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La tecnología producida y exportada por las culturas del
primer mundo han conseguido realizar el sueño de la conquista "exterior"
del tiempo.
En otras palabras: el ser humano, entanto criatura, no acompaña subjetivamente las modificaciones trazadas en su ambiente por la acción objetiva de la tecnología avanzada. Eso tiene importantes consecuencias y, la que nos importa de momento, es aquella representada por el hecho de tornarse más difícil y complicada la formación del carácter y la personalidad de un individuo cuando las facilidades tecnológicas invaden los procesos educacionales y de interacción social. La convivencia humana, el calor afectivo, la participación individual directa, etc., son valores humanos de formación de carácter en niños, jóvenes y adultos, que el desenvolvimiento tecnológico corrompe, como la experiencia demuestra. Sería preciso, entonces, que fuesen creados incentivos, implementos educacionales e integrantes, no para que anulen o descarten los beneficios tecnológicos, sino mas bien que equilibrasen dentro del individuo el "progreso" que se desarrolla fuera de él. Digo que "sería" preciso porque esos incentivos ya existen hace siglos y la perfección cultural de sus métodos es tal que ellas sobreviven a las centenarias transformaciones de la civilización, adaptándose a las mas diversas funciones existenciales. Es el caso de las Artes Marciales: de todas aquellas técnicas que dentro de la cultura nipona, en particular, llevan sufijo DO (significativo de Camino, Precepto Existencial, Forma de Autoperfeccionamiento, etc). En un tiempo pre-tecnológico, si así pudiéramos decir, las Artes Marciales reunían objetivos prácticos que envolvían sobretodo los intereses de autodefensa, y muy poco de cultivo del espíritu. En ese tiempo, el sufijo DO era substituído por otro: JUTSU (significativo de Técnica, Performance, Capacidad Bélica, Eficiencia Objetiva, etc.) Por otro lado, la práctica del Arte Marcial, en la verdadera acepción el término, siempre permaneció como privilegio de la nobleza, que lejos de los desgastes promovidos por los hechos históricos, ha sido preservada. El avance tecnológico condena hoy, como ingenuidad sadista , el empeño de las Artes Marciales. Hace los misiles teleguiados, las armas químicas, las bombas nucleares, y en cada esquina, un enemigo armado hasta los dientes. Permanecen , como interés de valor puramente cultural, las prácticas deportivas que traducen en la técnica -pura y simple- los principios de las milenarias Artes Marciales. Pero no es imperioso que esto permanezca asi. Ni tampoco deseable. Por ejemplo, los practicantes de Karate pueden optar a cada instante si desean permanecer meramente en una fantasía sadista de eficiencia objetiva lo mismo que deportiva o si prefieren alzar vuelo en dirección a una otra experiencia, más inteligente, incorporando a la búsqueda del perfeccionamiento técnico una otra búsqueda: la del perfeccionamiento como persona humana. Esa búsqueda es el objetivo más noble de la práctica del Karate, así como de las demás Artes Marciales. Tenemos entonces la práctica del Karate-DO. Es tan poco difundida esa visión porque esa es la más complicada, pero sería la más natural. Complicada para alumnos y profesores. Para enseñar una técnica, basta la presencia de un profesor experimentado. Para enseñar un Arte empero, es indispensable un Maestro auténtico. Tal vez sea ésa la razón por la cual la formación de un Maestro se contituía en una tarea penosa y delicada: él será el guardián del Arte, preservador de un conocimiento que será puesto a disposición de quien quiera disfrutarlo. Cada Maestro tiene sus métodos propios, personales, de validar ese merecimiento y por incongruente que parezca, no siempre (o casi nunca), la "técnica" es el prerequisito decisivo. Lo que más cuenta es el carácter, la capacidad de servicio, el desempeño humano, en fin, de pretender el gozo del Arte. En eso ninguna tecnología podrá ayudar. Preparar los alumnos para el ejercicio del Arte Marcial es una función moral a veces disminuída por los profesores. Dar acceso acceso al conocimiento artístico es función del Maestro. Karate es una expresión idiomática japonesa que representa "manos vacías", desprovistas de accesorios, puras. El arte del Karate, o lo que sería el KARATE-DO, es un Camino de realización donde los recursos artificialmente disponibles no valen, donde el individuo tiene que probarse a sí mismo, a cada instante, la capacidad de su espíritu frente a las demandas de su medio. Esto involucra el carácter del practicante, cincelándolo, puliéndolo, tornándolo más útil a sí mismo, como persona, bien como a su familia social. ¿No sería esta una propuesta más honesta para los alumnos, en especial para los jóvenes? ¿No sería esta una reflexión mas que necesaria para los profesores, para que revisasen su conducta frente a los alumnos? Y ¿no sería una respuesta más gratificante al Maestro que todos respetamos? Camilo Gadel Sobrinho
F. Preta 2º Dan
Santos
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