Nació un 17 de Julio de 1908 en la antigua calle de “El Chorro”
hoy Rivero y Gutiérrez, del matrimonio formado por el Doctor Zacarías
Topete López y de Dolores del Valle Azuela ocupando el 5° lugar
de la familia, y él en son de guasa decía: “no hay quinto
malo”.
Su padre,
nacido en Hostotipaquillo, Jalisco un 3 de Enero de 1875; hizo sus estudios
de Medicina en Guadalajara con un promedio de calificaciones muy brillante
por lo cual su papá al terminar su carrera y en premio para
festejar tal acontecimiento lo llevó a México; pasando por
Aguascalientes junto con su madre, un compadre de ellos y un tío
de su mamá: el señor cura Don Mauricio López . Doña
Paulita se quedó aquí con su tío, y don Zacarías
grande y el hijo, junto con el compadre, se dirigieron a México
a la programada visita. De regreso, el señor cura invitó
a mi abuelo a pasar unas vacaciones en esta ciudad para que se repusiera
de la salud, ya que se encontraba muy delgado; él, aceptó
la invitación con pesar puesto que tenía a su novia en la
ciudad de Guadalajara, además de que había sido nombrado
maestro de Anatomía en la Universidad de esa misma ciudad. Sus piensos
fueron pasar solamente dos meses en esta ciudad pero en una fiesta conoció
a la señorita Dolores del Valle Azuela nacida en esta ciudad un
18 de Febrero de 1880 y de esa amistad nació el matrimonio que fue
consumado un 4 de Febrero de 1898.
Los hijos
de este matrimonio fueron: +Dolores (1900-1902), +Hugo Fernando (1902-1912),
María Teresa, nacida en 1904, +Salvador (1906-1923), +Alejandro
(1908-1999), Antonio (1911-), Jorge Fernando (1913-), Clara Luz (1916-)
y +Amparo (1920-1998). Cuentan que Doña Rafaelita Gómez,
la mamá de los Aguilar, iba parejeando con su mamá en espera
del ave picuda, así que tuvieron más o menos los mismos hijos
por las mismas fechas.
Gran recuerdo
tenía mi papá de su hermano Hugo Fernando quien murió
a la edad de 10 años y por el cual sentía un especial aprecio
por ser su hermano mayor, y del que decía que fueron sus compañeros
de escuela los hermanos Gorostiza, José y Celestino, los que tiempo
después ocuparían los cargos de Secretario de Relaciones
Exteriores el primero, y el segundo el de Director de Bellas Artes. El
padre de estos personajes, Don Celestino Gorostiza había estado
viviendo en esta ciudad al ser el primer gerente del Banco Nacional de
México entre los años de 1905 a 1915, hasta que le ordenaron
se concentrara en México y se fueron a vivir para allá pero
mi padre siguió cultivando esa amistad por muchos años más.
Sus primeros
estudios fueron de párvulos, (que ese era el nombre que se le daba
a lo que hoy se conoce por «kinder») por los años de
1912 o 1913 en la escuela de Don Eugenio Alcalá que estaba en la
1° calle de la Merced casi en frente de la iglesia del mismo nombre.
Al año
siguiente ingresa a la Primaria en la Escuela de Rivero y Gutiérrez
la cual estaba a un costado de la notaría de la Iglesia de
San José, siendo su maestra Doña Fermina Reyes Barrientos,
hermana del Lic. Dn. Francisco Reyes Barrientos padre del Lic. Jesús
Reyes Ruiz y que fue una de sus maestras más queridas.
Después,
para estudiar el segundo año en que se cerraron las escuelas
ya que había un gran desorden a causa de la Revolución,
se fue a estudiar a la Escuela de Don Eugenio Alcalá, en donde
la Directora interina era Doña Francisca Ruiz Esparza y su
maestra Doña Libradita López Velarde; contaba él que
un día le puso un castigo, el hacer una cruz en el suelo con la
lengua, tal vez por haber dicho una mala palabra como lo suelen hacer los
chicos de la edad que repiten las cosas sin saber que significan.
El tercer
año ya abiertas las instituciones, regresó a la escuela de
Rivero y Gutiérrez siendo su maestra Doña María de
las Mercedes Chávez, (quien después fue su comadre)
y se acuerda de algunos de sus compañeros entre ellos a : Roberto
Delahanty, Gustavo “ el Chato “ Leal, de Carlos Aguilar etc.
Para estudiar
el cuarto año lo hace en la misma Escuela donde volvió
a ser su maestra Doña Fermina Reyes Barrientos; inclusive
me comentaba que guardó la lista de sus compañeros y
la fotografía del grupo donde aparece con el director quien era
un hombre sumamente enérgico: Don Epifanio Aguilar que había
sido militar de la segunda reserva pero que no obstante su severidad y
autoridad de este hombre, mi papá era uno de sus consentidos ya
que este señor era muy avezado en cosas de química y le gustaba
andar por todos los salones haciendo los experimentos, procuraba a mi papá
para que le llevara los frascos, los matraces y las probetas y le decía:
“ándale Topete tráeme estas cosas y estas otras”; además
porque mi abuelo Zacarías le tenía mucha estimación
ya que le mandaba unas modestas despensas porque los sueldos eran muy raquíticos
en la época de la Revolución ya que todo estaba muy escaso
y tal vez por eso le guardaba muchas consideraciones.
Después,
el 5° y el 6° año los cursó en la escuela Melquiades
Moreno que estaba atrás del Camarín de San Diego y que fungía
como un anexo de la Escuela de Artes y Oficios ( lo que hoy es el Mercado
Morelos) con Doña María de las Mercedes León quien
era una maestra muy buena y muy enérgica; él recordaba que
hasta tenía bigote, y que en una ocasión le impuso un castigo
por parodear “el chin, chún chán“ de José F. Elizondo
a su compañero Francisco Cuéllar hijo de Don
Francisco S. Cuéllar que la daba por ser poeta y autor del “Album
de Cuca” (Cuca era su esposa); esta maestra lo puso 15 días
parado en un rincón, pero un día les puso un problema matemático
de un tren que salía de Zacatecas y otro que salía de Aguascalientes
en direcciones contrarias y con diferente velocidad y la cuestión
era que en cual kilómetro se deberían de encontrar, cosa
que él resolvió con una regla de tres y se lo llevó
a la maestra, lo pasó al pizarrón para que les dijera a sus
compañeros cómo lo había resuelto y en premio le levantó
el castigo y luego fue ya a ocupar su lugar. Ahí fue ya por primera
vez su compañero Antonio Acevedo Escobedo, también
Aurelio de los Reyes y Gustavo “el Chato” Leal, quien después
tuvo una tienda que se llamaba “la Sevillana” en la esquina del Callejón
“de las Tunas Peladas” (hoy calle de Adolfo Torres) y se le llamaba así
a la calle porque enfrente Don Ricardo Mier tenía una cantina donde
asistían los tomadores de mezcal y de botana se comían
la tunas “chaveñas” y las “xoconostles”.
Aunque
Mauricio Magdaleno no fue su compañero, ya que iba un año
anterior, llevó mucha amistad con él. Contaba mi papá
que en una ocasión que vino ya de grande Don Mauricio y encontrándose
con el Maestro Zermeño (pintor) le preguntó por su parentesco
con unos Zermeño ”quienes hacían unos zapatos muy finos
de oscaria y de glaseé y también de vaquetilla, de los que
yo nunca usé porque esos eran para ricos; los míos eran unos
zapatones que costaban unos 3 o 4 pesos que hacía un tal Azpeitia,
que eran unos Zapatos apestosos....” al respecto mi papá contaba
que sus zapatos se los hacían en una tienda que se llamaba “La Guadalupana”
que estaba en la esquina de 5 de Mayo y Rivero y Gutiérrez en donde
se los hacían a la medida y les dibujaban el pié en
unas libretas largas; esa tienda era propiedad del señor Narciso
Lozano y de un señor Zermeño que eran socios.
También
me comentaba que sus compañeros le decían Alejo y una de
sus maestras le decía “chaleco” por Alejo y que un día mientras
que estaban haciendo unos dibujos la maestra le dijo: “ándale
chaleco léeles a tus compañeros unos cuentos de Salgari”,
estas lecturas que acostumbraban eran “Las Panteras de Argel” y “El
Filtro de los Califas”y que una de las veces se le acercó uno de
sus compañeros que era bizco y le dijo: “oye Topete que tanto queres
por el fieltro de los Califas” y él le comentó que
tenía que venderle los dos tomos ya que uno era la continuación
del otro y que no se llamaba Fieltro, se llamaba Filtro.. y él le
replicó “pos es que me gustó o cámbiamelo por algo”,
ya que también el intercambio de cosas era muy común entre
los compañeros, como canicas, reglas, lápices etc.
De los
juegos en la escuela eran muy acostumbrados el de la “obliga” o burro castigado
en donde uno se agacha y todos los demás le van diciendo una serie
de cosas y en los recreos se jugaba a la roña o con su maestro de
deportes practicaban el béisbol o el basquetbol, pero éste
último nunca le gustó porque daban muchos empellones y mejor
se retiró.
En la esquina
de su casa (Gorostiza y Rivero y Gutiérrez) era donde les gustaba
jugar a las canicas y había una tienda que se llamaba «La
Providencia», que era de un hombre que se vino a vivir aquí
procedente de Teocaltiche llamado Elías Ramírez, quien
vivía con su mamá una viejecita llamada Doña Cayetana
y su hermana Doña Pepa que era una mujer beata; también allí
conocieron una serie de personajes como a Doña Pancha que era una
tullida y le llamaban “Pancha la que se arrastra”; así mismo a un
tocador de guitarra y hasta compositor que se llamaba Juanito y le apodaban
“maturrilla”; en una ocasión su papá lo llevó a que
les tocara una serie de canciones viejas, éste era ciego y ponía
un sombrero para que le echaran veintes.
Conoció
a Pancho Villa personalmente por el año de 1914 cuando después
de la Convención éste se había quedado dominando la
Plaza, Un día “el joto Luis” (le decían así solo porque
era cocinero) los llevó a ver los trenes y las locomotoras
a la Estación y allí se encontraba el tren de la división
del Norte y salió Villa (como a unos 4 o 5 metros de donde estaban)
de uno de los carros y lo recuerda muy bien con un “sarakof” (gorra militar
de origen ruso y redondo), con un suéter blanco, muy grueso , pantalones
de montar y polainas y botines siempre con la postura de Villa, la mano
derecha “ en jarras” que era muy típica de él ya que sus
manos podían estar cerca de su pistola; estaba oyendo tocar una
banda, con unos instrumentos nuevos y relumbrantes, su director que se
llamaba Don Pomposo Caballero que fue el autor de “Tierra Blanca” una de
las marchas militares más bonitas que compuso éste señor
a raíz del triunfo de Villa , en la cadena de triunfos que éste
tuvo.
Su papá
tenía una huerta en la cuarta calle de “Santa Bárbara” hoy
de Emiliano Zapata donde a él y a sus hermanos junto con los amigos
les encantaba ir a jugar ahí y que el día que entró
Obregón a la ciudad un 10 de julio de 1915 estando en la huerta
fue por ellos “el joto Luis” cuando comenzaron las ametralladoras
en todo su fragor por el rumbo de La Merced, Luis fue por ellos para llevárselos
hasta su casa que se encontraba a cuatro cuadras y que seguramente a este
personaje le daba mucho gusto el ruido de las descargas porque se soltó
cantando.
Cuando
estaban luchando los villistas y los carrancistas al frente de Obregón
, recordaba mi papá que los yaquis iban descalzos con unos tamborcitos
que usaban para marchar e iban a pedir agua a su casa y que tuvieron que
poner una tina ya que venían sedientos. Todo esto sucedió
los días 8, 9, y 10 de julio de 1915 que salió Francisco
Villa de la ciudad y se acabó el villismo. El tenía 7 años
.
Siguiendo
con sus estudios, la secundaria y la preparatoria los cursó en el
que después fue Instituto de Ciencias (hoy Universidad Autónoma)
a un costado de San Diego.
Cuando
el tenía 17 años, por el año de 1925 muere su padre
de una afección pulmonar y se tiene que salir de estudiar y ponerse
a trabajar tal vez sintiendo la responsabilidad por ser el hijo mayor varón
que quedaba y por azares del destino llevó amistad con el Lic. Don
Carlos Salas López quien seguramente viendo su afición por
la historia le recomienda a mi papá que lea unos libros entre ellos
el de Don Agustín R. González que era el libro que se leía
de la historia local.
Comenzó
también entonces a escribir en una revista que se llamó “La
Voz del Pueblo” de Daniel García y después entra a dar las
cátedras de Historia de México en el 1°, 2° y 3er
año de la secundaria apoyado en los libros de Dn Alfonso Toro y
en la obra para secundaria de Dn Luis Chávez Orozco. Su sueldo era
de 30 pesos por clase mensuales así que hacían un total de
90 pesos por mes mas otro tanto de otros trabajos que obtuvo como el 1er
jefe de Archivo de la Secretaria de Gobierno.