El error fundamental que llevó a la
condesa Báthory a la destrucción fue matar a niñas
y muchachas de la nobleza menor. Mientras asesinó a plebeyas,
todo le fue bien, porque el pueblo llano no podía ni
soñar con denunciar a una aristócrata tan poderosa como
Elizabeth. La nobleza y la burguesía adinerada, en cambio,
gozaba de algunas herramientas de poder que finalmente la condujeron a
la perdición.
Sin embargo, otros factores contribuyeron
decisivamente a su caída. Son los siguientes:
- La condesita
impaciente. Elizabeth deseaba resultados de inmediato, y eso le
hizo matar y asesinar a muchas más chicas de las que
habría necesitado si hubiera actuado más progresivamente.
- Matar
demasiado. Podría haber obtenido la misma cantidad de
sangre con muchas menos víctimas, si sólo las hubiera
dejado reponerse entre extracciones y hubiese tenido algo más de
tiento durante las sesiones. Fue esta carnicería la que le
llevó finalmente a echar mano de las niñas de la nobleza,
al haber agotado las plebeyas.
- Exceso de
ayudantes. Como cualquier otro aristócrata de la
época, Elizabeth tenía muchos mayordomos, criados,
camareras, sirvientes, auxiliares y gente de toda clase a su alrededor.
Evidentemente, muchos ojos son muchas bocas, y los rumores pronto
corrían por toda la región.
- Muchos
descuidos. Elizabeth cambiaba rápidamente de
carácter y deseos, por lo que nunca llegó a seguir un
verdadero plan. Esto anuló el secreto, debilitó la
seguridad y en último término la hizo tomar a las
jóvenes nobles sin tener una estrategia para justificar su
desaparición, ni para huir en caso necesario.
- Mantenerse
apegada a lo sobrenatural. Elizabeth nunca se dio cuenta del
todo de que su método era fundamentalmente mundano. Eso le hizo
consumir grandes recursos en ritos, plegarias, conjuros, brujos,
brujas, adivinos, nigromantes y toda clase de gentes y detalles que
debilitaban aún más la seguridad.
- Enemistarse con
el
Rey Mátyás.
Si una viuda
con grandes posesiones debía tener cuidado con los monarcas
codiciosos, Elizabeth participó además en toda clase de
conjuras políticas de su tiempo. Sin mucha suerte. Incluso antes
de ser acusada de los crímenes, ya había voces poderosas
que exigían su procesamiento por alta traición.
Sólo era una cuestión de tiempo que cayera por un lado o
por el otro.
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