Cervantes
Y luego, tomando en el suelo cuanto quiso,se acurrucó y durmió a sueño suelto, sin que fianzas ni deudas ni dolor alguno se lo estorbase. Don Quijote, arrimado a un tronco de una haya, o de un alcornoque (que Cide Hamete Benengeli no distingue el árbol que era), al son de sus mismos suspiros cantó de esta suerte:
Amor, cuando yo pienso
En el mal que me das terrible y fuerte,
Voy corriendo a la muerte,
Pensando así acabar mi mal inmenso;
Mas en llegando al paso,
Que es puerto en este mar de mi tormento,
Tanta alegría siento,
Que la vida se esfuerza y no le paso.
Así el vivir me mata,
Que la muerte me torna a dar la vida.
¡Oh condición no oída,
La que conmigo muerte y vida trata!
CERVANTES
Preliminar
Llegó de tropel la estendida y gruñidora piara, y, sin tener respeto a la autoridad de don Quijote, ni a la de Sancho, pasaron por cima de los dos, deshaciendo las trincheas de Sancho, y derribando no sólo a don Quijote, sino llevando por añadidura a Rocinante. El tropel, el gruñir, la presteza con que llegaron los animales inmundos, puso en confusión y por el suelo a la albarda, a las armas, al rucio, a Rocinante, a Sancho y a don Quijote.
CERVANTES