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India Contemporánea:

Saqueo Colonial y lucha por la Independencia

Luis César Bou

 

2.     El marco general.

En el siglo XVII, cuando se inició el comercio en gran escala entre India y Europa, era inimaginable la posibilidad del dominio de una sobre la otra. La India era un imperio más o menos centralizado, a cuyas costas acudían los europeos a fin de adquirir productos elaborados de alto costo, que cambiaban por metales preciosos. Su magnitud, densidad de población y desarrollo político y económico ponían a la India a cubierto de cualquier ambición de hegemonía por parte de Europa. De hecho, por su extensión y diversidad étnica ambos continentes son equiparables. Sir John Strachey, antiguo virrey, decía:

¿qué es la India?... Ese país no existe, y este es el primero y más importante de los hechos que podarnos aprender acerca de la India. La India es un nombre que damos a una dilatada región que comprende multitud de países diferentes. (Pouchepadass, 1976: 90)

Por supuesto que esta falta de homogeneidad era esgrimida por Strachey como una justificación a la presencia británica, pero no por ello deja de ser real. Esto se evidencia, por ejemplo, en el resultado del Censo Lingüístico, llevado adelante por los británicos en 1927, que dio como resultado la presencia de 179 lenguas y 544 dialectos. Si bien estas lenguas y dialectos son utilizados, en su mayor parte, por poblaciones muy restringidas, existes 15 lenguas mayores de gran importancia: hindi, urdu, punjabí, bihari, rajasthani, telegu, bengalí, marathi, tamil, gujarati, kannada, malayam, oriya, asamés y cachemir). (Pouchepadass, 1976: 90) Esta diversidad lingüística generó sus problemas en la pos-independencia, en relación a cuál debía ser el idioma oficial del nuevo estado. En principio, se pretendió que lo fuera el hindi, derivado directo del sánscrito, pero esto degeneró en un conflicto aun no del todo resuelto ya que las regiones que no utilizaban esta lengua se opusieron rotundamente. El resultado fue el mantenimiento del inglés durante largo tiempo como lengua oficial y su mantenimiento hasta hoy como lengua vehicular entre las distintas regiones lingüísticas.

Es difícil encontrar un elemento unificador que nos permita caracterizar la historia de la India. Territorialmente, las distintas unidades políticas que existieron a lo largo del tiempo nunca abarcaron la totalidad del subcontinente. De hecho, la India Británica fue la mayor entidad política que existió en la región. Las religiones son múltiples y también lo son las formas de asumirlas y practicarlas. Existe sí una ausencia de preocupación historiográfica que llega hasta bien entrada la época colonial. Esto se debe a que para la filosofía hindú, como para el budismo, la realidad no es más que ilusión (maya). El mundo verdadero es algo que únicamente puede hallarse a través de la introspección. Por lo tanto, lo que llamamos historia no es nada distinto a la ficción. De allí que los hechos históricos de la India antigua deban ser discriminados a través de la exégesis de textos literario-religiosos. La historiografía fue  un desarrollo de intelectuales indios que, en un principio, adquieren educación occidental y luego, por lo general, adhieren al nacionalismo. Esta última adscripción ha condicionado también a la historiografía, dándole un tinte esencialmente político. Recién en los últimos años surgió el movimiento de la Subaltern History, que pretende hacer una lectura histórica desde la perspectiva de las clases oprimidas.

En tren de caracterizar a la India, es indudable que si hay algo que atraviesa su historia hasta la actualidad es el sistema de castas. Generalmente se hace referencia a las cuatro castas admitidas por la religión hindú: brahmanes o sacerdotes, chatrias o guerreros, vaysas o comerciantes y sudras o campesinos. También se señala la presencia de un grupo numeroso que permanece fuera del sistema de castas y, por lo tanto, del conocimiento religioso: los parias o intocables. Además, se indica que el sistema de castas está fundamentado en la creencia en la trasmigración de las almas o reencarnación, y en el otorgamiento de una recompensa futura al fiel cumplimiento de los deberes de la casta, bajo la forma de la reencarnación en una casta superior. Todo esto puede ser cierto en un sentido teórico, si solamente tenemos en cuenta los textos de la tradición religiosa india, en su interpretación brahmánica. Más concretamente las Leyes de Manú, legislador mítico al que se le atribuye la explicitación del sistema. Pero la realidad es más compleja, miles de veces más compleja.

La realidad es que existen miles de castas en la India, a las que incorrectamente se denomina subcastas, como si fueran subdivisiones de las cuatro castas religiosas. Estos numerosísimos grupos son castas propiamente dichas, en tanto lo que los define es lo mismo que define a las castas, la endogamia. Se dice que, en total, existen aproximadamente 4800 castas en la India. Solamente el grupo de los brahmanes está subdividido en 1886 grupos endogámicos. Cada una de estas castas (así denominaremos de aquí en más a los grupos endogámicos) ha tenido, históricamente, el monopolio de una actividad económica determinada. Por ejemplo, dentro de las castas comerciantes existe una especialización en el comercio de determinados productos, en determinadas regiones, por cada una de las castas. Como se advertirá, esto constituyó una trama económico-social extremadamente compleja, y también frágil, ante la intrusión de elementos exteriores al sistema.

Exterior fue, al parecer, el origen mismo del sistema. Generalmente, se lo remonta a la intrusión en la India del grupo indoeuropeo de los arios, el cual se superpuso a las poblaciones drávidas preexistentes. Se piensa que a partir de allí el sistema avanzó en una progresiva diversificación. El propio término que designa a las castas, varna, significa también color, y sería una manifestación de protorracismo por parte de los arios de raza blanca hacia los drávidas mucho más oscuros.(Dumont, 1988)

Muy ligada al sistema de castas y a sus implicancias socioeconómicas está la cuestión del matrimonio por arreglo, en tanto éste debe concretarse dentro de un grupo que, a veces, es muy reducido. También tiene que ver con este tema la costumbre del matrimonio infantil, en tanto las familias tratan de asegurarse lo más pronto posible del futuro de sus hijos.

Las castas necesitan todas de algún grado de organización interna, en tanto es preciso que la cuestión del parentesco y matrimonio esté perfectamente organizada. También necesitan organización para regular el otro aspecto de la casta, el económico. Las formas que adquiere la organización de la casta son variables, en tanto la extensión geográfica en que se encuentra cada una de ellas es muy diversa, y también en tanto la actividad económica a regular requiera un mayor o menor control. Hay castas campesinas que están muy restringidas territorialmente, no encontrándoselas más que en unas cuantas aldeas vecinas entre sí. Por otra parte, las castas comerciales se encuentran dispersas a lo largo y a lo ancho del subcontinente, pero no se encuentra más que a unos pocos de sus integrantes en un territorio, a veces, muy vasto. En general, la dirección de la casta se ubica en el lugar geográfico más acorde a los movimientos de sus integrantes. Esta dirección es comúnmente colegiada, siendo integrada por los jefes de los principales linajes. Su accionar e injerencia en cuanto a la vida cotidiana de los individuos es también muy diverso.

Por supuesto que las castas son también grupos dentro de los cuales se ejerce una solidaridad económica activa. Este aspecto es quizá el que, en mayor medida, explica su persistencia en el tiempo. En tanto que miembro de una casta determinada, un individuo es acreedor de un soporte económico, por parte de los otros miembros, cuando la situación se hace difícil. También su inserción económica está resuelta, para bien o para mal, desde el momento de su nacimiento.

Por supuesto que en la actualidad, y sobre todo en el medio urbano, las cosas han cambiado bastante en estos aspectos. Pero aún hoy la mayor parte de los matrimonios se realizan dentro de la misma casta. Y, aunque las castas ya no monopolicen determinadas actividades económicas, siguen siendo grupos de solidaridad en ese aspecto.

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© Luis César Bou

 

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