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Los wokes, una amenaza para James Bond mucho peor que Blofeld

La presión para tirara la basura al James Bond "machista" y con ello poner en peligro la franquicia más exitosa en la historia del cine tendrá su prueba flamígera dentro de unos días con el estreno de una cinta que ha sido aplazada varias veces y que, se teme, estará llena de basura woke. Los riegos son enormes, máxime porque se trata de una fórmula que, si se altera, perderá su esencia, y con ella, los millones de dólares que esperan sus productores


SEPTIEMBRE, 2021. A unos días que se estrene la nueva película de James Bond titulada No time To Die, los temores de que se trata de una cinta woke aumentaron cuando su director un tal Kary Fukunaga, aseguró que "(Bond) es un violador" y que esta película tiene como fin "empoderar" --otra vez la palabrita-- "a las mujeres que aparecen con él", lenguaje cifrado que significa lo que también tememos muchos fans de la serie: el agente pasará a ser un personaje de respaldo, quizá de pacotilla, como le sucedió al "Terminator" Schwarzenegger recientemente.

Sin embargo y a diferencia de otras franquicias de Hollywood que han muerto víctimas de la estupidez woke, los estudios EON, con sede en Londres y que distribuyen las películas de James Bond, tienen en este momento poco que ganar y mucho qué perder si son seducidos por la ola "inclusiva" y "feminista" que ya arruinó a Los Ángeles de Charlie y a Los Cazafantasmas.

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En primer lugar, y a diferencia de los grandes estudios, James Bond es el principal activo de los estudios EON los cuales heredaron Barbara Broccoli y su medio hermano Michael W. Wilson tras la muerte del legendario productor Albert Broccoli en 1997. Pese a que en un principio se dudaba de la capacidad de los medios hermanos para evitar que se hundiera el imperio, todas las cintas protagonizadas por Pierce Brosnan que produjeron fueron exitosas, siempre con ganancias a la alza. Cuando Brosnan rechazó seguir siendo James Bond, Broccoli y Wilson decidieron tomar dos alternativas altamente riesgosas: hacer una "precuela" de James Bond, es decir, que los anteriores Bond prácticamente dejaban de existir, y contrataron como el nuevo agente a Daniel Craig, un actor que rompía el perfil de Ian Fleming, pues era rubio.

Hoy nos parece extraño que hubiera fans quienes exigieron boicotear a Craig y vaticinaban que su primera cinta, llamada Casino Royale, sería un enorme fracaso. Coimo luego supimos, se equivocaron rotundamente.

Pero tres décadas después, las cosas han cambiado, sobre todo con llegada de la nefasta corriente woke. Por ello no resulta tan raro que esta película será estrenada seis años después de Spectre en una época cuando nadie acusaba todavía al superespía de "masculinidad tóxica". Poco antes del estreno Craig anunció "estar harto" del personaje y que ya no tenía intención alguna de personificarlo nuevamente. En respuesta, se exigió que el siguiente Bond fuera un actor de color y, ya más recientemente, que mejor no, que fuera una mujer negra; era momento de poner punto final al "Bond sexista" según esa gente, mucha de la cual, sin duda, jamás ha visto una de esas películas.

Como respuesta, la productora Broccoli respondió: "Bond fue concebido como hombre y seguirá siendo hombre". Sin embargo y a las pocas semanas, Craig enfatizó a la prensa que "ya es hora que James Bond sea personificado por una mujer".


Según varias fuentes de la red, el guión de la siguiente cinta luego del espectacular éxito de Spectre comenzó a ser desarrollado por Neil Purvis y Robert Wade, el dúo que ha trabajado exitosamente en las historias de Bond desde GoldenEye. Sin embargo, en el 2018 los estudios MGM, que distribuyen las películas de Bond en el resto del mundo, condicionaron a los productores de Bond a desarrollar una historia "más incluyente" y para ello les impusieron en el equipo a Phoebe Waller Bridge, actriz que apareció en la fallida película sobre Han Solo y quien fue protagonista de la serie inglesa Mr and Mrs Smith hasta que salió "por diferencias creativas". Waller Bridge se considera "feminista" y promotora de la "justicia social", mal presagio para los seguidores de Bond más tradicionalistas.

La tardanza en al aparición del filme pudiera explicarse por la revisión exhaustiva de cada diálogo, cada escena, cada movimiento para evitar que resulten "ofensivos", una humillante autocensura y así evitar posibles boicots. Pero es una labor sumamente idiota dado que cualquier "cambio" significa quitarle la esencia a un personaje que no fue creado para "empoderar" a nadie sino como mero entretenimiento y su comportamiento es tan ficticio como pudieran serlo Micky Mouse, Tribilín o El Hombre Nuclear.

Esto lo saben sin duda Barbara Broccoli y Michael G. Wilson. Los dos están conscientes de que Bond es una fórmula tan exitosa como la de la Coca-Cola al punto que cualquier cambio en su esencia, así sea mínimo traerá consecuencias desastrosas en taquilla. Bien lo ha dicho el brillante analista canadiense Mark Steyn: "La fórmula de James Bond es tan predecible como las ganancias de ensueño que recauda cada estreno de la serie".

Por otro lado, el supuesto "empoderamiento" de las chicas Bond que exige la comunidad woke solo demuestra su ignorancia sobre el historial de las pelícuals de Bond. Incluso en los tiempos del "violador" Bond, Pussy Galore, la mujer al servicio del villano Auric Goldfinge, era claramente una lesbiana al tiempo que la agente Isamova (Barbara Bach) en La Espía que me Amó estaba a la altura de Bond en inteligencia y mente fría. De hecho, la mayoría de las chicas Bond desde entonces han estado muy lejos del perfil de tontas y dejadas, ya sean Octopussy, la doctora Goodhead (Louis Chiles) experta en aeronáutica en  Moonraker, o bien Vesper Lynd (Eva Green) la mujer que puso en aprietos a Bond y le representó un auténtico reto intelectual en Casino Royale.

Todas ellas (incluida la bella Sophie Marceau, quien fue la villana Elektra King en El Mundo No Basta) han sido personajes feministas tan válidos e interesantes como la Princesa Leia (Carrie Fisher) y Ellen Ripley (Sigourney Weaver) en las películas de Alien.

El riesgo que están tomando los estudios EON con esta producción son enormes: según el estimado, No Time To Die costó 830 millones de dólares en su rodaje y es la cinta con más duración en toda la saga, casi dos horas y media. Para apenas salir "tablas", la película necesita recaudar por lo menos 150 millones de dólares en su primer fin de semana tan solo en Estados Unidos. Es casi un hecho que se va a superar esta cifra dado que todos los estrenos de James Bond en ese país han tenido taquilla de buena a excelente. Pero ese es apenas parte del problema: si en realidad la película es tan woke como se teme, los fans difícilmente van  a recomendarla; la mala publicidad difícilmente conseguirá que No Time To Die sea financiable. Recordemos las "salidas en falso" que lleva acumuladas esta película.

Este temor --independientemente que se espera que su proyección en China recaudará por lo menos unos 200 millones de dólares-- fue el principal motivo para que Craig se haya echado para atrás y ahora nos salga conque, en su opinión "Bond debe seguir siendo un hombre". Nótese el "seguir siendo", señal de que Bond no será desbancado en esta película. ¿Habrá dicho esto porque ya cobró su último cheque como el superagente y no tiene nada qué perder, o se trata de una declaración para aminorar los posibles daños ante la malísima publicidad que la cinta ya se carga a cuestas?

Si No Time to Die queda debajo de los 600 millones de dólares en recaudación mundial, la existencia de los estudios EON estaría en riesgo mortal. Nunca, y diferencia de otras franquicias que se dan el lujo de perder dinero, serán los fans de la serie quienes decidirán el destino de James Bond en el cine. Y a diferencia de sus archienemigos Blofeld y Mandíbulas quienes volvieron a la siguiente cinta, esta vez la derrota de Bond será definitiva.

 

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