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030616


Carpe Diem

Fraude, o seguridad social
Luis Figueroa
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“Cuando un negocio malgasta todo el dinero del fondo de retiros de sus empleados, a eso se le llama fraude; pero cuando nuestro gobierno hace lo mismo, a eso se le llama seguridad social.”  Así decían unos carteles que el Partido Libertario de Chicago distribuía a mediados de los años 90.

El texto de los carteles continuaba así: “¿Todavía cree, usted, que el dinero que lo obligan a aportar al seguro social está siendo invertido para cuando usted se retire?  La verdad es que está siendo gastado en muchas cosas, por un gobierno que necesita echar mano de sus ahorros para pagar el déficit presupuestario que él mismo ha creado mediante desperdicios y mala administración.  Los miles de dólares que usted ha pagado durante su vida laboral no estarán ahí cuando usted tenga 65 años. “  Y continúa: “Si esto lo enoja a usted, como nos enoja a nosotros, visite nuestro sitio Web y ayúdenos a que el barco cambie de dirección antes de que se estrelle y se hunda, como aquél que chocó contra un témpano de hielo.”

¡Qué amargamente identificados con aquella situación nos vemos los guatemaltecos!  

Aquí, el dinero que aportamos al Seguro Social, durante nuestra vida de trabajo, ha servido para apuntalar la política crediticia y sostener una estabilidad económica de fantasía.  Ha sido utilizado para satisfacer las demandas del déficit fiscal.  Ha sido usado para mantener bancos a flote. Ha sido abusado para convertir en millonarios y magnates de los bienes raíces a diputadillos y funcionarios mediocres.  ¡Y no va a estar ahí cuando la mayoría de nosotros lleguemos a los 65 años!

¿Cómo enderezamos el rumbo del bote?  Devolviéndoles, a las personas, la propiedad y el control de sus ahorros para la vejez, la viudez, y la invalidez. 

¿Por qué? Pues porque en el sistema anacrónico que utilizamos el cuchubal es de todos, y como es de todos resulta siendo de nadie.  Por eso es que la mayoría de los  miembros de los grupos de interés que integran la junta directiva del IGSS llegan ahí a sentarse, cobran sus dietas y no se enteran de nada (en el mejor de los casos; porque en el peor, se adhieren al saqueo).  En cambio, si usted es dueño y controla sus fondos de retiro, como controla sus ahorros mediante una libreta, o como cuida su presupuesto cuando va al supermercado, ¿va usted a dejar que se lo engañen fácilmente?

Además, el sistema anticuado que utilizamos funciona como una pila de lavar en la que la cantidad de agua que entra por el chorro es menor a la cantidad que sacamos con la palangana y la cantidad que se fuga por las grietas.   Cualquiera sabe que esa pila se va a quedar vacía.   Por eso es que los sinvergüenzas que administran el seguro social aumentaron la base de contribuciones y elevaron la edad de retiro.  Con eso ampliaron el chorro de entrada, pero su corrupción hizo crecer las grietas. Al final, el dinero que usted ha aportado no va a estar ahí; pero si es de los afortunados podrá ir a hacer colas de dos horas para recibir su pensión de Q. 75 mensuales.

Si usted es dueño y controla sus ahorros para casos de necesidad extrema, por medio de su libreta en una administradora de fondos de pensiones, el dinero es suyo y de nadie más.  Usted controla el chorro de entrada, los palanganazos y está atento frente a la grieta más mínima.

Alguien dirá que de todos modos en el sector privado no se elimina la posibilidad de fraudes y pondrá ejemplos.   Esto es verdad, pero si ello ocurriera, al estar desconcentrado el seguro social, el fraude en una administradora no afectaría a todo el sistema como ocurre ahora.  Usted, como propietario directo estaría interesado en perseguir y castigar a los culpables.  Los gerentes de administradoras de fondos de pensiones no gozan de antejuicio.

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