El Accidente

B.A.P. Pacocha regresando al Callao.

 

La tarde del 26 de agosto del 1988, la tripulación del B.A.P. Pacocha se preparaba para llegar a la rada del puerto del Callao. Un pesquero japonés se encargaría de hacer que el viaje dure más tiempo del imaginado.

 

El Regreso al Callao

El día 26 de agosto de 1988 el submarino Pacocha, realizó ejercicios programados, que involucraron a otras unidades navales; desde las 7:45 de la mañana hasta las 4:45 p.m.

Luego de verificar el rumbo y la velocidad de regreso a puerto, el comandante ordenó: Prepararse para salir a superficie. A las 5:01 el submarino salió a superficie y se abrieron algunas escotillas; como es normal cuando se navega en superficie.

Vigía en vela de submarino

A las 6:00 de la tarde se encendieron las luces reglamentarias de navegación y se relevó la guardia de mar. Unos minutos más tarde se ordenó a todo el personal: Prepararse para entrar a puerto.

Hasta este momento el regreso a puerto, luego del entrenamiento, era el acostumbrado; no se había presentado ningún contratiempo.

A las 6.36, la calma se terminó. Se escuchó una larga pitada de la sirena del submarino y la orden: Adelante a toda fuerza.

A pesar de las maniobras efectuadas nada se pudo hacer. De pronto un gran estruendo remeció todo y logró desestabilizar a todos los que se encontraban en el submarino.
El sonido inicial hizo creer a más de uno que se trataba de una explosión pero inmediatamente corrió la voz: ¡Colisión por proa!

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La Colisión

El choque provocó un incendio en la maquina de controles por lo cual el submarino perdió propulsión y la energía eléctrica estaba cortada; la oscuridad solamente era interrumpida por alguna de las linternas que aun funcionaban.

El oficial Cotrina, quien asumió el control de la situación por ser el Jefe de Ingeniería, se dirigió a la sala donde se producía el incendio y encontró a dos oficiales y un técnico, tratando de sofocar el fuego con extintores. El ruido de las maquinas del submarino obligaba a gritar para poder ser escuchados.
Mientras ayudaba a apagar el fuego, Cotrina se percató que la nave se estaba inundando. El agua del mar estaba entrando a la embarcación y se mezclaba con el petróleo derramado a consecuencia del choque.

Se ordenó el cierre del compartimiento de controles y se tomaron medidas para neutralizar la inundación, pero no dieron resultado. Se encontraban en una situación muy difícil; el agua que se introducía al submarino haría que este aumente de peso pero solo por la parte trasera, lo que ocasionaría que la parte delantera se eleve peligrosamente.

El submarino empezó a ganar punta, es decir a levantarse notoriamente, lo cual hacia muy difícil el tránsito. Habían transcurrido 4 minutos desde la colisión.

Se tomaron las medidas extremas de emergencia para evitar que la nave se hundiera. Mientras tanto el Oficial Cotrina subió al puente de navegación para verificar cual era la situación en el exterior. Afuera reinaba la oscuridad de la noche y las olas inclinaban de un lado a otro la nave.

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Julio Torres Moreno. Lima 2005
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