El Sacrificio Humano en el contexto religioso prehispánico y su vinculación con el juego


En este contexto, mucho se ha hablado en innumerables foros sobre la existencia del sacrificio humano dentro del “Juego de Pelota”; esta es una práctica regular, de los pueblos de la América Nuclear y no siempre ligada a una esencia bárbara, como muchos Historiadores y Arqueólogos Europeos o Norte Americanos han señalado. Esta práctica, es referible a una esencia cosmogónica, que unía a los seres humanos con su cosmos y sus creencias religiosas, a fin de ilustrar de alguna manera este singular precepto; nos podemos referir a esta práctica, remontándonos a un extracto de la leyenda Tolteca del “Quinto Sol” que da origen a la vida y al hombre:

Los dioses crearon la tierra, con sus montañas, volcanes, llanuras, los ríos y los mares, así como la nieve y la arena. Habitaban en este primer entorno, hombres gigantescos que se movían torpemente en la oscuridad. Tezcatlipoca, señor del cielo nocturno se convierte en el primer sol o “Sol de Tigre” a pesar de esto, en la tierra siempre había bruma y oscuridad, así los tigres devoraron a los gigantes.

El segundo sol o “Sol del Viento” lo representa Quetzalcoatl, pero su hermano y enemigo Tezcatlipoca lo derriba, soltándose un viento que arrasa la tierra, convirtiendo a los hombres hechos de ceniza en monos.

Los dioses creadores colocan a Tláloc “Señor de la Lluvia” como el tercer sol, pero lo que llovió fue “Fuego Celeste”, los volcanes se despertaron y la tierra fue abrasada, por lo que los hombres se convierten en pájaros para huir.

Quetzacoatl, coloca a la diosa Chalchiuhtlicue “Falda de Jade” y “Diosa del Agua” como el cuarto sol, pero Tezcatlipoca; el hechicero, hace que llueva continuamente, hasta inundar la tierra, ahora los hombres se convirtieron en peces.

Nuevamente el mundo estaba frío y oscuro, se había quedado sin sol. Entonces cuando aún era de noche... Cuando no había luz... se convocaron los dioses allá en Teotihuacan...

Para la creación del quinto sol. Se ofrecieron dos dioses: Tecucitécatl “Señor de los Caracoles” y Nanahuatzin “El Purulento” pobre y humilde. Ambos hicieron penitencia, preparándose para el sacrificio de arrojarse a la hoguera que los transformaría en el sol.

Ostentoso, Tecucitécatl, ofreció riquezas de coral y jade, ofertando Nanahuatzin su propia sangre en espinas de maguey.

Llegando el momento Tecuzitécatl vaciló y Nanahuatzin se arrojó al fuego, el primero avergonzado lo siguió, naciendo así, el sol y la luna.

Pero ni el sol, ni la luna se movían, gritando los dioses. Sacrifiquémonos, ¡muramos todos! Para que el sol se mueva.

Los hombres habían merecido la existencia gracias al auto sacrificio de los dioses, por eso se llamaron macehuales, es decir “merecidos".Y es por este merecimiento que el sacrificio representa el regreso de la vida a los dioses para crear más vida en la tierra.

Con este ejemplo, nos daremos cuenta que el sacrificar vidas humanas, sólo era una manera de devolver favores y al bañar con sangre las canchas de “Juego de Pelota”, se invocaba la protección divina ahora bien; no en todos los casos se llevaba a cabo esta práctica, sino solamente en los juegos que, se ofrecían en fiestas religiosas solemnes y especiales; aunque los jugadores, casi siempre al prepararse para jugar se sangraban así mismos y solo en ciertas partes de su cuerpo como nariz, labios, lengua dedos y penes, para ofrecer un sacrificio personal a cambio de lograr la victoria; esto refleja el profundo carácter religioso y cultural de juego, entrañablemente arraigado en el ánimo popular de la época y que, congregaba a su al rededor a una gran cantidad de personas tanto cuando se jugaba de manera solemne, como en los juegos públicos en los que los asistentes, se divertían teniendo inclusive jugadores favoritos, ejemplos de esto, se aprecian en relevantes muestras culturales.

Poblados están códices y escritos, sobre estos rituales que lejos de ser bestiales y sangrientos, estaban revestidos del mas alto sentido religioso, como tal el “Juego de Pelota” no estaba exento; como pinturas y relieves así lo demuestran, ejemplo palpable es el bajorrelieve de Chichen Itza donde, el personaje central es el jugador decapitado, del que surgen 7 torrentes de sangre que, al tocar la tierra se convierten en la planta del maíz, que da origen al hombre. O también el juego de pelota entre Tezcatlipoca rojo Y Tezcatlipoca negro, (noche y día), detallado en el códice Borgia, bajo estas situaciones podemos tener una situación cultural y religiosa, aunada a las creencias de vida y muerte entre los pueblos prehispánicos, en donde en la actualidad podemos aseverar que, a quien se sacrificaba era al ganador de la justa, ya que con esto, se lograba el más alto honor al que un hombre podía aspirar; por lo que, queda descartado que fueran los perdedores los que se sacrificaban; ya que esto, sería entregar a los dioses hombres imperfectos o indignos. De esta manera, podríamos comparar lo anterior, con los juegos gladiatorios en el antiguo Imperio Romano, en cuyos escenarios se presentaban luchas específicas o representaciones de batallas, que le dieron su gloria a tan importante Cultura Europea, aun cuando aquí quien era sacrificado, era el perdedor o esclavos.

Parte de la importancia del sacrificio propiamente dicho, se observa de manera tacita en la última parte del Codicé Bórgia, en donde se representa la ofrenda de corazones ensangrentados para alimentar al sol.




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