Biorremediación: Descontaminación natural
IX-2006
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La naturaleza tiene una cierta capacidad de limpieza de los elementos
contaminantes. Microorganismos como levaduras, hongos o bacterias
degradan
una gran cantidad de sustancias tóxicas, reduciendo su carácter nocivo
o
incluso volviéndolas inocuas para el medio ambiente y la salud humana.
La
biorremediación consiste en acelerar este proceso natural para mitigar
la
contaminación ambiental.
Las técnicas de biorremediación utilizadas en la actualidad son
diversas:
Intrínseca: El propio medio ambiente resuelve el problema si se dan las
condiciones óptimas, aunque se controla el proceso por si se produjesen
compuestos tóxicos secundarios.
La adición de nutrientes es la opción más económica y la que ofrece
más
posibilidades de éxito hoy díaIn-situ: Se acelera el proceso en el
mismo
medio modificando las condiciones ambientales (pH, nutrientes, humedad,
temperatura, oxígeno, etc.), añadiendo nutrientes para multiplicar los
organismos del lugar, o inoculando organismos más eficaces para el
vertido
concreto. La adición de nutrientes es la opción más económica y la
que
ofrece más posibilidades de éxito hoy día.
Ex-situ: El contaminante se extrae y se degrada en otro sitio en
condiciones
controladas de laboratorio. No obstante, se trata de un proceso más
caro y
que no puede realizarse en la mayoría de las ocasiones.
Las ventajas de este sistema están llevando a que sea cada vez más
utilizado
y que se invierta más en su desarrollo. En definitiva, si se utiliza
correctamente, no produce efectos adversos significativos, puesto que
apenas
genera cambios físicos en el medio, y es más barato que otras técnicas
anticontaminación, especialmente cuando se trata de eliminar residuos
de
difícil acceso, como por ejemplo los derrames de gasolina, que pueden
acabar
contaminando el agua subterránea.
No obstante, la biorremediación también presenta algunos
inconvenientes. Si
bien resulta eficaz para ciertos vertidos, como el petróleo o incluso
el
uranio, no puede hacer nada contra muchos tipos de vertidos: Metales
pesados
como el cadmio o el plomo no son absorbidos o lo son muy
dificultosamente;
el mercurio es bioacumulado, lo que supone un grave riesgo para la
cadena
alimenticia; los pesticidas artificiales llevan moléculas que no son
reconocidas como nutriente por los microorganismos. Por ello, algunos
expertos recomiendan el desarrollo de productos químicos
biodegradables,
algo que podría estar más cerca si entra en vigor, en 2008, el sistema
REACH.
Asimismo, estos sistemas necesitan bastante tiempo para que actúen, y
se
requiere conocer al detalle las características del vertido así como
las
condiciones ambientales, lo que puede suponer que un proceso que
funciona en
laboratorio falle en la naturaleza. En este sentido, algunos científicos
proponen un planteamiento que combine el campo de la ingeniería con el
de la
ecología, asumiendo la complejidad del medio ambiente. Además de
hongos o
bacterias, la utilización de plantas ("fitorremediación") se
presenta
también como un campo prometedor.
Por su parte, los expertos en ingeniería genética creen que la
utilización
de organismos modificados genéticamente traerá un mayor desarrollo de
la
biorremediación. Los ejemplos son muy variados: La introducción de un
gen en
el organismo específico para el vertido; el desarrollo de cepas
biosensoras
luminiscentes, que permitirían monitorizar el proceso de degradación;
o la
creación de plantas transgénicas para limpiar suelos contaminados. Sin
embargo, sus detractores advierten de sus posibles efectos secundarios
sobre
el medio ambiente, por lo que deben hacer frente a importantes
restricciones
legales, y recuerdan que en la mayoría de los casos los organismos
naturales
pueden servir igualmente.
En cualquier caso, aunque la biorremediación puede ser muy efectiva
para
procesos de descontaminación, no hay que olvidar que se trata de una técnica
paliativa, por lo que hay que apostar por una política preventiva que
minimice los riesgos de contaminación.
Muy eficaz contra las mareas negras
Los científicos llevan años desarrollando diversos sistemas de
biorremediación, especialmente para combatir los efectos de las mareas
negras, donde se han mostrado más eficaces. En definitiva, el petróleo
es
una fuente de carbono, un nutriente para las bacterias. En 1978, tras el
vertido del petrolero Amoco Cádiz en las costas francesas, la empresa
Elf
Aquitaine desarrolló un producto, el Inipo EAP 22, compuesto de urea,
laurilfosfato y ácido oleico. Estas sustancias reforzaron las
poblaciones de
microorganismos degradadores de hidrocarburos, que contribuyeron a la
limpieza del vertido. El éxito de este producto llevó, en 1989, a
utilizarlo
nuevamente para la limpieza de otra marea negra famosa: la del buque
Exon
Valdez, frente a las costas de Alaska.
Más recientemente, las labores de descontaminación del Prestige también
han
contado con este sistema, dado que buena parte del hidrocarburo aún
queda en
los tanques, a una profundidad de 3.800 metros. Expertos de las
universidades de Granada y Texas, del Instituto de Oceanografía de
Marsella
y de Repsol YPF ideaban un producto biorremediador, denominado NPK, y
compuesto por una mezcla de nitrógeno, potasio y fósforo, con
cantidades
menores de hierro y sulfatos.
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