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Osvaldo Bayer
Escritor argentino


   El ciudadano Julio Cortázar, el bondadoso. Cuántas veces nos vimos en la casa de Soriano, en ese París. Cortázar, que se nos fue hace veinte años, era el hombre del bolsillo abierto, con el corazón en esa América latina de los Sandino y los Zapata. Nos llenó de letras mostrándonos nuevos caminos e interminables sueños e ilusiones en sus libros irrepetibles. Cortázar terminó en la pureza corroborada por el hecho de que el presidente de la Rosada no lo recibió. A Cortázar, el puro. Me acuerdo del último encuentro, cómo acariciabas a esa muchacha, tu amor. Tus ojos adolescentes revivían como si estuvieras jugando a la “Rayuela” y llegaras al cielo para siempre, acompañado.

La paz eterna y los perversos (fragmento), por Osvaldo Bayer
Publicado en diario Página/12, Buenos Aires, 14 de Febrero de 2004




Mario Benedetti
Escritor uruguayo


   A Julio lo conocí en París, creo que en 1966, en casa de Darwin Flakoll y Claribel Alegría, amigos comunes. Desde el pique me pareció un tipo entrañable, sin falsas modestias ni caricaturas de vanidad. El posterior conocimiento, el trabajo conjunto y las muchas horas de conversación mantenidas a través de los años en diversos puntos del conturbado planeta, me han confirmado su actitud generosa, su sincera y eficaz militancia en defensa de las conquistas revolucionarias de Cuba y Nicaragua.

Un 12 de febrero invernal (fragmento)
Publicado en diario El país, Cali, 12 de febrero de 2004




Adolfo Bioy Casares
Escritor argentino


   "Si alguien publica una miscelánea, el comentario suele ser: "A fulano ya se le secó la imaginación. Está publicando tiras y piolines que encuentra en sus cajones". Cuando apareció La vuelta al día en ochenta mundos, algún admirador de Cortázar se lamentó de que ya se viera obligado a publicar algo así. Para mí La vuelta al día es uno de los libros más gratos de Cortázar, sólo comparable a sus libros de cuentos."
   "Yo conocí a la Maga, a Edith Aaron. Fui mi agente literario durante varios años, pero nunca pasaba nada con mis libros, pobre. Cuando nos hicimos amigos ya no era joven, no se podía reconocer a la mujer de la novela."

Bioy Casares: una noche de vampiros (fragmento), reportaje por Marcelo Pichon Rivière
Publicado en suplemento Cultura y Nación de Clarín, Buenos Aires, 10 de febrero de 1994

Otros textos de Bioy en este sitio:
Bioy Casares habla de Cortázar (varios)



Jorge Luis Borges
Prólogo a Cuentos de Julio Cortázar
Escritor argentino  


   Hacia mil novecientos cuarenta y tantos, yo era secretario de redacción de una revista literaria, más o menos secreta. Una tarde, una tarde como las otras, un muchacho muy alto, cuyos rasgos no puedo recobrar, me trajo un cuento manuscrito. Le dije que volviera a los diez días y que le daría mi parecer. Volvió a la semana. Le dije que su cuento me gustaba y que ya había sido entregado a la imprenta. Poco después, Julio Cortázar leyó en letras de molde Casa Tomada con dos ilustraciones a lápiz de Norah Borges. Pasaron los años y me confió una noche, en París, que ésa había sido su primera publicación. Me honra haber sido su instrumento.
   El tema de aquel cuento es la ocupación gradual de una casa por una invisible presencia. En ulteriores piezas Julio Cortázar lo retomaría de un modo más indirecto y por ende más eficaz.
   Cuando Dante Gabriel Rossetti leyó la novela Cumbres Borrascosas le escribió a un amigo: "La acción transcurre en el infierno, pero los lugares, no sé por qué, tienen nombres ingleses." Algo análogo pasa con la obra de Cortázar. Los personajes de la fábula son deliberadamente triviales. Los rige una rutina de casuales amores y de casuales discordias. Se mueven entre cosas triviales: marcas de cigarrillo, vidrieras, mostradores, whisky, farmacias, aeropuertos y andenes. Se resignan a los periódicos y a la radio. La topografía corresponde a Buenos Aires o a París y podemos creer al principio que se trata de meras crónicas. Poco a poco sentimos que no es así. Muy sutilmente el narrador nos ha atraído a su terrible mundo, en que la dicha es imposible. Es un mundo poroso, en el que se entretejen los seres; la conciencia de un hombre puede entrar en la de un animal o la de un animal en un hombre. También se juega con la materia de la que estamos hechos, el tiempo. En algunos relatos fluyen y se confunden dos series temporales.
   El estilo no parece cuidado, pero cada palabra ha sido elegida. Nadie puede contar el argumento de un texto de Cortázar; cada texto consta de determinadas palabras en un determinado orden. Si tratamos de resumirlo verificamos que algo precioso se ha perdido.

Prólogo, por Jorge Luis Borges
Julio Cortázar, Cuentos, Hispamérica Ediciones, Buenos Aires, 1985
Biblioteca personal de Jorge Luis Borges

Otros textos de Borges en este sitio:
Prólogo a "Cartas de mamá" - Jorge Luis Borges
Borges habla de Cortázar - fragmento de entrevista por Fernando Sorrentino



Guillermo Cabrera Infante
Escritor cubano


   "Nunca le perdone que no condenara a Castro".
   "No le puedo perdonar a Julio que nunca haya condenado a las políticas de Fidel Castro. Junto a Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes fueron los gendarmes internacionales de la dictadura castrista".
   "Y es más: con los años, Cortázar se transformó en una especie de propagandista del régimen, que además usó todas las tribunas que tuvo a su alcance para criticar mi posición".
   "Julio se portó muy mal conmigo hasta pocos días antes de su muerte, pero los problemas habían empezado mucho antes, aunque nuestras diferencias se hicieron notables con motivo del encarcelamiento y posterior liberación del poeta Heberto Padilla".
   "Cortázar, junto a García Márquez y Fuentes organizaron, en la década del 70, una troika que funcionó como una diplomacia paralela del régimen, y que tenía como objetivo neutralizar la realidad de la isla, que ya empezaba a apestar".

Nunca le perdone que no condenara a Castro (fragmentos), por Cabrera Infante
Publicado en revista La Maga, "Homenaje a Cortázar", Buenos Aires, noviembre de 1994




Abelardo Castillo
Escritor argentino


   De los grandes escritores que he conocido, ninguno, excepto Borges, parecía haber meditado tanto como él sobre el problema de la forma y el estilo. Uno tenía la impresión de que para Cortázar las palabras eran cosas, pero no en el sentido inorgánico de objetos: más bien pequeñas cosas vivas, animalitos o diminutos monstruos delicados a los que había que amaestrar cuidadosamente para hacerles cumplir la ceremonia de la sintaxis y la forma personal. Él decía haberlo aprendido de Marechal y de Borges. Y es esto, este aprendido magisterio que se transmite de escritor a escritor, y al que ahora hay que agregar su propio magisterio, lo que le debemos y le deberán las generaciones que lo siguen.

Cortázar: la cercana lejanía (fragmento)
Castillo, Abelardo; Las palabras y los días, Buenos Aires, Seix Barral, 1999

Otro texto de Abelardo Castillo en este sitio:
Las armas secretas, nota aparecida en El grillo de papel (1959)



Juan Tata Cedrón
Músico argentino


   "La noche que lo inspiró para escribir ese relato ["Lucas, sus amigos"] fue el año 76. Teníamos con mi mujer, Margarita, un departamentito detrás de La Bastilla. Eran dos cuartos que no sé si sumaban veinte metros cuadrados entre los dos. Estaban Juan Gelman, mi hermano Alberto, una amiga y un periodista inglés que trabajaba bastante con Gelman en denunciar internacionalmente lo que ocurría en la Argentina en aquellos años. Y además estaban nuestros hijos mis sobrinos, unos amiguitos de tres chicos y el hijo de una vecina que había salido y nos dejó el pibe en custodia. (...) Esa noche hice una polenta mezclando todos los quesos franceses. Me salió una bomba. Cuando terminarnos, sentados en las camas-cucheta, en el suelo, donde se podía, abrimos las ventanas y empezamos a charlar de mil cosas. Fue una noche extraordinaria, un quilombo, tal cual lo relata. Ese cuento los franceses lo utilizaban en un método para enseñar el español junto con algunas canciones mías, de Javier Villafañe y de González Tuñón. Lo gracioso es que después que los francesitos analizaban el texto de Julio, tenían que responder a un cuestionario y la última pregunta era: ¿Les gustaría vivir al lado de la casa de los Cedrón? Y todos contestaban que no. Claro, hacíamos mucho barullo. Me acuerdo de aquella noche del cuento, el periodista inglés se tiró a dormir la curda en una cama y a la mañana siguiente se despertó y con ese modo tan inglés se puso las manos en la nuca y dijo: 'Fatalmente, la noche ha terminado'. Claro, los chicos se habían levantado y otra vez estaban haciendo un despiole terrible."
   "Tenía buen gusto y conocía a fondo a Troilo, Pugliese, Salgán, era muy selectivo. Pero claro que de jazz sabía un tocazo, tenía una discoteca impresionante. Una vez le recordé un disco inhallable y al día siguiente me lo regaló. De ahí saqué el tema Y la muerte no tendrá poder y lo canté en español. Así era él, humilde, solidario, un tipo tierno. En los últimos tiempos se había comprado un teclado y me invitó a su casa: 'Vení que te toco algo', me dijo. Y le daba a los valsecitos, Desde el alma y esas cosas."

El Tata Cedrón y aquella noche mágica entre chicos y empanadas (fragmentos),
reportaje por Carlos Ferreira
Publicado en revista La Maga, "Homenaje a Cortázar", Buenos Aires, noviembre de 1994




José Donoso
Escritor chileno


   "Hablar con Julio cada vez era una novedad, siempre tenia intereses muy variados, múltiples, y así como era capaz de recomendar una película o un libro que lo hubiera impresionado, era capaz de llevarte a escuchar jazz a algún lugar escondido o que sólo él conocía. Cortázar garantizaba diversión."
   "Todos sabíamos de su acuerdo con las políticas cubanas, y todos estábamos más o menos de acuerdo con él, aunque con diferencias. Yo creo que, en buena medida, Cortázar era una persona ingenua y culta, idealista podría decirse, que veía en esos sistemas sociales la posibilidad de una redención de los seres humanos por la vía de la dignidad y la autoafirmación nacional que el paso del tiempo parece haber desalentado. Y también creo que era una reacción contra su propio pesimismo, sobre todo el de sus orígenes como escritor, cuando condenó al peronismo y se fue a vivir a Europa."
   "No puede desconocerse la influencia de sus textos en buena parte de la narrativa que después de él se escribió en español. El único caso de escritor de cuentos fantásticos que se le puede comparar -si exceptuamos a Borges- es Juan José Arreola y, en otra vertiente, pero de algún modo cercano, Juan Rulfo".

Era ingenuo, culto e idealista (fragmentos), por José Donoso
Publicado en revista La Maga, "Homenaje a Cortázar", Buenos Aires, noviembre de 1994




Sara Facio
Fotógrafa argentina


   Cuando se dejó la barba, me escribía: "Cuando me corte la barba te llamo para que me hagas fotos". Pero ya se había puesto como un señor grande, más serio. Antes era un tipo divertido, con mucho sentido del humor y a la vez seductor. Muy cariñoso, de tocarte las manos, de pasarte las manos por el pelo. Cada vez que nos veía nos preguntaba por Buenos Aires, por el idioma. Lo fascinaba y lo divertía el lenguaje cuando le decíamos palabras que se usaban en ese momento. El, feliz, anotaba todo. Era muy ordenado. Yo conocí varias casas suyas, incluso un estudio donde se mudó después de terminar con Ugne, y era el orden perfecto. Tenía un horario para cada cosa, y además era puntual. El fue una de las primeras personas que conocí que tuvieron una máquina de escribir eléctrica. Lo que tuve con Julio me hacía acordar a la relación que tenía con un hermano mío, que falleció. Éramos compinches. Cuando estaba acá en Buenos Aires venía a casa todas las noches, a comer mi comida. Sí. Éramos amigos. Y con mucha confianza. Incluso... viste que salieron las cartas de Julio Cortázar en la editorial Alfaguara. A mí me pidieron que diera las cartas, pero yo no las he dado porque son cartas muy personales, y me parece una traición. Me parece una traición al amigo.

Cortázar, por Sara Facio: homenaje al amigo (fragmento), entrevista por Leila Guerriero
Publicado en La Nación, revista, Buenos Aires, 16 de mayo de 2004




Roberto Fernández Retamar
Escritor cubano


   Cortázar ha dicho que, aunque nació por azar en Bruselas, es por supuesto argentino; y desde 1959 tiene también otro país: Cuba. Los cubanos andamos tan estrepitosamente contentos con esto, que Julio apenas puede atender en su hotel llamadas, visitas, entrevistas, suspiros, aleluyas. Cuando se comentó Rayuela en la Casa de las Américas, recién aparecida la obra, y a pesar que apenas habían llegado ejemplares al país, la sala tuvo más espectadores que nunca antes, hasta la calle, y hubo que suspender a pulso el conversatorio, pasada largamente la medianoche.

Con Julio Cortázar en Cuba (fragmento), por Roberto Fernández Retamar
Publicado en revista Proa, número 43, "Vigencia de Julio Cortázar"
Buenos Aires, Septiembre / Octubre de 1999




Carlos Fuentes
Escritor mexicano


   Digo que amigos y enemigos literarios Gabo y yo hemos tenido -no siempre compartido- muchos. Pero mirando nuestra vida de capítulos intercambiables, creo que hay un amigo escritor o mejor dicho un escritor amigo de ambos al que Gabo y yo colocamos por encima de todos.
   Es Julio Cortázar y creo que ni Gabo ni yo seríamos lo que somos o lo que aún quisiéramos ser sin la radiante amistad del Gran Cronopio. En Cortázar se daban cita el genio literario y la modestia personal, la cultura universal y el coraje local ("las Malvinas son argentinas -solía decir-. Los desaparecidos también"). Lo había leído todo, visto todo, sólo para compartirlo todo. Una de las noches inolvidables de nuestra amistad ocurrió en el tren París-Praga en diciembre de 1968.
   Íbamos invitados por Kundera a mantener la ficción -es decir, la esperanza- de una cultura checa independiente en un país rodeado de tanques soviéticos. Cortázar fue hilvanando temas como un cuentista árabe de la plaza de Marrakech. Recordó todas las novelas que sucedían en trenes, enseguida las películas en trenes y por último, a partir del swing de Glenn Miller, el ritmo de locomotora del jazz y, en particular, una memoria asombrosa de la relación entre el jazz y el piano...

El arte de unir la imaginación con la memoria (fragmento), por Carlos Fuentes
Publicado en diario La Nación, Buenos Aires, 13 de octubre de 2002, pág. 18

Otros textos de Carlos Fuentes en este sitio:
Cortázar le dio sentido a la modernidad



Eduardo Galeano
Escritor uruguayo


   "Julio Cortázar transitó desde el desaliento a la esperanza, y esto es lo que no le perdonaron quienes en su momento lo acusaron de ingenuo y hoy lloran lágrimas de cocodrilo porque se murió".
   "Cortázar hombre viajó de la soledad a la solidaridad, y esto le posibilitó sentirse y ser cada vez más joven, otro de los puntos envidiados por muchos. Además logró tener todas las edades, con esa capacidad de asombro que es también capacidad de pasión".
   "Nos unían cosas muy hondas que no eran solamente políticas en el sentido limitado que la gente le da a la palabra "política", sino una vocación compartida, que era también una vocación solidaria, una pasión de libertad compartida que en los dos pasaba por la magia".
   "El mayor mérito literario de Cortázar es habernos ayudado a comprender hasta dónde es natural eso que llamamos sobrenatural. Julio incorporó a la vida cotidiana esas energías secretas que andan en el aire del modo más natural, más espontáneo. No hizo una literatura fantástica opuesta a una literatura de la realidad, sino que hizo una literatura de la realidad y, por lo tanto, hizo una literatura fantástica".

Era un hombre que hacia el viaje al revés (fragmentos)
Publicado en revista La Maga, "Homenaje a Cortázar", Buenos Aires, noviembre de 1994




Gabriel García Márquez
Escritor colombiano


   Los ídolos infunden respeto, admiración, cariño y, por supuesto, grandes envidias; Cortázar inspiraba todos esos sentimientos como muy pocos escritores, pero inspiraba además otro menos frecuente: la devoción.

Resucitan sus devotos a Cortázar (fragmento)
Publicado en Mural, México, 15 de Febrero de 2004

Otros textos de Gabriel García Márquez en este sitio:
El argentino que se hizo querer por todos



Juan Gelman
Escritor argentino


   En 1984, al morir Julio Cortázar, La Nación dedicó una página entera del suplemento literario al acontecimiento y, con las honrosas excepciones de Héctor Yánover y Norah Lange, todos los solicitados se dedicaron a ningunear al fallecido por sus posiciones de izquierda y procubanas. Como Ernesto Sabato, que destinó la mayor parte de sus disquisiciones a explicar que él, en realidad, no pensaba como el muerto. Días después, En Clarín, aparecía una opinión de Borges, quien se declaraba honrado de haber publicado el primer texto de Cortázar que vio la luz -"Casa tomada"- y que en un breve párrafo final (aplicable al propio Borges) aludía al contexto: "Julio Cortázar ha sido condenado, o aprobado, por sus opiniones políticas. Fuera de la ética, entiendo que las opiniones de un hombre suelen ser superficiales y efímeras". Así responde la grandeza a la mezquindad, y a la cobardía, el valor verdadero.

Borges o el valor (fragmento), por Juan Gelman
Extraído de Antiborges, compilación y comentarios de Martín Lafforgue;
Buenos Aires, Javier Vergara Editor, 1999
Publicado originalmente en Página/12, Buenos Aires, 1993




Juan Goytisolo
Escritor español


   "Siempre me pareció una persona de una gran curiosidad y de un raro talento para descubrir pasajes secretos entre las cosas, como si tuviera antenas, un detector de correspondencias que a la mayor parte de los mortales nos pasaban desapercibidas".
   "Pero Cortázar era un escritor argentino de una pieza. A pesar de vivir en París y de que su cultura fuera más bien europeizante, no hubiera podido asimilar todos esos materiales -fagocitarlos, diría-, sin una disposición que es estructural en la cultura de ustedes y de la cual Jorge Luis Borges creo que ha sido el exponente más alto. Quiero decir: una disposición a inventarse una tradición con todas las tradiciones, una literatura hecha de todas las literaturas, porque en la Argentina no existía más que el polvo, el desierto y la arena".
   "Con Julio dejamos de vemos paulatinamente después del incidente Padilla en Cuba. El tomó una posición que respeté pero con la que no estuve ni estoy de acuerdo".

Tenía un raro talento: descubría lo que los demás no advertíamos (fragmentos), por Goytisolo
Publicado en revista La Maga, "Homenaje a Cortázar", Buenos Aires, noviembre de 1994




Liliana Heker
Cortázar esencial
Escritora argentina  


   Tuve la suerte de un Cortázar personal, previo al ruido y a la costumbre argentina de endiosarlo o denostarlo. Entonces él no tenía aún una cara, ni siquiera tenía una voz, esa voz tan particular que le conocimos después leyéndonos "Torito" desde un casete, y que se nos pegó tanto. Ni voz, ni cara, sólo tres libros de cuentos que bastaban para que uno identificara a Cortázar para siempre. De eso quiero hablar: del deslumbramiento, y el aprendizaje, que significó para mí leer "Las puertas del cielo" o "Casa tomada" o "Final del juego" o "El perseguidor". De la alegría supersticiosa, la primera vez que publiqué, al saber que en ese mismo número de "El grillo de papel" se estaba publicando un cuento inédito de Cortázar, esa pequeña joya que es "Continuidad de los parques". Con esos textos construí tempranamente a Cortázar, y también con la lúcida conferencia sobre el cuento que les dio a los jóvenes escritores cubanos, y con algunas páginas brillantes de "Historia de Cronopios y de famas" y con muchos capítulos inolvidables de "Rayuela", leídos antes, o a contrapelo, de la devoción violenta y multitudinaria que provocó esa novela y que le otorgó a Cortázar una cara difundida y un aura. Después vinieron discusiones, reconciliaciones, polémicas y encuentros. Y está bien todo eso, es parte del quehacer literario y de la pasión. Pero lo me queda como lectora, sigue siendo lo mismo del principio: ese Cortázar esencial que me deslumbra cada vez que vuelvo a leerlo y que ahora convive, sin conflicto, con recuerdos personales y con la cadencia de su voz, tan particular.

Cortázar esencial, por Liliana Heker
Publicado en revista Ñ, Clarín, Buenos Aires, 7 de febrero de 2004




Noé Jitrik
El ajo y la cefalea
Escritor argentino  


   Cortázar era un tipo de un espíritu muy generoso, de una gran delicadeza de alma. Conmigo fue muy bondadoso y abierto”, señala Jitrik. “Lo conocí en Cuba, pero después nos encontramos varias veces en París, en pleno ‘68, y anduvimos por las calles juntos. Luego vino a mi casa en 1970, y conservo de esa vez una escena inolvidable. Fuimos a buscar a mi hija al jardín de infantes, y por alguna razón extraña ella se prendió de la mano de Cortázar. Eramos un espectáculo los tres, con ese gigantón de la mano de una niña tan pequeña; alguna gente se detenía y decía ‘¿ese es Cortázar?’ Cuando llegamos a casa él preguntó si la comida tenía ajo, y mi mujer, Tununa (Mercado), dijo que sí, como exaltando el valor de lo que había hecho. ‘Ah, no: el ajo me da unas cefaleas terribles’, dijo él. De ahí salen dos cosas: primero, que el pobre tuvo que comerse un arroz con manteca. Y segundo, que ese cuento tan extraordinario, Cefalea, que es una especie de exaltación de la homeopatía, es como una proyección de los dolores que le provocaban ciertos alimentos.

El ajo y la cefalea, por Noé Jitrik
Publicado en Diario Clarín, Buenos Aires, 13 de Febrero de 2004




Tomás Eloy Martínez
Escritor argentino


   La literatura argentina, cuando Cortázar irrumpe, está cargada de solemnidad, por un mandato de Jorge Luis Borges que decía que ser argentino era ser pudoroso y reticente. Sólo Borges podía contrariar ese mandato. Cortázar llega para desobedecerlo e instala en la literatura la idea de que es posible jugar con el lenguaje y la realidad, no tomarse en serio uno mismo. Y de hecho su literatura es eso: no tomarse en serio uno mismo. Se toma en serio el destino de los pueblos, la Revolución o el futuro de América Latina, pero no se toma en serio la literatura. El juego es la clave para leer a Cortázar.

Diccionario cortazariano (fragmento)
Publicado en Mural, México, 12 de Febrero de 2004




María Esther de Miguel
Asombró a todos
Escritora argentina  


   Recuerdo que en el grupo literario en el que estaba, esperábamos con suma expectativa que aparecieran los libros de Cortázar. Los leíamos con fervor y los discutíamos. Lo mismo pasaba con Borges. Ahora, ningún escritor argentino o extranjero despierta esa expectativa. Lo destacable en Cortázar es la incorporación a sus textos del habla coloquial (...). Y en Rayuela, la novedad fue el uso de códigos diferentes. Trastocó todas las estructuras consagradas. También tenía una gran capacidad de inventar argumentos, de "ficcionalizar". Cortázar era como un niño grande. Nunca perdió la capacidad de asombro, de asombrar y de asombrarse.

Asombró a todos, por María Esther de Miguel
Publicado en diario Clarín, Buenos Aires, 12 de febrero de 1999




Rosa Montero
Julio Cortázar: Dulce Ogro
Escritora española  


   Su físico era extraordinario como su mundo literario, porque Julio Cortázar era lo que se dice raro, con un cuerpo filiforme e interminable, provisto de accidentados saledizos: esos brazos que revoloteaban en su camino tronco abajo, esas piernas de arácnido que nunca acababan de plegarse, esos tobillos picudos y lamentables que se empeñaban en destacar por debajo de un pantalón definitivamente corto. Corría el mes de febrero de 1982, y el escritor estaba en Madrid con Carol, su mujer, para presentar un último libro de cuentos, "Queremos tanto a Glenda". Cortázar cruzó el restaurante en el que habíamos quedado con un desencuaderne acompasado, y se desplomó a cámara lenta en una silla, doblando las piernas con la misma parsimonia con que se iza un puente levadizo, mientras sus rodillas subían y subían hasta hacerse omnipresentes. Una vez conquistado el asiento, el hombre rebulló un instante, afinando su acomodo. Después abrió sus ojos verdes, pestañeó, sonrió complacido y rugió un poco. Y en ese momento le reconocí, comprendí que Cortázar era el ogro de mis cuentos infantiles, un ogro descabellado y bondadoso que fumaba puros y hablaba con frenillo, atracando sus erres en un rugido sin lugar a dudas amistoso. El escritor tenían entonces 66 años, pero no los representaba en absoluto. En realidad no parecía tener ninguna edad, porque los personajes fantásticos poseen una cronología diferente. "Yo me siento extremadamente joven y con la intención de vivir lo más posible", me decía el ogro Cortázar contemplando amorosamente a su princesa Carol, rubia, joven y guapa, como corresponde a las heroínas de los cuentos, la bella de esa entrañable bestia.
   Pero también los seres de ficción son acosados por el tiempo, y a los escasos meses de aquella entrevista, Carol falleció fulminantemente de leucemia, y al poco, el 12 de febrero de 1984, le siguió a la tumba su desolado y formidable monstruo, tras rendir a su princesa el supremo homenaje de elegir la misma enfermedad y la misma muerte. "Hay una cosa que no me preocupa del futuro", dijo Cortázar en aquella entrevista, cuando el cuento de hadas duraba y estaban los dos muy vivos y felices: "Y es la noción de la supervivencia literaria, el prestigio, la fama, lo que yo seré dentro de 20 años. Con la aceleración histórica que estamos viviendo, ninguno será nada dentro de 20 años [...]. Yo me pregunto cuál será el destino del libro; dudo que sea algo más que un inmenso archivo de microfilmes para los historiadores. Y anda tú a leer "Rayuela" en microfilme: ¿a quién le va a importar?". Y sonrió, cansado y descomunal, con su cara de ogro plácido y decente.

Julio Cortázar: Dulce Ogro, por Rosa Montero
Extraído de www.clubcultura.com/






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