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ANÁLISIS,
COMENTARIO Y DEMÁS
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Cine
Cuando termine de verla, jale la cadena
Para quienes esperaban el regreso de Robin Williams a los papeles humorísticos, esta "comedia" escatológica les hará desear que el actor de nuevo tome unas largas vacaciones y que la Academia le exija devolver su Óscar
RV
Robin Williams, Will Arnett, Sheryl Hines, Jo Jo
Dirigida por Barry Sonenfeld
Columbia/2006
MAYO, 2006. Seguramente el lector recuerda aquellas comedias de Chevy Chase con la familia
Greenwald y sus vacaciones en Europa, Las Vegas y a un centro de diversiones. Debajo de las carcajadas había siempre una mofa
inmisericorde al clasemediero norteamericano pero que sin duda eran unos banquetes humorísticos. Desconozco si Robin Williams se haya propuesto resucitar aquellas historias o si tomó este papel a instancias de su amigo, el director
Sonenfeld, o porque sus intervenciones como villano alejaron a
los fans de las salas de cine. Pero aquí va la primera advertencia: si no eres Chevy Chase, mejor permanece afuera de sus dominios.
La segunda advertencia: aquí veremos, en vivo y a todo color --quizá olor para los más susceptibles-- el odio que el ala liberal de Hollywood
ostenta hacia aquellos vehículos llamados RV (casas rondantes) una tirria inexplicable a la cual sólo se da el argumento que son unidades altamente contaminantes. Y la tercera advertencia: un protagonista no mencionado en los créditos es el excremento. Ignoro qué le encuentran de divertido los estudios a las heces fecales pero el caso es que el show escatológico que vemos en
RV no da risa, ni asco: provoca vergüenza ajena de ver cómo el talento de Williams y la reputación de Sonenfeld se van por el retrete junto con tales desechos.
Pero vamos por episodios: Williams encarna a Bob Munro, un empleadito esclavizado por su tiránico jefe (Arnett). Cuando peligra su
trabajo Munro cancela las vacaciones familiares a Hawai y se va con todos a Colorado donde hará una presentación secreta de una gaseosa. Si los Greenwald le parecían patéticos espérese a ver a los Munro: la esposa, de aspecto draculesco, una hija resentida porque su padre, absorto en la chamba, apenas y le presta caso y el vástago, un tipo que escucha música pop y padece desórdenes hormonales.
El viaje a Colorado se torna una pesadilla cuando los Munro entran a los "estados rojos", casualmente aquellos que le dieron la victoria electoral a George W. Bush el pasado 2004. Por principio, se topan con el clan Gornike, unos tipos que visten como los Beverly Ricos, sobre todo su líder, un Jeff Daniels que, si lo comparamos con
Dumb and Dumber, en la cinta donde acompaña a Jim Carrey, su actuación
de entonces competiría con la de un Marlon Brando.
El afán de relacionar las RV con las heces fecales llega a cansar: hay una escena en que Williams decide drenar el depósito del vehículo y éste comienza a derramar repugnantes chorros
de excremento líquido; y es que durante el camino el señor Munro estaba tan nervioso de su presentación que le ha repercutido en su sistema digestivo.
El viacrúcis termina, obviamente, en cuando llegan a los estados "azules", es decir, los que votaron por Kerry, y es ahí donde, finalmente, la familia puede hacer, como dice la hija Cassie, "lo que queramos sin que se nos ordene callar", lo cual incluye emborracharse y llenarse de lodo, el cual, a estas alturas del filme, nos parece material
límpio, antiséptico.
Las metáforas entre lo "azul" y lo "rojo" de la Unión Americana y la obsesión por atacar a las RV --la cual, por cierto, aquí queda hecha añicos-- suenan francamente estúpidas, como lo fue la escena donde el señor Munro aparece sentado en el retrete sin dejar de trabajar en su
laptop y sin que sus mismas flatulencias lo interrumpan. Fue en tal escena donde entró una pregunta: ¿qué es lo más escatológico de la cinta, las heces o su argumento?
Luego de leer este comentario, el lector intuirá la cuarta advertencia: jalarle a la cadena del excusado una vez que haya aguantado el martirio de
RV. Jamás volverá a ver la porquería.
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