El Milagro
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Teniente Roger Cotrina. |
Los procedimientos de emergencia no estaban dando los resultados
esperados. Una gran tragedia parecia inevitable, pero a bordo del
submarino estaba a punto de suceder un hecho inexplicable.
Crisis en el B.A.P.
Gran parte de la tripulación tenía puestos sus chalecos
salvavidas y debido a los golpes de las olas algunos caían
al mar y otros se arrojaban y nadaban para alejarse de la succión
del submarino al hundirse.
Luego de dudarlo por unos instantes Cotrina regresó al interior
del submarino para ayudar a los que aún se encontraban adentro
luchando por salvar la nave.
La orden principal en el interior era la de colocarse los chalecos
salvavidas y evacuar el submarino.
Se inicio la evacuación, pero cuando el cuarto tripulante,
de apellido Panana, se disponía a salir, una gran cantidad
de agua ingresó por la escotilla, haciendo caer a los que
aun estaban dentro.
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Escotilla similar a la del B.A.P. Pacocha |
Panana intento salir del submarino pero su pierna quedó
atascada en la escotilla superior. La nave seguía hundiéndose
y arrastraba al marino con ella. En medio de la oscuridad del mar,
solo podía sentir que el agua fluía de abajo hacia
arriba a través de su rostro.
En medio de su desesperación Panana exclamó en su
mente: Dios mío, ayúdame, Dios mío, ayúdame.
De pronto sintió que la escotilla que aprisionaba su pierna
se abría y pudo nadar a la superficie y juntarse a los otros
tripulantes que flotaban en el mar.
Dentro del submarino, la cantidad de agua que ingresaba hacía
imposible que se continúe con la evacuación. Cotrina
sintió de pronto un golpe en el rostro; era la pierna de
Panana que estaba atascada y luchaba por desengancharse de la escotilla.
En un primer intento Cotrina trato de abrir la escotilla pero no
logró ni siquiera moverla pues la presión del agua
lo hacia muy difícil. Volvió a intentarlo y consiguió,
con mucho esfuerzo, liberar a Panana pero a la vez recibió
el golpe de una gran masa de agua que ingresó con tanta fuerza que
lo hizo caer desde una altura de tres metros.
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El Milagro
Cotrina quedó muy aturdido por el golpe, pero al oír
el ruido que hacía el agua al golpear contra todo lo que había
a su paso, rápidamente recordó que la escotilla había
quedado abierta y tenia que cerrarla.
El oficial se levantó e intentó acercarse a la escotilla
pero el caudal lo arrojó contra una pared que se encontraba a 3
o 4 metros de distancia.
Fue una caída muy dura, casi no podía respirar, el
agua lo revolvía y la oscuridad no lo dejaba ver nada. Una
serie de imágenes vinieron a su mente: escenas de su infancia,
de su adolescencia, de la época en el colegio militar, etc.
Repentinamente aparece en la mente del oficial la imagen de Sor
Maria de Jesús Crucificado Petkovic; recordó diversas
imágenes y pudo sentir su mirada de tranquilidad y paz.
En medio de toda la desesperación, una luz intensa, como
la de un artefacto pirotécnico, estalló en su mente
e hizo que Cotrina encuentre la calma y la fuerza para regresar
e intentar cerrar la escotilla.
El agua seguía ingresando y era muy difícil movilizarse;
trepando por las escaleras el oficial logró llegar y a pesar
de las trabas de seguridad que tenia la escotilla finalmente pudo
cerrarla evitando así que el submarino continúe hundiéndose
y con ello que muriesen todos en un breve tiempo.
En otro lado del submarino, el teniente Luis Roca Sara, el motorista
Juan Oré y el maniobrista Rigoberto Gonzáles Pisfil,
se encontraban en el compartimiento de maquinas y debido a la inclinación
de la nave no pudieron cerrar las válvulas de ventilación,
el agua lo ocupó todo y fue imposible la salida. Después
de treinta minutos los tres tripulantes murieron ahogados.
El tiempo transcurrido entre la colisión y el hundimiento
fue aproximadamente de cinco a siete minutos. Las diferentes aberturas
en el casco de la nave hicieron que fuese más rápido
el naufragio.
Mientras ocurría todo esto, el Comandante Daniel Nieva fallecía ahogado, atrapado en la vela del submarino.
Al querer ingresar a la torre de combate vió que el agua de mar ya ingresaba hacia interiores y con el temor de ser arrastrado por la vía de agua hacia interiores, sin poder cerrar la escotilla, la cerró desde afuera y fue en ese momento que el mar se devoraba al Pacocha, entrando toneladas de agua por el puente haciendo remolinos y golpeando al Comandante Nieva, luego de haber cumplido se cometido , el cual era haber salvado con su acción a todos los hombres que se encontraban dentro del submarino, a costa de su propia vida. (Parrafo tomado del libro"B.A.P. Pacocha Testimoni Vivo de un Milagro" del sobreviviente Hilton Sandoval Palacios)
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