LOS JUGADORES: Por las anotaciones y registros realizados, por Sahagún, sabemos que a la llegada de los españoles, los jugadores, eran por lo general miembros de la clase dominante. Aun cuando, habían también, jugadores profesionales, quiens por lo regular, eran gente del pueblo, que gracias a sus habilidad, conseguían hacese de bienes y una mejor posición social, al estar bajo la protección de algun señor o príncipe.

Tenemos también los registros de Durán, que señalan lo siguiente:"...jugaban por vía de interés y vicio, poniendo toda su felicidad y conato en no perder, sino ganar, como hombres tahures, que no era otro su oficio, ni comían de otra cosa, ni tenían otro ejercicio sino éste... De esta manera andaban éstos de ordinario, pobres y mal aventurados, sin sembrar, ni coger, ni entender en más de en jugar".

Los hombres que medían sus habilidades en el juego vestían hermosas capas tejidas con ricas plumas, cascos de cuero duro adornados con plumas de quetzal, y llevaban tanto brazaletes como manoplas de piel gruesa, pectorales, mentoneras y protectores pintados en negro y rojo. En un inicio era practicado por los jefes principales, como los tlatoanis, los sacerdotes y los guerreros, ya que solamente ellos merecían aprender las reglas. Por ser la pelota, echa con hule, los jugadores debían proteger sus órganos más delicados con gruesos cinturones, rellenos de tela y cubiertos de piel, que amortiguaban el peligroso impacto de la pelota. El cuidado de los antebrazos se lograba con bandas hechas también de algodón y de cuero, mientras que las manos se envolvían con tiras de piel de venado, muy curtidas. De este material se hacían las bandas que sujetaban los glúteos para impedir que en las caídas y sentones, esta parte del cuerpo sufriera daños. Los talones y las rodillas se envolvían también con pedazos de cuero. También utilizaban en las ocasiones más solemnes, se portaba un yelmo o casco hermosamente labrado o trabajado con plumas de aves preciosas.

Durante la noche anterior se rendía homenaje en los altares de los dioses, con la finalidad de ganar su favor y con esto obtener el poder mágico necesario para vencer en el tlachtli. La entrada de los jugadores al tlachco era acompañada por los rítmicos sonidos de los teponaxtli y los cascabeles, las flautas y sonajas. Las danzas y la música se mezclaban en este mágico ritual con el que se reverenciaba a los dioses para merecer sus favores y lograr la victoria.

LAS REGLAS: Por las crónicas que han llegado a nuestros días, gracias a Durán, Sahagún, Torquemada, entre otros; sabemos que los jugadores, se apostaban en el campo de juego, el cual estaba dividido por una línea pintada en negro o verde, aun cuando en algunos codices, se observa la cancha dividida en 4 secciones. Al momento de empezar el juego, se debía impedir, que la pelota saliera por las banquetas y/o los grandes taludes, ya que de suceder esto, se contaba como una falta o punto malo. Se sabe que los jugadores mas diestros se ponían frente a frente y empezaba el rebote, habiendo tal destreza que podía pasar hasta una hora continua de rebotes y golpes sin que se cometiera falta alguna.

Se obtenían puntos, a medida que la pelota, golpeara los diferentes marcadores, dispuestos a lo largo de la cancha, no obstante, al momento, de que un jugador lograra pasar la pelota, por uno de los anillos marcadores, se daba por terminado el juego, dandole la victoria, al equipo, del mencionado jugador.

LA PELOTA: Por las descripciones de Sahagún, Durán, Molina y Oviedo, que han llegado hasta nuestros días, sabemos que la pelota era de hule, extraído de la sabia de varias especies vegetales, y tenía un diámetro aproximado de entre 10 y 12 cm., y un peso entre los 4 y 6 kgs.

En cuanto al número de jugadores este variaba según la zona y el tipo y finalidad del mismo, pudiendo ser 1 vs. 1, 2 vs. 2 así hasta equipos de 5 jugadores cada uno, aunque en algunas ocasiones, se veían disputas 3 vs. 2 sobre todo en juegos que se daba ventaja pactada por apuesta.

Durante el juego, se hacia llegar la pelota a los marcadores, los cuales podían estar colocados en la tierra o pasto de la cancha, o entras ocasiones eran representados por monolitos, esculturas labradas o piezas adornadas en forma de “Yugo”, el juego terminaba repentinamente en el caso de las canchas con Tlachtemalacatl, cuando la pelota lo atravesaba, lo cual ocurría en muy contadas ocasiones, por lo regular acababa al lograr el número de tantos a los que había sido pactado, o los que el ritual religioso lo estipulaba.

Hoy en día sabemos, gracias a los códices, murales y referencias históricas, que la técnica de juego, consistía en golpear la pelota, ya fuera con caderas, rodillas, muslos cabeza, etc., pero nunca con la mano.

Dentro de sus características el “Juego de pelota”, podría llevarse a cabo de muchas formas y con distintos fines, y su práctica llegaba a ser tan generalizada e importante, que los principales señores o caciques tenían entre sus esclavos y vasallos jugadores profesionales, ya sea para su beneplácito personal, o para lograr un estatus social o ganar grandes riquezas mediante la apuesta.

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