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CINE
El curioso (y descarado caso) de Benjamin Gump
Inevitable competidora en la próxima entrega de los Óscares,
The Curious Case of Benjamin Button tiene enfocadas sus baterías en darle su primera presea a Brad Pitt pese a ser una calca de otro cierto personaje que no sabía lo que encontraría en una caja de chocolates
The Curious Case of Benjamin Button
Brad Pitt, Jackie Mason, Kate Blanchett, Julia Ormond
Dirigida por David Fincher
Universal/2009
ENERO,2009. Una frase común dice que la edad no siempre trae la experiencia al ver que hay quienes con sesenta décadas de edad pueden poseer un conocimiento menor de alguien que apenas lleva 30 años en este planeta. Es un asunto tremendamente relativo del que francamente optaremos por no abundar aquí. Pero así como como solemos identificar a los muy jóvenes con la inocencia y los mayores con la madurez,
The Curious Case of Benjamin Button invierte la secuencia para ofrecernos una historia que pega directamente a la sensiblería de Hollywood por lo que podemos adelantarle una o varias nominaciones. Cuestión de esperar.
Otro factor que le empuja hacia ese objetivo es sine qua non para los criterios de la Academia, esto es, la lucha de quien es diferente (¿otra caja de chocolates para Forrest Gump?) en una sociedad que lo juzga como algo extraño e indeseable. Son elementos aquí incluidos y que rayan en el descaro, por decir lo menos. Es una sensación que percibimos en las casi dos horas que durá
The Curious Case of Benjamin Button y que seguro halagará a los señores de la Academia pero a los espectadores nos abruma.
Benjamin Button (Pitt) llega al mundo no como un bebé rosáceo y rubicundo sino como un sexagenario lo cual espanta a su padre, que no duda en abandonarlo. Es un blanco rechazado por los de su misma raza por lo que una enfermera de color se compadece de él y termina por convertirse en su madre adoptiva. Pero conforme Button crece percibe algo extraño, esto es, su rostro rejuvenece hasta irse convirtiendo en un galán que ya busca con desesperación que le den su Oscarín.
A los 17 años Button encuentra empleo en la estación de gasolina local administrada por -- (el legendario Jackie Mason) quien le receta sus primeros chipi chipis de sabiduría y que conforme avance la cinta se convertirán en aguacero. Pero no es un trabajo muy gratificante de manera que Buttons decide enfrentar al mundo, se hace de un barco y zarpa hacia el puerto ruso de Murmansk, región cercana a donde hace décadas surgió la leyenda que existían varios ancianos que aseguraban tener más de un siglo de vida. En esas anda cuando su padre, profundamente arrepentido, se reencuentra con su hijo; para resarcir la pifia le comunica que es el heredero de Buttom's Buttom, una empresa que produce dividendos de ensueño. Y ahora que tiene los recursos, Benjamin busca a su amor perdido, se encuentran y vuelven a separarse, algo que angustia a nuestro protagonista pues sabe que conforme se aproxime a su niñez tendrá más cerca el crepúsculo de su existencia.
Por tanto y al saber que tiene la vida medida, Button continúa su recorrido donde escuchará voces y opiniones multiculturales de la sociedad norteamericana, algunas interesantes, otras sermoneras y la mayoría bastantes predecibles, lo mismo que algunas situaciones
inesperadas cuyo propósito es hacernos sollozar pues sabemos que el final de Buttoms está cerca; hará chillar a quienes nominan a los candidatos al Óscar y a usted, amigo lector, también le estrujará el corazón.
Pero al final Buttoms no es Gump, o Pitt no es Hanks, para precisar más. Este último logra madurar al personaje sin que por un momento pierda su inocencia y carisma, un reto complicadísimo para cualquier actor que Hanks logra crecidamente. En cambio, Pitt no puede esconder, pese al disfraz de su personaje, la abierta consigna manipuladora del guión; asimismo en las doras hroas de duración no se da la química entre espectadores y protagonista; mientras sentimos que Buttons busca asumirse como víctima, Gump siempre lucha contra ese juicio. Además de eso, y pese a los esporádicos
momento de humor, Benjamin Buttons es tedioso, redundante: cuando falta media hora para concluir la cinta, el personaje ya ha dicho todo, no da señales de poder avanzar más.
Esta cinta juega, pues, con una fórmula probada, y seductora, para Hollywood y que incluye algo que no parece ser tan casual, se da en momentos que un presidente demócrata entra a la Casa Blanca
(Forrest Gump fue nominada en enero de 1993, a los pocos días de Bill Clinton; lo que acaba de pasar con Obama es, pues, a propósito). Es un mensaje poco sutil y aberrantemente obvio: los despreciados por una sociedad conservadora terminarán hundidos en sus propios prejuicios.
En suma, The Curious Case of Benjamin Button es tan pulida, tan políticamente correcta, que suena falsa y no presenta un tema de sobremesa y, con seguridad, tampoco aportará frases imperecederas que entren al vocabulario fílmico. Ni la crema de cacahuate de
Joe Black sería capaz de sazonar este naufragio artístico, aun contra la opinión del tocayo de quien esto escribe.
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