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De ejemplo a organismo totalitario: el IFE

Nació como una noble intención por incluir a la ciudadanía en la transición democrática pero terminó copado por los partidos políticos y sus intereses. El Instituto Federal Electoral es hoy un monstruo que nos atosiga en todos los medios y al cual no se ve voluntad, ni ánimos, de cortarle los tentáculos

MAYO, 2011. En la mayoría de los países los ciudadanos reciben una catarata de ofertas políticas previa a las elecciones que los deja hartos, mareados y resignados hasta días antes que llegan los comicios. También es costumbre que los candidatos se restreguen entre ellos fallas, promesas incumplidas, doble discurso o que de repente surja por allí algún escandalillo filtrado en los medios que sin ambages apoyan a quien consideran la mejor opción.

En este sexenio México se salió de esa costumbre pues los partidos políticos ya sólo podrán anunciarse mes y medio antes de las elecciones, algo aparentemente sano, pero que viene acompañado con una escandalosa catarata de spots por parte del órgano electoral encargado de organizar los comicios. Sólo que éste no sólo se sirve con tremenda cuchara pues con absoluta impunidad ordena a los medios electrónicos a transmitir hasta cuatro o cinco anuncios en cadena seis meses --así es: seis meses-- antes del día de las votaciones. 

Es un voraz espoteo donde a los ciudadanos se nos felicita por "vivir la democracia", se nos remacha la importancia de votar y se nos recuerda, como niños pequeños, que votar es un derecho ciudadano. Una reciente observación realizada por fasenlinea arrojó que, en un canal de televisión nacional, el IFE acaparó el 34 por ciento del total de la barra supuestamente comercial, y de estos spots, fueron únicamente cinco, todos ellos repetidos au nauseaum dentro del mismo horario.

Y pobre de aquél medio que no difunda los susodichos spots: como si fueran agentes de la Stazi y la Gestapo, el IFE tiene a un ejército de burócratas encargado de monitorear que se cumplan los tiempos de transmisión, con multas que van de los 3 mil a los 5 mil salarios mínimos y, en caso de reincidencia, el retiro de la concesión. (Hay que añadir que cada estado también tiene su instituto electoral, el cual también obliga a difundir sus propios espots).

Los partidos políticos deberán dejar de anunciarse cinco días antes de los comicios de julio próximo pero ello no afectará en lo mínimo los tiempos al aire del IFE. Este acaparamiento ha hecho que las televisoras y estaciones de radio incrementen sus tarifas comerciales con lo cual sólo las grandes empresas se pueden anunciar frecuentemente. Asimismo la Ley de Radio y Televisión prohíbe que un comerciante compre "bloques" (o lo que es lo mismo, presentarse como "patrocinador" de una emisión) pero nada señala en torno a la transmisión forzada de los spots del IFE.

Eso no es todo. La Ley Federal Electoral aprobada en el 2007 no permite que un particular contrate tiempos en radio o televisión para manifestar su apoyo al candidato de su preferencia. Tampoco se permiten los ataques directos a candidatos de otros partidos de modo que si alguien expone las corruptelas de un político que esté buscando un puesto público está violando la ley electoral. Tampoco se permite que los partidos se vanaglorien de lo que hayan hecho como gobierno de modo que sólo se aceptarán las "propuestas", sólo que para que una propuesta "prenda" como eslógan debe compararse con necesidad con sus contrincantes.

Pero esta ley viene a ser en realidad un parapeto de los partidos para alegar "igualdad" pues difícilmente puede asumirse que les perjudica. Al no arriesgar, ellos no pierden, y al contrario ganan más, algo así como 40 mil millones más de presupuesto para el PRI, 24 mil para el PAN y 19 mil millones para el PRD; el total para los otros partidos, según la página web del Instituto de Acceso a la Información, IFAI, es de 35 mil millones de pesos, lo que hace de la democracia mexicana --si es que ésta existe-- una de las más onerosas del mundo.

(Curiosamente el IFE no se ha mostrado tan quisquilloso con López Obrador, quien pese a no aspirar a un puesto público aparece en spots claramente proselitistas del Partido del Trabajo sin que nadie dentro de ese organismo haya podido explicar semejante deferencia).

La tiranía del IFE en complicidad con los partidos políticos se complementó con el aplazamiento, una vez más, para discutir las "candidaturas independientes", prohibidas en México, algo que empareja al país con países como Cuba y Venezuela (en Argentina sí existen, algo relativo pues la montaña de requisitos fueron diseñadas para que el aspirante desista). La Constitución señala que para votar y ser votado basta con ser mexicano por nacimiento o naturalización y por ningún lado refiere la obligación de ser postulado por un partido político. Pero esta irregularidad puede resumirse más fácil; el autoritarismo del Ejecutivo, que en la época priísta se brincaba la ley a su gusto, fue sustituido por el autoritarismo del IFE, un tirano cuyos pilares son los partidos políticos que manejan a su antojo la vida del país.

                                                                       Frankenstein bienintencionado

Hasta 1988 las elecciones federales eran vigiladas por el Congreso, que se convertía en órgano electoral. Pero ante el cuestionamiento de las elecciones donde ganó Carlos Salinas, el Ejecutivo lanzó el decreto de crear el Instituto Federal Electoral, el cual adquiría estatus de órgano ciudadano. Su primer titular fue José Woldenberg, hombre de izquierdas pero también un personaje comprometido con la transición democrática que en ese entonces ya se veía indetenible. Durante esos años y gracias a la supervisión del IFE, las elecciones presidenciales de 1994 se desarrollaron sin grandes sobresaltos pese a la turbulenta situación política de ese año y las del 2000 cuando por primera vez en la historia un panista llegaba a Los Pinos. The Economist le llamó la "transición de terciopelo" y atribuyó ello al IFE, "representante ciudadano ejemplo mundial de cómo efectuar procesos electorales".

La reputación del IFE era tal que los gobiernos de Indonesia, Filipinas, Sudáfrica y Perú enviaron funcionarios a México para ver de cerca el funcionamiento de ese organismo.

Sin embargo a mitad del sexenio foxista el IFE se politizó. Ya sin Woldenberg el organismo comenzó a perder su estatus ciudadano para convertirse en una agencia de colocaciones del sector público. Los idealistas demócratas de otrora salieron de ahí o bien se quitaron esa coraza para convertirse en otro ente burocrático que no sólo evitaba ser fiscalizado sino que sus días de trabajo arduo se limitaban a un par de semanas al año. Y como la democracia es algo que no tiene precio, el presupuesto del IFE creció un desmesurado 245 por ciento en el periodo 2004-2006 según la revista Contenido, y comenzaron a brotar los primeros casos de derroche: en el 2005 si titular gastó 18 mil pesos a cargo del organismo en una cena en un lujoso restaurante del DF. donde sólo un par de asistentes trabajaban en el IFE pues el resto eran amigos de los funcionarios.

En noviembre del 2005 entró como titular Luis Carlos Ugalde, un diligente burócrata cuyo mayor pecado fue no haber dado a conocer al ganador de las elecciones la noche del 2 de julio del año siguiente. "Simplemente no había un ganador definido", dijo Ugalde a Jorfe Castañeda en su libro La Diferencia. Fue una afrenta que los partidos, en especial el PRD, no le perdonaron. Apenas iniciado el nuevo sexenio se pidió la cabeza de Ugalde para luego sustituir al titular con "ternas", o lo que es lo mismo, con incondicionales de los tres principales partidos. Luego vendría el estacazo final con la aprobación de una ley electoral muy lejos de la cacareada democracia que sin cesar presume el IFE y que nos cuesta millones de pesos a todos los mexicanos.

Y son millones de pesos que no se ve que disminuyan pronto. El Presupuesto de Egresos de la Federación recientemente aprobado no quita un solo privilegio al IFE y, peor aún, le asignó una partida adicional de 25 mil millones de pesos dado que el 2012 será año electoral --por supuesto que tampoco el IFE regresó el "superávit" de 4 mil millones que supuestamente tenía presupuestado para el "mobiliario"-- y, bueno, hay que seguir "viviendo la democracia" aderezada con abominables spots con mentalidad de párvulos y prohibiciones a la ciudadanía que se asemejan más a gobiernos como el castrista que el suizo.

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