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Carlos von der Becke - Biología 16

El presidente prefiere que entendamos más a fondo la regla 3 y nos propone esta nueva pastillita.

MODULO I UNIDAD 3 CAPITULO 3

3 .CARACTERISTICAS QUIMICAS UNICAS

Los organismos vivientes estan formados por macromoléculas con las más extraordinarias características. Hay proteínas con funciones asombrosas; hay ácidos nucleicos que se perpetúan sin saber mucho qué pasa y sin presuponer la existencia de una molécula sabia, que conoce dos idiomas, y que traduce desde su idioma de las bases nucleicas al de las proteínas la información que consiguen alojar - se trata del t-RNA. Hay lípidos que, entre otras posibilidades, pueden constituir membranas, que tienen un exacto grado de fluidez para dejar pasar nutrientes y excretar desechos, fluidez que normalmente sería modificada por la temperatura, lo cual provocaría letalidad. Para evitar la muerte, la membrana consigue tener la misma fluidez cambiando un tipo de lípido por otro. Esto implica detener la fabricación previa y fabricar otro producto más adaptado (regla 25).

Muchas de esas macromoléculas son tan específicas y tan capaces, en forma única, de satisfacer una particular función, que aparecen tanto en el reino animal como en el vegetal, como en el curioso ejemplo de la rodopsina, que interviene en el proceso de captura de fotones.

No hay diferencia demasiado notable entre las biomacromoléculas y el resto de las macromoléculas de laboratorio no usadas por la vida, pero sin duda alguna, en condiciones abióticas (rayos, sol, etc.) las moléculas que se sintetizan son mucho más sencillas y de menor peso molecular. En los ambientes abióticos no se encuentran moléculas de propiedades tan especiales como las señaladas.

CONCLUSIONES RAZONADAS

Las reglas 23, 25 y 33 marcan el camino recorrido por la ciencia biológica en su búsqueda de la respuesta a nuestras grandes preguntas.

En resumen, el concepto de un volcán autoorganizado y de un torno sabio se combinan en la vida dando origen a un sistema muy especial, que es la célula viva, al mismo tiempo autoorganizada como el volcán y autorreplicante como el torno. La información para lograr esa maravilla es lo más valioso. Al volcán le falta la propiedad de autorreplicación ya que un primer volcán no sabe hacer otro. Al torno le falta un aspecto importante en su capacidad de autoorganización, ya que a su mensaje genético se lo dicta artificialmente su constructor. La vida unifica ambas propiedades. Propone una manera de combinar la autorreplicación con la autoorganización.

Ambos conceptos puros deben ceder algo para conseguir unificarse fertilmente, como se constata observando la realidad. La autorreplicación debe ceder para incorporar la recombinación genética con el aporte de dos sexos en las formas más avanzadas de vida. La autoorganización debe ceder para admitir un sistema más complejo (dos proteínas, con una de ambas como chaperona, varias especies de una cadena alimentaria con el eslabón de descomponedores) que sea el que realmente se organice sin reglamento externo. Recordamos nuestra definición de vida como sistema autorreplicante y autoorganizado al mismo tiempo, sistema sujeto a la regla 7.

En la lata con una lámina elástica cubriéndola, la formación de un embudo o cono con las bolitas era causada por la elasticidad de la lámina que permitía su estiramiento. El reglamento está en el material. En el caso de las proteínas, materiales especialmente flexibles para lograr muchísimos efectos de naturaleza mecánica, física y química, también el reglamento está en el material. Al contar con las proteínas, la autoorganización para la vida dispone de un auxiliar poderoso. Los materiales usados, son especialmente valiosos como elementos de esta combinación de propiedades no triviales que es la vida.

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