En
1985, ante la necesidad de crear alternativas que abriesen nuevas
expectativas a los jóvenes en condiciones de iniciar sus
estudios universitarios el arq. Bernardino Taranto, Decano Normalizador
de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional
de Córdoba, encomienda a los arquitectos Edmundo Arias, Víctor
Bentolila y Rogelio Lambertucci, el proyecto de creación
de la Escuela de Diseño Industrial. En 1987, Osvaldo Pons
es convocado para continuar con el desarrollo de dicho proyecto,
por sugerencia del arq. Gonzalo Vivián y debido a su reconocida
trayectoria en la que se imbrican la arquitectura y la producción
industrial.
Pons se hizo cargo del proyecto contando con el asesoramiento académico
del arq. Ricardo Blanco de reconocida trayectoria en el mundo profesional
y académico del diseño de nuestro país. Desde
aquel entonces, Pons siempre destinó un tiempo dentro de
su amplia labor empresarial y profesional a sus gestiones para el
desarrollo de la carrera.
Esas gestiones alcanzan su culminación en 1989, bajo el Decanato
del arq. Carlos Alfredo Feretti, con la creación de la Carrera
Diseño Industrial y la designación de Pons como su
primer Director.
Bajo su conducción la nueva Carrera comenzó a difundir
sus objetivos, a intentar los necesarios nexos con el mundo de la
industria y a exhibir los trabajos de los alumnos en una serie de
muestras y exposiciones entre las que se destaca las Ferias Internacionales
del Complejo Feriar.
En 1994, coincidiendo con el último año de estudio
de la primera promoción, logró que la Facultad incluyese
en su nombre a la carrera, por lo que pasó a llamarse Facultad
de Arquitectura, Urbanismo y Diseño.
Pero lo más importante de destacar es el ímpetu con
que siempre bregó por lograr una industria argentina genuina
y altamente competitiva.
Así, incansablemente se movió en todas las esferas
bregando por hacerlo realidad. Como testimonio de ello extractamos
parte de dos de sus mensajes.
Por
todo ello entendió que formar profesionales en esta disciplina,
resultaba imprescindible para una Córdoba ancestralmente
universitaria y fundamentalmente industrial. Aún hoy muchos
no alcanzan a entender que es imperiosa esa necesidad de vincular
la Universidad con el medio productivo. Por suerte así lo
han asumido sobre todo las generaciones más jóvenes,
las de aquellos que encontramos en él a alguien que con su
modo de ser, pleno de optimismo, supo transmitirnos su juvenil y
envidiable entusiasmo y su madura y respetable experiencia.
lidia
Samar
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