Situarse en 1950 en un país en vías de desarrollo como Argentina, inserto en las permanentes presiones del mercado mundial en expansión y simultáneamente en una cultura internacional que tendía ya entonces a lo homogéneo, es entender el lugar y el tiempo de iniciación como arquitecto de Osvaldo Pons.

La relación entre la cultura de la modernidad y la realidad argentina era en ese momento, de equilibrio inestable por contradictoria. No obstante y por curioso que resulte, el habitante de estos territorios era optimista por naturaleza y estaba convencido de un porvenir brillante en manos del progreso.

La obra de Osvaldo Pons es la obra de un arquitecto artista que se expresa con las herramientas técnicas de un ingeniero y que construye según parámetros empresariales.

Merece en todos sus aspectos un especial reconocimiento diferenciándose claramente del panorama arquitectónico actual donde es más importante la imagen personal del arquitecto y lo fotogénico de su obra, olvidándose del compromiso del arquitecto con la comunidad a que pertenece, de la facilidad de construcción de la obra y en consecuencia de haber tenido en cuenta sus aspectos tecnológicos, el compromiso con factores económicos, cruciales en países de economía restringidas como Argentina. La obra de Pons, en cambio supera estos aspectos, y es el producto lógico de las condiciones culturales y técnicas de nuestra época, sin olvidar que además en esencia busca hacer arte.

Noemí Goytia

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