belleza, control, perfección

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la condesa bathory

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Bathory thinspo
 El ansia por la eterna juventud y el afán por conseguir el control sobre el propio destino a través de la belleza perfecta no es cosa de hoy en día. Ha acompañado a la humanidad, al menos, desde que existe la civilización. La idea de obtenerlas mediante un hechizo o un bebedizo es una constante histórica entre los griegos, los persas, los romanos, los indios, los árabes y los chinos. Aparece en la mitología nórdica. Herodoto ya habló de unas "aguas" muy especiales en Egipto. Los alquimistas buscaban afanosamente el Elixir de la Juventud, identificado a menudo con la Piedra Filosofal, tanto en el mundo cristiano como en el islámico. Se conquistaron imperios buscando la Fuente de la Eterna Juventud.

 Por otra parte, la idea de que es posible adquirir las características físicas o psíquicas de otra persona (e incluso de un animal) consumiendo su carne y su sangre nos ha acompañado desde el Paleolítico. El canibalismo ritual, utilizado por centenares de pueblos a lo largo de los milenios, está basado en este concepto. En la misa católica, sin ir más lejos, se consume simbólicamente "el cuerpo y la sangre de Cristo" en forma de pan y vino.

 La Condesa Báthory era una mujer extremadamente culta, con acceso a toda clase de información, que vivía a caballo entre Oriente y Occidente. Expuesta al peligro de la vejez, la fealdad y las enfermedades, rodeada de muchachas jóvenes y bellas, no resulta tan extraño que uniera estas dos tradiciones para crear su propio monstruo. Su enorme poder feudal, donde nadie preguntaría por el destino de las siervas de una rica condesa, lo hizo posible.

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