|
¿Quién
no se ha sentado alguna vez frente al televisor para ver una
novela? Mientras la abuela ovillaba la lana, no teníamos más
remedio que mirar de reojo lo que salía de la pantalla de
rayos catódicos... ¿Por qué llora esa chica? ¿Quién es
ese con cara de malo? ¿Por qué no los dejan casarse?...
Miles de preguntas que nos iban metiendo, de a poco, en ese
mundo -admitámoslo, por favor!- de las telenovelas. Así como
años atrás nos sentíamos atrapados por los radioteatros, en
ese momento la mágia de la televisión nos encontraba sentado
viendo alguna de aquellas telenovelas.
Al
principio, escritas exclusivamente para mujeres, sus
argumentos atrapaban a las señoras a la hora del té, o a la
siesta, cuando los chicos estaban en la escuela o jugando y
los maridos cumpliendo sus obligaciones laborales. Después a
alguno se le ocurrió que adosándole un toque barrial a esas
historias románticas se podía también interesar a los
hombres... ¡Y vaya que lo lograron! Novelones como Rolando
Rivas, taxista; Malevo, Gorrión, Un mundo de 20 asientos, El
Rafa, y tantos otros títulos, lograron lo que parecía
imposible. Toda la familia frente al televisor disfrutando de
este género no tan menor de nuestra televisión.
|
|