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¿Será Mi Pobre Angelito el siguiente bodrio de los incluyentes estudios Disney?
JULIO, 2019. Cuando se anunció la compra de la Twentieth Century Fox a los estudios Disney no fue algo que produjera alegría a muchos de nosotros; antes bien, y dados los frescos antecedentes manejados por que los estudios que alguna vez fueron baluarte de los valores familiares en Hollywood pero que hoy promueven posturas que traicionan, ya sin decoro alguno, los ideales de su fundador, es válido esperar lo peor de esa transacción.
Con esa adquisición, Disney compró también los derechos fílmicos de uno de los estudios más legendarios en la historia de Hollywood, incluidas superproducciones como Los 10 Mandamientos, La Novicia Rebelde, todo el serial de El Planeta de los Simios, Star Wars (la trilogía original, es decir, la que sí vale la pena) y ya, en los 80, películas exitosísimas y recordadas con cariño como Ferris Bueller's Day Off, El Club de los Cinco, Ciencia Loca, Pretty in Pink, 16 Velas, Locas Vacaciones de Verano y el Perro Beethoven, entre decenas más.
Todos esos filmes ochenteros tenían algo en común: fueron coescritos o codirigidos por John Hughes. Pero quizá la historia que mayoritariamente recuerda a este guionista fue Home Alone. Esta película, que en América latina conocimos como Mi Pobre Angelito, dio el punto de arranque a otras comedias inteligentes que se hicieron a lo largo de los 80 y entre las cuales destaca Hechizo de Amor (Groundhog Day). No miento al afirmar que somos millones quienes disfrutamos y seguimos gozando Home Alone cuando la vemos en TV, sobre todo en época navideña.
Sin embargo y a diferencia de esa películas que nos hacían reír del principio a final del carrete, la estructura de Home Alone no parece estar inicialmente enfocada al género de comedia. El primer asomo que tenemos de la familia McCallister es de un matrimonio de clase alta en la que hay bullying familiar, violencia doméstica y donde vive un niño que más adelante deberá enfrentarse a dos ladrones que no solo piensan vaciar la residencia sino que lo liquidarán para que no los identifique pues uno de los ladrones es el velador del vecindario.
Lo que desata la comedia y las carcajadas se da cuando estos dos ladrones resultan ser unos torpes inoperantes quienes insisten en retar al mucho más inteligente Kevin, entercados en que éste les haga ver como unos estúpidos cada vez que quieren atraparlo. Home Alone marca, por cierto, una constante en los filmes de Hughes: también se puede ser un tonto a la edad adulta.
En lo que es
un magnífico logro fílmico de Hughes --y de Chris
Columbus, quien la dirigió-- es cómo este triángulo
Kevin (Macaulay Culkin), Harry (Joe Pesci) y Marv
(Daniel Stern) marca todo el desarrollo cómico de
Home Alone. Los personajes entre acartonados,
como los padres de Kevin, o bien son antipáticos, ya sean su
hermano Buzz y su tío Frank, a quien más de un
espectador ansiábamos agarrarlos del pescuezo. El
personaje más humano es el viejo Marley, su vecino,
con quien Kevin termina por hacerse amigo adentro de la
iglesia esa nochebuena.
Por otro lado, Home Alone es una película propia,
inherente, al inicio de los años 90 cuando los
teléfonos celulares aún no eran populares y era
posible olvidar a alguien en casa sin posibilidad de
textearle o enviarle un whatsapp. Por ello preocupa
que Bob Iger, el mandamás de Disney, haya confirmado
que habrá una nueva versión de Home Alone
ahora que ya posee los derechos. Y cuando hablamos
de "nueva versión" en este 2019 ya sabemos
exactamente cuál es el, o son los puntos:
diversidad, historia "adecuada" a la agenda política
de Hollywood y la llamada "política de identidad"
que amenaza con transformar a uno de las mejores ideas
fílmicas de las últimas décadas en bazofia igual o
peor a la que Disney ha convertido la saga de Star
Wars.
Y si ya conocemos el "plan" de Iger, es fácil
dilucidar cuál será el hipotético guión de la nueva
Home Alone: en vez de tener a matrimonio
caucásico que vive en una de las zonas más exclusivas
de Chicago (¡no vaya a a ser que acusen a Disney de
"privilegio blanco") los padres ahora serán
inmigrantes o hijos de inmigrantes, quizá
latinoamericanos, y su hijo sufre bullying en
su escuela.
Esta vez los Macallister no buscan ir a Europa de
vacaciones, sino quizá a algún país latinoamericano
para visitar a sus familiares, pero olvidaron a
Kevin en casa, quien quedará entonces a merced del
velador del vecindario y de su amigo; pero dado que
ellos son los villanos de la película, tendrán que
ser no solo blancos sino hasta supremacistas simpatizantes de Donald Trump quienes buscan no
tanto robar las pertenencias de la familia de Kevin
sino que desean expulsarlo no solo de la ciudad sino
del país. Obviamente, al final ese par de
deplorables reciben su merecido.
Casi al terminar la película esos dos tipejos serán
arrestados por dos policías, una mujer negra y la y
otra de origen musulmán. Sobra decir que esta vez
Kevin en vez de ir a un templo católico esa
Nochebuena lo hará a una mezquita donde encuentra a
ese vecino suyo que parecía un sujeto siniestro pero
quien en realidad es un imam quien le hablará al
pequeño Kevin de lo que es la tolerancia. ¿Quien
quita y en la siguiente película los padres de Kevin
terminen convirtiéndose al Islam? (Y por cierto,
cuando los padres de Kevin regresan a Estados
Unidos, los agentes de Inmigración los detienen un
buen rato, sometiéndolos a maltrato emocional por
tener finta de latinos).
Para eso compró Disney la Twentieth Century Fox, Marvel, los Muppets y Star Wars: no para divertirnos con una nueva versión de viejos hits fílmicos (que más bien deberían se llamarse "versiones alternas"), sino para promover la misma agenda política que arruinó a Star Wars, a los Avengers, a los Hombres de Negro y a los X-Men. ¿Realmente queremos seguir viendo más basura como esa en la pantalla grande?
Lo que enoja de estas "adecuaciones" es que se hagan con películas que en su momento fueron exitosas y con personajes queridos por los espectadores. ¿Por qué Iger y sus achichincles no deciden crear personajes "inclusivos" con historias de y sagas nuevas, salidas de sus estudios? Lo único que han hecho los estudios Disney el último lustro ha sido reciclar guiones conocidos por todos para de ahí agregarles ideas y planteamientos que nada tuvieron que ver con el concepto original. Por esa razón las propuestas "inclusivas" de Star Wars han fracasado con estrépito y el pabellón que se abrió de esa serie en Disneylandia está vacío.
Pero al final, el desastroso resultado que estas propuestas tengan en taquilla no es lo más importante; Disney puede perder millones de dólares sin que apenas hagan cosquillas a las finanzas del imperio. Lo que irrita, indigna, es que estas nuevas versiones se hagan. Lo que podemos esperar es que una vez estrenada esta nueva versión "inclusiva" de Mi pobre Angelito (¡Iger también tiene pensado filmar remakes de Una Noche en el Museo, estrenada en el 2000! ¿Qué sigue, hacer versiones de un Rocky trasgénero?) esta "nueva versión" se pierda entre la indiferencia y jamás tengamos que saber más de ella.
Cómo la fuerza PC arruinó La Fuerza de Star Wars [Enero, 2017]
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