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Article 1
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Fiebre
Amarilla en el mercado de directorios. |
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Porqué
las editoras pequeñas de guías amenazan
comer parte del mercado de las grandes.
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Todos
los profesionales del mercado de directorios están
de acuerdo en que éste ha cambiado mucho en la
última década. El aumento de la competencia
ha marcado este cambio que se inició con las
privatizaciones de las empresas de telecomunicaciones
en general y fue impulsada con el avance tecnológico
del sector gráfico.
La creciente facilidad en el manejo
de las bases de datos y de los anuncios publicitarios
estimula naturalmente el aumento de esta competencia,
permitiendo que prácticamente cualquier persona,
hoy en día, pueda hacer una guía local
o sectorial sin grandes problemas técnicos. Así,
el servicio añadido al producto "guía
telefónica"se convierte cada día
más en la clave de éxito en este negocio.
Antes de proseguir, recordemos que
las compañías del sector de publicidad,
por ejemplo, los periódicos, revistas, canales
de televisión y las propias guías clasificadas,
poseen dos tipos de clientes: los usuarios del servicio
(lectores, telespectadores, etc) y los patrocinadores
del mismo (los anunciantes). En una especie de simbiosis,
las tres partes implicadas dependen unas de las otras
para satisfacer sus necesidades. Desgraciadamente para
las editoras, sus dos clientes (usuarios y anunciantes)
ahora tienen un creciente poder de pugna, propiciado
por la incesante entrada de competidores en el mercado
y por el proceso de segmentación que sufre éste,
quedando en desventaja en esta simbiosis de intereses.
Desde que Theodore Levitt planteó
en su célebre miopía de marketing "...usted
no vende petróleo sino que le compran energía",
el marketing cambió su enfoque y se orientó
definitivamente a partir de la demanda. De esta manera,
la mayoría de las editoras ya saben que su servicio
no es simplemente imprimir y distribuir guías
telefónicas como antes ni tampoco vender anuncios
por todos los rincones del país, sino proveer
de información actualizada, práctica y
accesible al usuario, garantizando al mismo tiempo un
servicio eficiente y rentable a los anunciantes.
Aun así, el servicio prestado
por las editoras actuales pasa por un momento histórico
de auto análisis. Nadie sabe muy bien cuándo
acabará el ciclo de vida de este servicio ni
si una caída eventual de la facturación
representa falta de eficacia de la compañía,
reflejo de la recesión económica o realmente
el indicio de que hemos entrado en el último
periodo del ciclo de vida de este negocio centenario.
En la década pasada muchos consultores anunciaron
que el servicio sucumbiría rápidamente
ante la llegada de Internet. Hoy ya sabemos que no acabará
del todo sino parcialmente y que este suceso no ocurrirá
súbitamente, ni al mismo ritmo en mercados distintos,
debido a que la tasa de penetración de Internet
en los hogares sigue variando de manera significativa
de región en región, aunque dentro de
un mismo país. Además, el hábito
de hojear las páginas de una guía buscando
un proveedor todavía estará presente durante
al menos dos o tres generaciones: las que crecieron
y crecerán desconectadas de la red.
Ante esta complicada situación,
surge una dura batalla para las grandes compañías
del sector: el crecimiento cualitativo y cuantitativo
de los servicios prestados por las pequeñas y
medianas editoras. El éxito comercial de muchas
de estas compañías no se debe sólo
al hecho de que éstas presten un servicio más
cuidadoso y más barato al anunciante, sino también
al de que ellas sepan adaptarse más rápidamente
a las necesidades cotidianas y locales de los usuarios.
Por otra parte, la distribución selectiva adoptada
por la mayoría de estas empresas reduce de forma
significativa sus costes de papel, sin que el anunciante
pierda demasiada rentabilidad sobre su inversión
publicitaria, incrementando así los beneficios
generados por la compañía y permitiendo
los citados precios más accesibles a los anunciantes.
"Pensar globalmente y actuar
localmente" viene siendo el lema usado por muchos
administradores de grandes editoras, ante la urgencia
de atender a este nuevo y exigente mercado. Desafortunadamente,
en este caso, actuar es mucho más difícil
que pensar. ¿Qué puede hacer una gran
editora, que ha actuado siempre a nivel "global"
para atender eficientemente a un insignificante anunciante
que desea cambiar su negrita de azul a verde? ¿Qué
hacer con los insolentes usuarios del barrio X que prefieren
una guía A5 en vez de el tradicional A4? Aunque
no lo parezca, éstas son tareas difíciles
para las grandes editoras a raíz del modelo de
gestión adoptado por la gran mayoría de
ellas y del concepto que tienen del mercado actual.
Muy sabiamente, el profesor Henry
Mintzberg identificó, en 1979, los distintos
modelos de gestión presentes en el mercado global
actual, definiendo como machine bureaucracy o "burocracia
mecanizada" los modelos de gestión adoptados
por muchas compañías grandes, especialmente
las compañías estatales, no significando
sin embargo que éste sea un mal modelo de gestión.
Dependiendo del sector y del mercado donde se incluya
la compañía, este modelo es realmente
lo más adecuado.
Entretanto, las grandes editoras actuales,
herederas de este modelo de gestión usado por
las compañías telefónicas estatales
de ayer, encuentran dificultad al intentar actuar a
nivel "local". Éste modelo debe ser
cuestionado por los accionistas y directores que hoy
ven a sus compañías amarradas en una estructura
interna altamente regulada, controlada y jerarquizada,
perdiendo terreno frente a las pequeñas y ágiles
editoras de la nueva economía que pueden cambiar
su producto y estrategia de marketing en un par de reuniones.
Al mismo tiempo, se detectaría un potencial problema
de coordinación interna si una gran editora comenzase
a crear guías locales y/o sectoriales indiscriminadamente
para satisfacer a sus usuarios y anunciantes, pues todos
los departamentos de la compañía necesitarían
adaptarse rápidamente a sus nuevos productos,
principalmente los vendedores. Éstos, que han
vendido sus anuncios "fuera de columna" durante
muchos años, ahora tendrían que vender
anuncios para tantos mercados y ámbitos distintos
que fácilmente le confundirían a él
mismo y a sus clientes.
No debo ni quiero ilustrar aquí
los demás modelos de gestión existentes
para hacer frente a tan importantes desafíos.
No obstante, no hay duda de que la puesta en práctica
de estas filosofías requiere mucho coraje del
cuerpo directivo y mucho compromiso de toda la organización
con el nuevo modelo.
En definitiva, prefiero sugerir que,
para empezar, estas compañías sean más
humildes y aprendan de las editoras pequeñas
a tratar mejor a sus clientes a la vez que entiendan
que el mercado local es un nicho de mercado distinto
del suyo, no entrando en el paradójico juego
de intentar ser más local que las locales, porque
ésta nunca podrá ser la ventaja competitiva
de una gran editora.
Por último, para concluir este
"indigesto" razonamiento, me quedo con la
idea de que "si no puedes con tus enemigos, únete
a ellos" de modo que, la mejor salida para este
complicado puzzle sería que las grandes editoras
jugasen en el mismo campo que las pequeñas, utilizando
una de las tres siguientes estrategias: la franquicia
de marca para uso local, la adquisición de pequeñas
editoras locales ya operativas o la creación
de una red de pequeñas editoras de guías,
que actúen eficientemente como tal, sin que sean
contaminada con la cultura burocrática de la
matriz.
Estas pequeñas editoras crearían
su propia marca de guías locales, obviamente
disputando parte de los clientes potenciales con la
empresa madre. Las grandes editoras, en cambio, deberían
intentar proteger su heredado nicho de mercado del ataque
de las otras grandes editoras extranjeras, produciendo
guías grandes, completas y de amplios ámbitos
geográficos, aunque sea necesario reducir la
máquina administrativa y la tirada media para
aumentar la rentabilidad.
Personalmente, el sistema de franquicia
me parece más estimulante por evocar el espíritu
emprendedor del franquiciado, que compartiría
riesgos y capital con la gran editora, además
de luchar con ahínco por la rentabilidad de la
empresa local. Sin embargo reconozco que la tarea de
crear una empresa con marca y administración
autónoma para desarrollar los nichos locales
de anunciantes es una opción igualmente atrayente.
Esta discusión, no obstante, ya seria tema de
otro análisis.
Newton M. Campos
Newton
es economista por la Universidad Católica de
São Paulo y posee un MBA por el Instituto de
Empresa en Madrid, con especialización en Mercados
Emergentes por el Indian Institute of Management de
Calcuta.
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