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Y
DEMÁS/Música III. Paul McCartneyAGOSTO,
2005. Una de las más grandes ironías en el mundo de la música la
presenta la imagen de un John Lennon intelectual, amigo de las artes y
la literatura, asiduo a las galerías y poseedor de una prosa profunda y
metafórica. Irónico porque fue McCartney el primer interesado en esos
menesteres, tanto así que por varios años financió The
International Times, una publicación underground londinense,
asimismo frecuentaba a los artistas bohemios y no pocas veces sirvió de
mecenas a muchos de ellos. Fue McCartney quien introdujo a Lennon a la
prosa de Lewis Carroll --autor de Alicia en el País de las
Maravillas-- y quien propuso utilizar varios recursos musicales de
la era victoriana como eran el invitar al público a participar en la
canción (“All Together Now”), las codas que duraban minutos (“Hey
Jude”), las historias infantiles (“The Octopus Garden”, “Yellow
Submarine”). Todas ellas llevan la marca McCartney.
Sin embargo quien plasmó con mayor fuerza tantos retruécanos que
maravillaron a los prosistas fue John Lennon, lo cual queda
ejemplificado con “Strawberry Fields Forever” y “Lucy in the Sky
with Diamonds” y donde la influencia de Carroll se combinó con las
drogas que Lennon consumía en ese tiempo.
La fama del Lennon artista se debió, como ya dijimos, a que conoció a
Yoko Ono en una galería. Ono se consideraba una bohemia de talentos
excelsos que estaba revolucionando el arte hippie con sus aportaciones;
si alguien criticaba o desmerecía su trabajo recibía el epíteto de
“racista” por parte de la Ono (1) Buena parte de estos bohemios que
decían defender el “arte popular” y el “arte de masas”
procedían de la clase media-alta británica. Yoko Ono era hija de un
rico banquero japonés y se fue a Londres porque ahí estaba el
estruendo mundial del arte pop.
McCartney ha tenido que luchar contra esta imagen desde la disolución
de los Beatles, y no sólo eso, por haber sido el que dio la mala
noticia al mundo se le tiene como villano del filme. Todavía en el 2002
fue acusado de “traicionar la memoria” de Lennon cuando invirtió el
orden en los créditos de algunas canciones de modo que, por ejemplo,
“Yesterday” ahora es McCartney-Lennon. No importa que sin su
consentimiento a temas como “The Long and Winding Road” se le hayan
agregado violines y coros cortesía de Phil Spector, o que haya sido el
ex beatle más exitoso en su carrera solista; por décadas Paul
McCartney ha sido denunciado como el Judas que puso fin al viaje mágico
y misterioso.
Parte de esta historia se remonta a la grabación de “Yesterday” y
donde no participó ningún otro de los Beatles. A partir de entonces
las capacidades de talento y liderazgo de McCartney comenzaron a crecer
dentro del grupo. Como aliado tenía a George Martin, quien con
frecuencia recibía encantado las propuestas musicales de McCartney
mientras que las de Lennon solía brindarles el beneficio de la duda (a
Harrison lo menospreciaba y a Ringo, caray, era un buen amigo). Quizá
inconscientemente, McCartney había roto lo que parecía ser, para
muchos fans, la alianza sagrada con Lennon, una paradoja si consideramos
que para el beatle de los espejuelos “Yesterday”, e incluso lo
recalcó con cruel sarcasmo en su tema “How Do You Sleep?”, “es lo
único que has hecho”.
Así pues “Yesterday” empezaba la confrontación. Hasta entonces los
dos habían estado dentro de la autoridad de Brian Epstein quien solía
asumir el rol de mediador pero cuando éste murió quedó un vacío de
poder no sólo como manager, sino como guía. Los otros tres miembros
aceptaron gustosos el liderazgo de McCartney durante la grabación del Sgt.
Pepper pero perdieron parte del entusiasmo al ver que McCartney se
volvía más y más autoritario. Lo que sucedía es que tenía una
perspectiva más completa de sus proyectos, y en principio no percibió
que de ese modo estaba sometiendo a sus compañeros a ser comparsas.
Pero también es cierto que en determinado momento cedió la batuta a
Lennon (“Lucy in the Sky with Diamonds”, “Being for the Benefit of
Mr. Kite”) y cuando combinaron equitativamente sus talentos, como lo
hacían en sus inicios, lograron esa obra maestra que lleva por nombre
“A Day in the Life”.
Las confrontaciones se agudizaron durante la grabación del White
Album: George Harrison despuntaba como compositor y exigía más
espacio mientras que la aparición de Yoko en escena hizo que McCartney
viera en ella a alguien que quería borrar a Lennon no sólo de su vida
sino de su carrera como beatle. “La atmósfera era tan densa entonces
que podía cortarse con un cuchillo”, refirió Ken Scott, uno de los
productores del White Album.
Igual ocurriría con la grabación del Let It Be en cuya
filmación puede verse cómo un grupo se desintegra frente a las
cámaras. Con el Abbey Road la magia habría de producirse por
última vez. Pero cuando el Let It Be salió a la venta la idea
de comenzar como solista era la única que habitaba en la mente de
McCartney así que bien pronto él y su esposa Linda siguieron el
consejo que éste había dado a sus ya ex compañeros como tabla de
salvación: empezar desde cero, en pequeños clubes y viajando
apretujados con todo el equipo e instrumentos en un pequeño camión. Al
nuevo grupo le puso Wings y, urgido de un compañero que supliera a
Lennon, contrató los servicios de Denny Laine, ex miembro de The Moody
Blues.
Los primeros discos de McCartney corroboraron lo evidente: era él quien
poseía la melodía fácil y pegajosa, de una efectividad comercial
insuperable pero que como letrista fácilmente podía caer en lo
azucarado y lo predecible, tanto así que canciones como “My Love”,
incluida en su disco Red Rose Speedway (1973) hubiera sido vetada
por Lennon. McCartney tenía que madurar como solista lo cual incluía
el manejo de metáforas e ideas mejores cuajadas (su tema “Band on the
Run” es una respuesta a este reto) máxime después del ataque que
Lennon le lanzó y donde lo tachó de ser “un peso ligero” en una
entrevista con Jann Wenner.
Los primeros años fueron desalentadores tanto así que sólo el apoyo
de su esposa Linda lo convenció de que ese era el único camino. Cuando
vio que tanto Lennon como Harrison habían vuelto a dar conciertos,
McCartney consideró que su turno había llegado. Primero respondió a
sus críticos con la fabulosa “Silly Love Songs”, donde por fin
comprendía que jamás le ganaría la batalla a esas mentes
prejuiciadas. Ese tema, incluido en su álbum Venus and Mars fue
el catalizador de su primera gira como solista en Estados Unidos.
Los conciertos tuvieron un éxito arrollador --finalmente, son mayoría
los fans de los Beatles quienes prefieren la melodía sobre el contenido
filosófico de las letras-- de modo que McCartney aprovechó para lanzar
un disco triple en vivo titulado Wings Over America, y aunque en
principio había señalado que no interpretaría canciones de los
Beatles tuvo que hacerlo ante la presión de quienes afirmaban que
preferirían no ir si las presentaciones incluían únicamente material
de Wings. Como sea, para entonces McCartney ya era el ex beatle más
sobresaliente de los cuatro.
Parecía entonces que McCartney había encontrado en Denny Laine a su
tándem musical. La presencia de éste último se acentuó tras la
salida del London Town (1978) del cual su sencillo “With a
Little Luck” le dio a McCartney su quinto (y último) número uno en
las listas norteamericanas. Sin embargo el embate discotequero aminoró
los efectos de su siguiente producción, titulada Back to the Egg del
cual únicamente “Goodnight Tonight” tuvo resonancia en las listas.
Cuando “Comin’ Up” comenzaba a escalar la Billboard
McCartney inició una gira de conciertos. En Japón fue detenido
por posesión de mariguana y tuvo que pasar una noche en prisión. “No
ha sido un buen año”, refirió poco después. Sus palabras fueron
proféticas pues en diciembre Lennon fue asesinado en Nueva York con lo
cual también el legendario dueto quedaba disuelto para siempre. Lo
mismo podía decirse de Wings: Laine salió por problemas contractuales
(que luego restregó en una viscosa biografía no oficial de McCartney
escrita por Chet Flippo) aunque el ex beatle logró completar otro disco
solista al que puso McCartney II.
La muerte de Lennon, otra ironía, dejaba a McCartney como el incómodo
villano, algo así como Salieri con Mozart. Era curioso: de los cuatro
beatles fue el más activo, el que creó su propio grupo (Lennon se hizo
acompañar de Elephant’s Memory pero nunca formalizaron sus
colaboraciones) y fue el único que durante los sesenta tuvo una carrera
constante. Tal vez, y para que el juicio de la historia le fuera
favorable, McCartney debió quedarse inmóvil y esperar a que el tiempo
lo reivindicara, pero ése no era su estilo, tenía que demostrar su
valía como artista independiente. Muchos de sus álbumes post Wings han
sido menos que regulares (su Press to Play [1986] es totalmente
prescindible) pero deben ser reconocidos como el esfuerzo de un artista
incansable.
Ya con Wings en el pasado, McCartney lanzó Tug of War (1982) que
incluía “Ebony and Ivory” a dueto con Stevie Wonder, uno de sus
ídolos. La canción que da nombre al disco fue publicitada aunque
también era prueba de lo fácil que McCartney podía caer en lo cursi y
sensiblero. Con Pipes of Peace (1983) ocurrió lo mismo: “debemos
pensar en los niños del mundo”, como dice una de las estrofas, es
más bien un mensaje propio de la UNICEF y no de un compositor que
ayudó a revolucionar la música pop. Este álbum también incluye “Say
Say Say”, un dueto con Michael Jackson. A McCartney le había
encantado el álbum Off the Wall el cual incluía, no
coincidentemente, el tema “Girlfriend” compuesto por el exbeatle.
Mientras Michael Jackson grababa Thriller se dio oportunidad de
completar dos sencillos, el ya descrito y “The Girl is Mine”.
McCartney nuevamente buscaba un colaborador y vio en Jackson a un
probable candidato, máxime el éxito comercial de esos dos sencillos.
Para su siguiente proyecto McCartney decidió acompañarlo con una
película. De hecho el filme Let It Be había sido sugerencia
suya pero los desastrosos resultados lo dejaron muy desilusionado. Pero
ahora tenía los recursos, él era el productor y nadie más podría
echarle en cara un probable fracaso. Así pues vio en Give my Regards
to Broadstreet, el soundtrack de una película cuya trama
refiere el robo de unas cintas de un nuevo disco, algo que, por cierto,
había pasado con uno de sus álbumes en los sesenta. Como “gancho”
McCartney invitó a Ringo Starr y la interpretación de varios hits de
los Beatles. El disco vendió bien --el tema “No More Lonely Nights”
era de lo mejor que McCartney había compuesto en lustros-- sin embargo
la película fracasó en taquillas.
Pero McCartney estaba más interesado en cuestiones filantrópicas. Su
amigo Bob Geldof lo invitó a participar en la grabación del sencillo
“Do They Know It’s Christmas” con otros cantantes ingleses; los
fondos recaudados se destinarían a combatir la hambruna en Etiopía. En
julio de ese mismo año el ex beatle aceptó participar en el concierto
Live Aid en el estadio Wembley de Londres junto con Freddie Mercury,
George Michael y Bono. Inevitablemente surgió el rumor sobre una
reunión de McCartney con sus ex compañeros pero que al final no se
materializó.
Desde entonces McCartney concentró sus energías primero en las
recopilaciones y luego en la búsqueda de un complemento. Las ilusiones
con Jackson se evaporaron cuando éste adquirió las canciones de los
Beatles, algo que el ex escarabajo sintió como una traición. Su
disquera lanzó All the Best, material centrado casi en su
totalidad en Wings y poco después puso a circular Flowers in the
Dirt donde colaboró con Elvis Costello. Le siguió Tripping the
Live Fantastic, grabado en vivo, así como la edición rusa del Back
in the USSR, disco aparecido originalmente en la entonces Unión
Soviética. Para cerrar los ochenta McCartney se unió al serial Unplugged
del canal MTV.
Desde los días del “Eleanor Rigby” McCartney había flirteado con
la música clásica. Por fin decidió entrar de lleno a ella con Liverpool
Oratorio, un homenaje a la Orquesta Filarmónica de Londres con
motivo de su 150 aniversario. La siguiente década fue relativamente
gris en su carrera solista. Sacó otro álbum en vivo titulado Paul
is Live en cuya portada se mofa del ya legendario rumor que lo
consideraba un “suplantador” del verdadero Paul.
En 1994, entusiasmado por el éxito que habían tenido las grabaciones
de los Beatles hechas para la BBC. McCartney pensó que era hora de
contar la historia del grupo en un documental y un libro. Su relación
con Yoko Ono mejoró desde mediados de los ochenta tanto así que ésta
le proporcionó una cinta a capella que Lennon había grabado en1978.
Tras finalizar el documental --originalmente iba a llamarse The Long
and Winding Road pero cambió al más convencional de Anthology-- y
un material que duraba más de siete horas, los restantes beatles
accedieron a grabar juntos un cuarto de siglo más tarde. El resultado
fue “Free as a Bird”, producida por Jeff Lynne y que apareció en la
primera antología. A los pocos meses salió otra “nueva” grabación
titulada “Real Love”. Con este sencillo y dado que ya no había más
material disponible de Lennon, quedaba claro que jamás habría otra
canción de los Beatles.
McCartney puso a circular Flaming Pie, un disco con el cual
intentaba volver a la frescura musical de Wings, cosa que el ex
escarabajo consiguió a medias pero compensó aquello con una gira
mundial de conciertos. En pleno tour recibió al noticia: la Corona
inglesa iba a nombrarlo Caballero. Pero también hubo malas noticias
pues el tratamiento de su esposa Linda para combatir el cáncer no daba
los resultados esperados. Poco después de ser declarado Sir por la
Reina Isabel II supo que a Linda le quedaban sólo algunos meses de
vida. Al final de ese camino recorrido por ambos quedaba el apoyo que
ella le había dado pues sin éste seguramente McCartney jamás se
hubiera recuperado tras la separación de los Beatles con lo cual no
sólo sus fans sino el mundo de la música, están agradecidos con su
memoria.
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