Nicholas O'Halloran

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Grata noche oscura

GRATA NOCHE OSCURA

Callad ahora, seres de la noche.
Callad ahora que la luna,
por fin,
ha venido en mi auxilio.
Callad ahora que el sol ha muerto:
respetad su descanso y su memoria.

Cesad en vuestros cantos,
aves de paso.
Dejad que el silencio de estos bosques
nos envuelva.
Dejad que nos emborrachemos
con las jaras,
con las flores,
con los aromas locos de la nada.

Muera en el silencio de muerte
el mundo de insectos
que aún vive.
Sólo silencio solo...
nada más en derredor.
Sólo la luna, tú y yo...
y ese débil resplandor
que desprenden nuestros cuerpos.

Tiznen nuestros rostros las cenizas
de incendios arcanos,
y vuelvan a la memoria
recuerdos de rituales paganos.
Celebremos la muerte y la locura,
y odiemos la vida...
pues a eso nos empuja hoy
esta luna
blanca...
fría...

Frío de luna es tu rostro...
Frío de muerte tu barbilla,
tu mortaja carnosa que,
tenue,
brilla
con reflejos de rayos de sombra.

Acércate a mí, compañera nocturna.
Sean tus brazos míos,
mis manos tuyas...
sea tu pecho reposo,
mi pecho el lecho
de tu melena.
Seamos solos tú y yo,
y esta luna
que no nos dará nada,
porque nada posee
ni queremos poseer.

Corramos desnudos entre las peñas,
buscando un quién sabe qué lejano.
Me ofreces tu risa... alargo mi mano
y la robo a puñados de tus labios.

Sea la locura única ley esta noche.
Caduquen los códigos y las normas
mientras desnudos arañamos nuestra piel
con la demencia del que se sabe desposeído.

No nos busque ningún recuerdo,
pues no hay memoria.
Todo quedó atrás, junto la ropa...
sólo hay cuerpos,
cuerpos locos que la noche y el bosque
destrozan,
aunque de ellos no tengamos sufrimiento.

Sólo cuerpos, piel, huesos, voces...
sólo gritos que horadan la noche muerta
con un grito absurdo de vida
que nadie oye porque nadie quiere oírlo.

Sólo cuerpos desnudos, carne tibia,
cálida y suave piel sobre la mía...
Nada más que eso en el bosque,
en la noche fría...
en la noche que la luna
nos cede en préstamo.

(Cuando la resurrección del sol se llegue
y nos vuelva la cordura,
nuestras pieles llevarán los rastros
de esta grata noche oscura.
Será todo lo que nos quede,
lo único que guarde el recuerdo...
las risas, los sudores, los besos,
morirán con la luna...
los lamentos...
ésos...
nunca mueren)

Acércate a mí, compañera nocturna.
Sean tus brazos míos,
mis manos tuyas...
sea tu pecho reposo,
mi pecho el lecho
de tu melena.
Seamos solos tú y yo,
y esta luna
que no nos dará nada,
porque nada posee
ni queremos poseer.
Curvas. Fotografía de Rudolf Seves
 

 

 

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