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                                El día en que a Hollywood se le acabó el seso

Los remakes siguen indetenibles, al igual que los mensajes de los estudios metidos con calzador. Y aunque ya se perfila como el último hit taquillero de este 2008, detrás de todo ello tenemos una película inane, pretenciosa... nada del otro mundo, pues

The Day the Earth Stood Still
Keanu Reeves, Jennifer Connely, Kathy Bates, Jason Smith
Dirigida por Scott Derrickson


DICIEMBRE, 2008. Hace exactamente 57 años Robert Wise, el genio que estuvo detrás de cintas como La Novicia Rebelde, dirigió una película B cuyo mensaje era un llamado a las dos superpotencias para que fueran conscientes de su terquedad producto de sus ambiciones políticas. El mensajero era Klaatu, proveniente de un planeta mucho más desarrollado y quien en vez de utilizar sus superpoderes para hacernos entender por las malas --únicamente los utilizó contra el ejército que lo atacó, poco después de aterrizar en Washington-- emplea el foro de las Naciones Unidas. Una película buena, sin sonar a espectacular, y sorprendente para los tiempos en que fue estrenada.

El hecho de que estemos hablando del remake de una película estrenada en 1951 avizora que en un par de años Hollywood comenzará a reciclar no la vida de Chaplin y el Gordo del Flaco, sino sus películas. Mientras llega ese inevitable momento tenemos una película convencional, lenta, predecible y con un particular hedor políticamente correcto. El gobierno norteamericano detecta una nave que se dirige y aterriza en Washington. Es un objeto con todas las características de ser un ovni. A bordo de él viene Klaatu (Reeves), un alienígena cuya principal motivación para viajar millones de kilómetros hasta acá y averiguar por qué esos hombres que se dicen inteligentes están cometiendo un ecocidio, por tanto exige hablar con los líderes del mundo.

La reacción, sobre todo de los militares norteamericanos (¿podía ser de otro modo en una película hollywoodense?) es de rechazo: la secretaria de Defensa (Kathy Bates) opta por encerrar al extraterrestre por considerar que posee información estratégica que haría peligrar la seguridad nacional. El hombrecillo espacial sólo cuenta con el respaldo de la científica Helen Benson (Conelly), quien deberá enfrentar las burlas de importantes personalidades políticas, pero el guión nos indica claramente que Benson es una luchona, pues además de ser viuda tiene un hijo de color (Jaden Smith, el hijo de Will). Si ya soportó eso, derrotar a la secretaria de Defensa es gansito marinela comido.

Ante la agresiva respuesta, Klaatu piensa en ser más drástico, sólo que Benson y su hijo lo convencen de que el poder del diálogo es más fructífero. Finalmente y en abierta imitación a El Gran Dictador de Chaplin --¿no se los decíamos al principio?-- Klaatu se avienta un monólogo en la ONU donde es enfocado, con el rostro de frente, severo, advirtiendo a la humanidad que "si la tierra muere, ustedes mueren. Si ustedes mueren, la tierra vive", algo que contradice abiertamente su supuesta intención de salvar a la humanidad. ¡Ah, y para que el mensaje quede claro, Klaatu es verde! Sólo faltó que una imagen nos mostrara a los pobrecitos osos polares en medio de un bloque de hielo que se parte en pedazos.

Pero si el argumento principal huele a bobería ecopopulista no debiera extrañarnos. Lo que sí llama la atención es ver a Reeves en uno de sus peores papeles, acartonado (reciclado, naturalmente), con una cadencia de voz similar a la de esos marcianos que veíamos en las películas de Santo mientras que Conelly, ya ganadora del Óscar, tiene una actuación convincente si bien presionada por el guión para que el "mensaje" sea entendido aun por los niños de kínder. La mejor actuación aquí corresponde a la también oscareada Bates. Sin embargo cuando el soporte de una película tiene bases hechas con plastilina (naturalmente ecológica), lo que tenemos es un mamotreto que poco después de la mitad tiene como único madero para asirse esos discursos de Al Gore que hemos escuchado ad nauseaum.

Por cierto, y si Klaatu proviene de una civilización mucho más avanzada que la nuestra y donde las diferencias han sido erradicadas ¿por qué entonces no nos deja algunas soluciones prácticas en vez de sermonearnos?

Con todo, seguramente The Day the Earth Stood Still tendrá magnífica taquilla. Difícilmente podría ser de otra manera con una cartelera navideña tan pobre en propuestas y donde el único Santa Claus que hemos visto es el que caracteriza Pedro Armendáriz. Lo que aquí tenemos, pues, es una cinta mediocre muy inferior a la realizada hace varias décadas a la que ni Neo hubiera salvado del desastre.

© copyright, Derechos Reservados, 2008

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