispone a materializar el más ambicioso de sus sueños: la creación de la Abadía de Thelema, híbrido de colegio ocultista y comuna libertaria inspirada al alimón en Rebelais y en el Hellfire Club del libertino Sir Francis Dashwood. Dicho y hecho, resolviendo el papeleo bajo los nombres de Sir Alastor de Kerval y condesa Léa Harcourt, Crowley y su amante adquirieron una quinta situada en las laderas de la colina de Santa Bárbara. Aunque el deseo de Crowley era un edificio circular, con ocho columnas sosteniendo un techo de cristal, patios exteriores y abundantes edificios laterales, la realidad se impuso en forma de una modesta construcción de piedra de una sola planta, encalada y con cinco habitaciones en torno a una sala central, rápidamente reconvertida en Sanctasanctórum o Templo de los Misterios Thelémicos. Crowley en persona se ocupó de cubrir las paredes del lugar con pinturas entre místicas y pornográficas (algunas de las cuales todavía pueden verse) y, entre orgía y orgía, redactó severas reglas de comportamiento monástico que obligaban a vestir hábitos mágicos, a recitar oraciones como la llamada de "La Cruz Cabalística" y a hacer ofrendas a los dioses solares al amanecer, al mediodía y a medianoche.

La Abadia permaneció en activo hasta más o menos 1923. Un número creciente de disputas entre los seguidores de Crowley (especialmente entre sus seguidoras, a las que siempre bautizó como Mujeres Escarlata) y la muerte en extrañas circunstancias de un tal Raul Loveday atrajeron sobre los "thelemitas" la suspicacia y la ira del gobierno italiano, convenientemente estimulado, encima, por los terribles informes que sobre Crowley circulaban en Inglaterra. Resultado: el "hombre más malvado de este mundo", como le llamara cierta prensa, vuelve a la vida errante. Su salud es precaria a causa de las drogas, la tristeza que le provoca el fin de la Abadía y la incertidumbre económica. Aún así, encuentra fuerzas para difundir por doquier la nueva religión de Thelema (ahora la vende como una tercera vía más allá de la dualidad capitalismo/socialismo), aceptar la dirección total de la OTO en Europa, casarse con la nicaragüense María Teresa Ferrari de Miramar y escribir dos libros de peso: "Magia en la teoría y en la práctica" y "El libro de Toth", tratado sobre tarot magníficamente ilustrado por Lady Frieda Harris. Al acercarse la segunda gran guerra, escribe poesías a favor de los aliados y da algunas clases de teoría mágica al primer ministro Winston Churchill, convenciéndole de que hacer el signo de la victoria en las primeras páginas de periódicos y noticiarios equivale a lanzar un potente hechizo contra Hitler. También en esta época se cartea con el poeta Fernando Pessoa y vive junto a este una extraña y un tanto cómica aventura en tierras portuguesas.

Su muerte vendrá acompañada de un postrer acto de magia. En plena agonía Crowley le pide a su médico una ración extra de láudano. El doctor se niega y Crowley le maldice y expira. El médico no sobrevivirá muchas horas más...

Una bibliografía completa de Aleister Crowley arroja la suma de más de 40 libros divididos entre tratados de ocultismo, poesía (el hermoso "Rodin en verso", por ejemplo) y esbozos autobiográficos y novelas. Su trabajo como compilador y divulgador ocultista es a todas luces colosal. Se hizo llamar "la bestia" (aunque puede ser que ese apelativo se lo pusiera su propia madre) y William Somerset Maugham le dedicó una buena novela de terror titulada "El mago". Ha influido en Paulo Coelho, los Beatles, William S. Burroughs y Kenneth Anger. Se ha paseado por las páginas del mejor Ramsey Campbell (ver "El parásito"), se las ha tenido con John Constantine y de él ha dicho, muy acertadamente, Jack Faust en "Promethea": "En el peor de los casos era egoista y a veces un poco tonto. Pero sabía mucho de magia". Si toda mujer y todo hombre son una estrella, Crowley, para lo bueno y para lo malo, fue una supernova.

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El sentido estricto del término hace referencia a una función de la segunda ley de la termodinámica -rama de la física que estudia la fenomenología relacionada con la energía térmica y las leyes que rigen su transformación en energía mecánica- expuesta por el físico Clasius, que relaciona la cantidad de calor suministrado a un sistema durante una transformación infinitesimal reversible con la temperatura absoluta a que dicha cantidad de calor ha sido suministrada. Cuando el sistema recibe calor, dicha función da un resultado en números positivos y se dice que la entropía aumenta; si el resultado es a la inversa, se dice que la entropía disminuye.

La entropía es también una poderosa metáfora de ribetes sociológicos, sobre todo desde que el escritor Thomas Pynchon empleara el término, al filo de los años 60, para dar título a uno de sus más celebres, y mejores, relatos cortos. En dicho relato las evoluciones, venturas y desventuras de un grupo de asistentes a una fiesta durante una fría noche de invierno, reproducen, por analogía,los procesos descritos en la ecuación de Clasius. Otros ejemplos de entropía como material literario podemos encontrarlos en el "kipple" (o basura) que crece e invade los apartamentos de los protagonistas de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" de Philip K. Dick o en el tiempo fracturado y las percepciones erráticas que describe Brian W. Aldiss en la novela "A cabeza descalza". Sin embargo, el autor que más ha abundado en el uso del término y en sus prestaciones alegóricas es Michael Moorcock en el ciclo de novelas y cuentos experimentales protagonizados por el anticristo pop Jerry Cornelius y que comprende títulos como "El programa final", "El gran timo del rock and roll" (dedicada a los "Sex Pistols"), "A Cure for Cancer", y "The Condition of Muzak". Otra aproximación al tema del mismo autor, si bien de manera menos radical, la encontraremos en la lírica y bellísima serie "Dancers a the End of Time", compuesta, en principio, por tres obras: "An Alien Heat", "The Hollow Lands" y "The End of All Songs".

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El gnosticismo es una corriente religioso-filosófica que surge en los primeros años del cristianismo. En sus comienzos no fue más que una síntesis entre la religión cristiana y determinados movimientos místicos orientales, junto con elementos de la filosofía griega (básicamente de Platón y Aristóteles), hasta alcanzar más tarde el grado de herejía gracias a contar con importantes figuras que se erigieron en líderes religiosos, como Marción, Basílides y Valentín.

El nombre proviene de la palabra griega "gnosis", que significa conocimiento, y se postula que el único modo de alcanzar la salvación es a través del conocimiento que se adquiere por el estudio y la iniciación. La diferencia con el cristianismo estriba en que mientras en éste, la salvación se produce mediante la "revelación", en el caso del gnosticismo Dios no actúa en cuanto a la salvación del hombre, oficiando prácticamente como el "motor inmóvil" del que hablaba Aristóteles. Por otra parte las doctrinas cristianas están al alcance de todos, de hecho las enseñanzas de las mismas aparecen como una de las "bienaventuranzas", mientras que en el gnosticismo el conocimiento es secreto, hermético, sólo al alcance de unos pocos escogidos.

Las doctrinas gnósticas son difíciles de concretar puesto que aparecen varias "escuelas" de pensamiento, pero casi todas coinciden en la diferenciación del mundo espiritual del terrenal. De este modo el mundo de la divinidad entroncaría con el "mundo de las ideas platónico".

La divinidad, identificada por algunos grupos gnósticos con "Ialdabaoth", sería el responsable de la creación de ciertas entidades intermedias entre el mundo de las ideas y el terrenal, dentro de estas emanaciones destacaría "Sophia" el principio de la sabiduría divina (de hecho la palabra griega significa precisamente esto, sabiduría).

Otras doctrinas proclaman la existencia de otro dios, el "demiurgo" (de nuevo una definición aristotélica), siendo este demiurgo el culpable de la creación del mundo terrenal, en el que se deposita la maldad. De las emanaciones del demiurgo surgirían, en cambio, los "Arcontes", a los que, generalmente, se les nombra por las sefirot de la cábala: "Keter", "Binah", "Geburah", "Tifaret", "Netzaj" y "Malkut".

De esta manera mientras "Sophia" y otras encarnaciones de Dios, procurarían ayudar al hombre en su búsqueda de conocimiento, los "Arcontes" se encargarían de todo lo contrario, de provocar el caos y el desconcierto entre los buscadores de la verdad.

El hombre aparecería entre medias de estos dos mundos, puesto que es terrenal pero posee un alma inmortal, razón por la cual puede permitirse el conocimiento salvador de la doctrina gnóstica.

De esta manera vemos la unión de conceptos cristianos: Dios, la salvación. De hecho, algunas escuelas gnósticas siguen la Biblia e identifican al Dios del antiguo testamento como el demiurgo (creador de la tierra)y al del Nuevo Testamento como el dios del conocimiento. De la filosofía griega: el mundo de las ideas, el demiurgo. De la mística hebrea: la invocación mediante la cábala de seres superiores... A veces se utilizaban los símbolos cristiano con significados ocultos, de este modo, por ejemplo, el pez como símbolo de Cristo, se utiliza como la representación de los dos universos, el terrenal y el divino, tan sólo "siguiendo las líneas" de la cola del pez hasta dibujar dos círculos pegados.

El origen del nombre King Mob, traducible por Rey de la Multitud o Rey de la Turba, hay que situarlo en Gran Bretaña, en 1780, durante lo que se conoce como los motines de Gordon y que algunos historiadores contemplan casi como un ensayo o avance a la Revolución Francesa. Las tensiones con los ricos terratenientes de religión católica fueron el detonante de la sublevación. Además de las propiedades de estos, se asaltaron y quemaron tribunales de justicia y prisiones donde la mayor parte de cuyos reclusos cumplía pena por impago de impuestos. Las pintadas y proclamas que cubrieron los muros de la cárcel de Newgate explicaban a quien deseara leerlos que los presos habían sido puestos en libertad por decreto de "su majestad King Mob". Por supuesto la represión fue encarnizada: intervino el ejercito y la revuelta se saldó con 300 muertos en las calles y, ya restaurada la paz, con un número de ejecuciones que oscila entre 30 y 60.

No hay constancia de que se vuelva a hablar de nuestro rey hasta un montaje teatral de los años veinte firmado por el visionario Antonin Artaud y titulado " No hay firmamento" y cuando el nombre reaparece con verdadera fuerza ya estamos a mediados de los sesenta y ha entrado en escena lo que se conoce por la Internacional Situacionista, grupo de agitación cultural que pretende seguir las huellas de surrealistas y dadaistas aunque desde perspectivas mucho más politizadas. Los situacionistas se formaron entre Francia e Italia en algún momento de 1957, dejaron sentir su peso en el Mayo del 68 y pasaron a la historia en la década siguiente.

En 1966 un grupo británico llamado Heatwave (Ola de Calor) se incorporan al movimiento situacionista, a pesar de que sus planteamientos de agitación están más próximos a los de grupos norteamericanos como los Black Mask de Nueva York que a los de la célula parisina. En 1977 Heatwave cambia su nombre por el de King Mob, pasando a definirse como algo parecido a una banda callejera con poso ideológico y optando por la practica de un nihilismo de modales más que agresivos, rayano en ocasiones con la delincuencia. Pese a todo, sus acciones no están carentes de gracia. Durante las Navidades de 1968, por ejemplo, el grupo King Mob irrumpe en unos grandes almacenes londinenses y, ataviados de Santa Claus, proceden a regalar juguetes a cuanto niño pasa por allí. La cosa termina en arresto y los juguetes son confiscados, naturalmente. Otra acción bastante celebrada tiene lugar durante los carnavales del barrio de Notting Hill, al año siguiente. King Mob comparece con una más que escandalosa comparsa (para la época) titulada "Miss Nothing Hill 69", que representa a una muchacha de buen ver con una gigantesca jeringuilla clavada en el brazo. Se alternan también acciones menores contra galerías de arte y, sobre todo, contra los establecimientos de la cadena Wimpy, a la vez que se disparan pintadas con letras de más de un metro de altura en las que se lee: "Una pena sin punzada, vacía, oscura y aburrida, una pena ahogada, soñolienta y desapasionada" (de Coleridge) o, de menor calado literario pero de aplastante sinceridad, "No puedo respirar".

Como la Internacional Situacionista, King Mob callaría definitivamente en los setenta. ¿Son el nombre del maestro en espionaje psicodélico y tantrismo de "The Invisibles" más la imagen de la Patrulla Dada de "Doom Patrol" visitando un centro comercial disfrazados de Papa Noel la herencia de este efímero pero colorido movimiento? Quizás...

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Más de una vez se ha definido a la Chaos Magick como la magia característica de la época cuántica. Se le da así a la palabra caos un significado doble, aludiendo al carácter sincrético de esta corriente ocultista, por una parte, y al hecho, realmente innovador, de presentarnos un "corpus" mágico sin ritos, grados ni dogmas definitivos, por otra. A grandes trazos, se puede explicar la magia del caos como la respuesta, desde el ámbito esotérico, a la incertidumbre que queda después de arrinconar el modelo newtoniano de la realidad.

La magia del caos nace a partir de los escritos del artista Austin Osman Spare (1886-1954) convenientemente revisados y ampliados en los años 70 por Peter Carroll. Spare, hijo de un inspector de policía, había sido miembro, primero de la Golden Dawn y después de la Astrum Argentum, la fugaz organización creada y dirigida por Aleister Crowley. Parece ser que abandonó la primera por desencanto y la segunda tras serios desacuerdos con el carácter autoritario de su fundador, quien no vacilaría en calificar a Spare de "mago negro" (lo cual, viniendo de Aleister...) En casi total soledad, Spare se dedicó a viajar, pintar y escribir -"Earth Inferno", "Anathema of ZOS", "Grimoire of ZOS Kia Cults"- a la búsqueda de un sistema de influir en la realidad que, destilado posteriormente por Carroll, daría pie a lo que se conocen por "sigilos".

Una frase de Spare nos acercará a la esencia de la magia del caos: "en un universo que desafía cualquier descripción todos los sistemas de creencias sólo pueden ser falsos". A partir de aquí Spare y Carroll incitan al adepto a anteponer práctica a teoría, a desconfiar de gurús y salvadores y a que elabore su propio sistema de experimentos y su propia y puede que incluso intransferible escala de creencias, aunque, como se cita en "The Bomb", estamos hablando de creencias más allá de la creencia o de un sistema sin filosofía. Más que de una paradoja (que también...) de lo que se trata es de encontrar coraje para encarar una práxis continua y total, conscientes de que lo que de veras cuenta es el resultado y no el camino seguido para obtenerlo. De acuerdo con esto, a nadie debe extrañar que los tratados de magia del caos se hallen abiertos literalmente a todo lo imaginable, desde los habituales trabajos con drogas y sexo sagrado (o tantrismo) hasta proposiciones de apariencia tan extravagante como el culto a los mitos de Cthulhu o a la magia por Internet.

Hay, empero, algunas nociones que son casi fijas. Por ejemplo, la nietzschiana idea de la muerte de Dios resituando al hombre en el centro de toda divinidad. Ahora bien, para que esta divinidad se manifieste debe el adepto atravesar por ritos de iniciación que se derivan general y puede que inevitablemente de profundas crisis vivenciales. También es frecuente que algunos practicantes de la magia del caos no militen en las filas del ateísmo. Se reconocen, en tal caso, al menos tres divinidades: el andrógino Baphomet, antiguo ídolo de la orden templaria que a veces se denomina Abraxas y que determinadas leyendas identifican no como una entidad sino como una reliquia consistente (¿no nos es familiar?) en la cabeza de San Juan Bautista; Eris, o diosa de la discordia, expulsada del Olimpo por cizañera, y Thanateros, creación cien por cien propia de la Chaos Magick, que simboliza la fusión en un único cuerpo de Eros y Thanatos, los dos polos extremos de nuestra realidad humana.

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Movimiento literario de espíritu renovador que se desarrolla en torno a dos ejes principales: el trabajo como editor de Michael Moorcock al frente de la revista británica "New Worlds" entre 1964 y 1976, y la publicación, al otro lado del Atlántico, de las antologías "Dangerous Visions" de la mano de Harlan Ellison. Aunque en más ocasión se han alzado voces que la acusan de efímera, egocéntrica e incluso superficial, las contribuciones de la New Thing a la evolución de la ciencia-ficción y la fantasía no pueden ignorarse y de hecho todavía perduran. Es justo afirmar que el género no volvería a conocer un movimiento tan necesario, impetuoso e inteligente hasta la llegada del "ciberpunk" mediados los ochenta, y aun así cabe señalar que gran parte de los aciertos de los "ciberpunks" (William Gibson, Bruce Sterling, K.W.Jetter) serían impensables sin lo que supuso la New Thing. Cada uno acorde con su particular modo de ser, Moorcock y Ellison (discreto y laborioso el primero; pirotécnico a más no poder el segundo) supieron aunar esfuerzos en una sola dirección: arrancar la escritura de ciencia-ficción del gueto de la llamada subliteratura, cosa que solamente podía llevarse a cabo incorporando al género recursos literarios hasta el momento patrimonio del "mainstream" y dando cabida en el mismo a temáticas que los editores de talante conservador acostumbraban a rechazar. Así, la New Thing rompería con tradicional endogamia imperante entre los autores de ciencia-ficción de décadas anteriores, atreviéndose a buscar modelos y referentes estilísticos en las obras de James Joyce, William S. Burroughs, Donald Barthelme y los surrealistas, al mismo tiempo que se cortaba amarras con el ala más cientifista (también conocida como "hard") del género comenzando a producir especulaciones que ya no versarían tanto de robots e imperios galácticos sino que se centrarían en aquello que Ballard denominaría "el espacio interior". O sea, nuestro inconsciente y nuestra sexualidad, drogas y estados de conciencia alterados, metafísicas varias... más grandes dosis de política, liberal en la mayoría de los casos.

Autores destacados del movimiento fueron: Thomas Disch, Philip K. Dick, J.G.Ballard, Ursula K. LeGuin, Robert Silverberg, John T. Sladek, M. John Harrison, Philip José Farmer, etc. Hay que agradecer, también, a la New Thing el haber revalorizado a algunos autores de los años cincuenta, la llamada "edad de oro de la ciencia ficción", cuya obra siempre ha nadado más o menos a contracorriente, como, Fritz Leiber y Theodore Sturgeon.

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La nanotecnología consiste en el desarrollo y producción de artefactos en cuyo funcionamiento resulta crucial una dimensión de menos de 100 nanómetros (1 nanómetro, nm, equivale a 10^-9 metros). Se espera que, en el futuro, la nanotecnología permita obtener materiales con una enorme precisión en su composición y propiedades. Estos materiales podrían proporcionar estructuras con una resistencia sin precedentes y ordenadores o computadoras extraordinariamente compactos y potentes. La nanotecnología podría conducir a métodos revolucionarios de fabricación átomo por átomo y al empleo de cirugía a escala celular.

Acrónimo de Objeto Volante No Identificado

El sofisticado agente secreto con licencia para matar siempre al servicio de las potencias del occidente libre es una de las construcciones míticas mejor estructuradas y carismáticas, aunque a ratos ambigua, que nos legaron el cine y la novela popular de la segunda parte del siglo veinte. Aunque en principio nace como encarnación e instrumento de rearme moral frente a los fantasmas generados por la guerra fría, una imparable tendencia hacia el delirio y la hipérbole acaba por desbordar los límites de las lecturas en clave política, convirtiendo al personaje en una verdadera radiografía de las aspiraciones (ocultas o no) del inconsciente de la clase media de su tiempo. Habitante de la "aldea global" el mega-espía no tiene más hogar que potentes aviones, lujosos hoteles y ostentosos casinos; consumidor terminal, acumula más que disfruta cuanto aparato de alta tecnología que se le ponga por delante, desde los fantasiosos instrumentos que le proporciona su oficio hasta automóviles último grito o personalizadas marcas de cigarrillos y ropa. El delirio adquisitivo tendrá, también, un fuerte ascendente sobre su vida privada y afectiva. Tergiversando el verdadero sentido y las auténticas intenciones de lo que se diera en llamar "revolución sexual", el super-agente se rodea siempre de un harén de bellezas (muchas inocentes, alguna pérfida) de las que siempre obtiene mucho más de lo que da, y a las que, en realidad, quiere incluso menos que a su último traje de marca. Generalmente, acabando así de explicitar el carácter objetual de estas compañías femeninas, las amigas de nuestro personaje no conocen un destino muy diferente al de los juguetes proporcionados por el maestro armero de turno. Si estos cumplen su función y son o destruidos u olvidados por el camino, ellas salen de escena de maneras abracadabrantes, ya asfixiadas bajo una capa de oro fundido, ya devoradas por peces carnívoros.

La semilla de la cual va a nacer el mito hay que buscarla, sin duda, en las novelas que sobre el espía James Bond publicara el británico Ian Fleming con títulos de sobras conocidos como "Casino Royale", "Dr.No", "Desde Rusia con amor"," Operación trueno", etc., al igual que en sus correspondientes adaptaciones al cine de mano de los productores Albert R. Broccoli y Harry Saltzman y del actor Sean Connery. Ahora bien, hemos empleado el término "semilla" intencionadamente, pues existen fundados motivos para sospechar que la configuración definitiva del personaje, así como su consolidación, no se dará tanto en las obras originales de Fleming/Broccoli&Saltzman /Connery como en la infinidad de copias que generaron en soporte papel o en celuloide. Al respecto, cabe señalar el ciclo de films dedicados a Matt Helm/Dean Martin, la casi abstracta "Modesty Blaise, super agente femenino" firmada por Joseph Losey (con el mórbido triángulo Monica Vitti, Dirk Bogarde y Terence Stamp) o las incontables producciones de serie B que se rodaron entre España, Italia, Francia (el mismísimo Claude Chabrol firmó algunos de tales productos como, por ejemplo, "El tigre se perfuma con dinamita" y "Maria Chantal contra el Dr. Kha") y Alemania, por separado o en régimen de coproducción. Sin olvidar, en novela, series como "Calone" y "S.A.S" en Francia o, entre nosotros, sagas de bolsilibros como la escrita por Lou Carrigan al servicio de la agente ZZ7 y, en un tono mucho más arriesgado y fantasioso, las correrías de EO-002, EO-003, EO-004 y EO-005, agentes del D.A.N.S o Departamento Atómico Nacional de Seguridad firmadas por nombres como Frank Caudett y Silver Kane entre otros.

La televisión, artefacto "pop" por excelencia, no se mantendrá indemne a las embestidas del nuevo mito, generando al menos tres series de importancia: "El agente de C.I.P.O.L", "Los vengadores" y "El prisionero". Pendiente de revalorización la primera, "Los Vengadores" y "El prisionero" gozan hoy del status de productos de culto, dándose la casualidad de ser la una el reverso de la otra, y viceversa. Lúdica, desinhibida y colorista " Los vengadores" constituye un autentico himno a la "vita pericolosa" tal y como se entendiera allá por los años sesenta. "El prisionero", en cambio, es una serie con trazos de cine de autor y de alma sombría que no solamente se atreve a poner en solfa la mitología del super-agente sino que, además, la arrastra hasta terrenos propios de Franz Kafka y George Orwell.

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Método e instrumento de autoanálisis, adivinación e incluso psicoterapia consistente en un mazo de 78 naipes, de historia y origen inciertos. Se sabe que los primeros tarots aparecieron en Venecia y Lombardia entre finales de la edad media y principios del siglo XIV (aludiendo a este hipotético origen italiano, en algunos diccionarios y enciclopedias se intercambia la entrada correspondiente a tarot por la de "tarocco"), pero se ha especulado sobre un origen español, sin descuidar tampoco a zingaros y gitanos. La tradición ocultista, por su parte, deriva el tarot del enigmático "Libro de Toth" o "Kybalion", escrito en un Egipto anterior a la construcción de la Gran Pirámide o acaso entregado a los hombres por visitantes de más allá de las estrellas. Se cuenta, por cierto, que el interior de la citada pirámide oculta un templo de iniciación cuyas paredes reproducen un tarot con treinta cartas de más, conicidas como Las Tablas de Aeth o el tarot esotérico, que todavía no ha encontrado el momento de manifestarse en nuestro plano de realidad. Otros lo atribuyen a Hermes Trismegisto y otros a Enoch, séptimo maestro del mundo después de Adán. También hay quien señala a los cabalistas judíos de la ciudad de Fez como responsables del invento.

Las 78 cartas del tarot (o biblia de los bohémios) comprenden 22 figuras principales o Arcanos Mayores, todas numeradas a excepción de la correspondiente a la figura conocida por El Loco. A las 56 cartas restantes se las llama Arcanos Menores y su diseño nos es mucho más familiar: bastos, copas, espadas y oros. Los Arcanos Mayores expresarán, cifrada, la historia de la tierra y de la humanidad; los menores se asocian a los cuatro elementos y a su correspondiente lectura simbólica -eso es: bastos=fuego=vida, copas=agua=fecundidad, espadas=aire=acción y oros=tierra=posesión. Los Arcanos Mayores, que se relacionan con las 22 primeras letras del alfabeto hebreo y con los 10 números, o "Sephiroth", de la cábala son: El Mago (o la voluntad personal), La Sacerdotisa (o la sabiduría oculta), La Emperatriz (o la intuición más la fertilidad), El Emperador (o el poder de la inteligencia), El Pontífice (o el conformismo y la ortodoxia), Los Enamorados (o el equilibrio entre contrarios), El Carro (o el espíritu triunfando sobre la materia), La Justicia (o el espíritu ponderado), El Ermitaño (o el espíritu en su faceta de guía), La Rueda de la Fortuna (o el espíritu enfrentado al destino), La Fuerza (o el alma y la voluntad eternas), El Ahorcado (o la voluntad de renuncia y sacrificio), La Muerte (o la transformación espiritual), La Templanza (o la voluntad de sosiego y equilibrio), El Diablo (o el espíritu frente al mundo), La Torre (o el espíritu frente a la destrucción), La Estrella (o la esperanza), La Luna (o la inspiración subconsciente), El Sol (o la paz interior), El Juicio (o la consciencia cósmica), El Mundo (o el desapego a la materia) y El Loco (o el espíritu del consultante).

Aunque buena parte del significado de tales arcanos salta a la vista, su lenguaje no cobra verdadero sentido hasta el momento de la tirada o consulta, cuando entran en relación con los restantes naipes del juego, teniendo una importancia capital la posición en que salga la carta. Así, por ejemplo, el primer Arcano, o sea el Mago, derecho significa inteligencia, iniciativa, voluntad y destreza; la misma figura, del revés, apunta a lo grosero, a lo carente de escrúpulos, al estafador y al intrigante. Idéntico principio se aplica a los Arcanos Menores.