LAS TENSIONES
Dos son las principales fuentes de tensi�n para los sacrificados. Una, asumen demasiadas tareas y renuncian al tiempo libre con tal de ayudar a los dem�s. No son capaces de �desengancharse� y sentarse a descansar con los pies en alto, salvo que se atrevan a �robar� un momentito. Y les cuesta recibir ayuda. As�, en ocasiones trabajan tanto que su salud termina resinti�ndose. La otra fuente de tensi�n es el rencor, cuando sienten que los dem�s no los comprenden, no los valoran ni los aman pese a todo lo que hacen. Sin embargo, son personas fuertes, tanto que pueden asumir las cargas ajenas adem�s de las propias. �As� es la vida, mal que me pese. Yo puedo hacerle frente�, dicen. A menos que se hallen al borde del colapso total, se van a remangar y para recuperar el equilibrio emocional seguramente van a echarle una mano a alguien que lo necesite.

EL YO (IN)DIGNO
La medida en que estos individuos buscan su identidad por medio de los actos de servicio puede revelar algunas de las incertidumbres que tienen sobre su propia val�a. Cabe preguntarse si seguir�an satisfechos consigo mismos si quedaran abandonados en una isla desierta. Es decir, �podr�an sentirse en paz con su conciencia si no tuvieran nadie a quien ayudar? Algunos sacrificados se creen indignos de recibir atenciones o de sentir placer. Por lo tanto, siempre tratan de conseguirlo, pagando con su comportamiento. Otros quiz� en lo profundo de su ser sepan perfectamente qui�nes son y qu� quieren para s�, pero tambi�n piensan que no deber�an satisfacer sus apetencias �ego�stas� sino m�s bien preocuparse por los dem�s.

EL TRABAJO: PRIMERO EL SERVICIO
El que territorio del trabajo es el �mbito en se sienten m�s c�modos, porque por medio del trabajo pueden hacer un servicio a sus semejantes. Se parecen a los concienzudos en que son competentes y no suelen pensar en el placer personal pues toda su atenci�n se la dedican al trabajo. Adem�s, al igual que los concienzudos, tienen un gran respeto por la autoridad. Si se les encomienda una tarea, seguramente se quedar�n trabajando toda la noche, e incluso los fines de semana, para terminarla. Toleran muy bien la labor rutinaria y tienen capacidad para adaptarse a muchas situaciones y condiciones laborales. Nunca se quejan de que �eso no me corresponde hacerlo a m�. Si es algo importante para el jefe, el c�nyuge, los hijos o la causa, lo van a hacer. Pueden llegar a poner un inter�s extraordinario en su trabajo, pero si no tienen tambi�n rasgos ambiciosos en su personalidad (seguros de s� mismos, por ejemplo), no sentir�n el imperativo de hacer carrera. Tampoco su labor estar� muy marcada por el �xito, como podr�a suponerse teniendo en cuenta la cantidad y calidad de su trabajo. La ambici�n personal, como se ha dicho, no es caracter�stica de estas personas. Para ellos es m�s importante el valor del trabajo mismo o de la persona para la que los hacen, que lo que puedan obtener ellos como beneficio. El sacrificado es capaz de dejarse la piel para lograr que gane su candidato, que se mejore su paciente, por albergar a los sin techo, pero nunca se detendr� a pensar: �Y yo, �qu� saco de provecho?� Su recompensa es la satisfacci�n que obtengan los dem�s. Este esquema altruista lo aplican en todos los niveles de trabajo, desde el servicio a la humanidad hasta el trabajo por un salario. Muchos individuos sacrificados, sumamente inteligentes y brillantes, se contentan con ser secretarios toda la vida (sus jefes pueden sentirse afortunados). Cualquiera que sea el empleo que elijan, demuestran que son juiciosos, dignos de confianza y poco exigentes. Sin embargo, no todos se sienten tan satisfechos. Los que tengan un gran talento y quieran progresar laboralmente tal vez se pregunten por qu� no han avanzado m�s. A medida que se acent�an los rasgos de esta personalidad, quienes los poseen pueden tener problemas para aprovechar las oportunidades de progreso que se les presentan, como tal vez las haya tenido tambi�n para aceptar el placer y ser el centro de atenci�n en una relaci�n. No les gusta pedir favores. Si se les presenta la perspectiva de alg�n trabajo, es probable que no hagan nada por conseguirlo. En vez de competir, no es raro que se hagan a un lado para que alg�n compa�ero reciba el ascenso o el aumento de sueldo. Pero con una personalidad equilibrada, el individuo moderadamente sacrificado se dar� el gusto de hacer una buena obra que lo har� sentirse mejor (aunque no necesariamente lo haga m�s rico).

UNA PALABRA PARA EL JEFE
Deber�a estar agradecido a sus empleados sacrificados por el incansable empe�o con que lo sirven. Quiz� se olvide de que esas personas est�n ah�, puesto que los sacrificados acostumbran colocarse en la sombra y nunca reclaman nada. Ser�a conveniente que les diera un aumento de sueldo, ya que ellos habitualmente no pedir�n lo que se merecen.

EL JEFE SACRIFICADO
En general, los sacrificados evitan llegar a los puestos directivos. Prefieren trabajar a las �rdenes de otro, y no tener la responsabilidad de controlar el trabajo de los dem�s. Pueden terminar siendo un mando intermedio gracias a su dedicaci�n al trabajo o a sus jefes. Es probable que les cueste delegar funciones y controlar que las cosas se hagan a tiempo, por lo cual muchas veces acaban haciendo todo ellos mismos y, por supuesto, sobrecargados de trabajo. Se identifican excesivamente con los problemas de los empleados, y se desviven por ayudarlos. Tal vez despu�s, cuando ven que los subordinados siguen poniendo poco esfuerzo en su labor, se enojen con ellos y los consideren unos ingratos. Otros jefes sacrificados a veces exhiben una arista desp�tica, pues esperan que los subordinados se sacrifiquen con la misma dedicaci�n al trabajo o a ellos como jefes.

CARRERAS Y EMPLEOS
El sacrificado deber� buscar un empleo en el que pueda satisfacer las necesidades de sus semejantes. Considere aptos los trabajos de servicio, carreras tales como medicina, psicolog�a, enfermer�a, asistencia social y, tambi�n, el sacerdocio; el trabajo de voluntario, la docencia, decoraci�n de interiores, el cuidado de ni�os, el trabajo de bibliotecario o las labores dom�sticas. Evite los empleos donde se le exija hablar en p�blico o ser el centro de atenci�n. A menos que posea una vena teatral o vivaz, no tendr�a que dedicarse al arte esc�nico. Si hay en usted rasgos creativos, puede pensar en ser escritor, corrector o autor musical, o bien dedicarse al arte comercial.
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