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Viernes 23 de julio de 2004

Sacha Distel: murió ayer, a los 71 años

Francia llora a su más seductor cantante

  PARIS (ANSA).- El cantante francés Sacha Distel, de 71 años, conocido por temas que tuvieron difusión mundial y también por su relación con Brigitte Bardot, falleció ayer en la localidad de Le Rayol-Canadel, en el sudeste de Francia, a raíz de una larga enfermedad.

Llevaba el jazz en la sangre y durante algún tiempo no sólo fue considerado el mejor guitarrista francés del género, sino que apuntó a ser el heredero de Django Reinhardt (por algo el mismísimo Barney Kessel le sentenció: "No importa lo que hagas, siempre serás un músico de jazz"). Pero a los veintipico, probado ya el atractivo seductor que le conferían su sonrisa franca y su estampa de galán, el joven Sacha vio facilitado el camino hacia el gran público y quiso ser cantor. La música lo elevó al número uno de las listas de ventas con su "Scoubidou" (1958), que fue casi un himno de la juventud francesa de ese tiempo. Y el encanto personal lo llevó a ocupar la primera plana de todas las revistas cuando una Brigitte Bardot en la cumbre de su fama lo eligió como compañero.

Por cierto, la popularidad ganada en su terreno -el musical- le duró bastante más que aquel corto idilio. Porque Distel supo afirmarse, con algunas intermitencias, como una suerte de príncipe del varieté eternamente joven. Y se dio unos cuantos gustos, además de ver uno de sus hits ("La belle vie" o "The Good Life") convertido en éxito internacional por Frank Sinatra, Tony Bennett, Dinah Washington o Sarah Vaughan. Tocó, por ejemplo, al lado de Louis Armstrong, Stan Getz, Miles Davis, Jimmy Raney y Dizzy Gillespie. Grabó con Lionel Hampton "French new sound" en 1955. Y su álbum al lado de The Modern Jazz Quartet ("Afternoon in Paris") ha tenido numerosas reediciones.

"Todo comenzó con mi tío", confesaba este muchacho modesto, de gesto cortés e impecable dicción, nacido en 1933 en París, hijo de un ingeniero y una pianista. El tío era Ray Ventura, que había conocido la celebridad en el music hall francés de entreguerras al frente de sus Collégiens. "El me enseñó todo -contaba- y yo lo habría dado todo por él. Con Ray junto a Paul Misraki y Bruno Coquatrix, asistí en 1948 al primer concierto de Gillespie y ése fue el principio de todo."

En realidad, Sacha ya había cursado estudios de piano cuando, a los 17 años, Henri Salvador, que durante la guerra cantaba con el conjunto de Ventura, comenzó a revelarle los secretos del swing. Le tocó crecer en la época del buen jazz europeo de los 50. Las dotes naturales y la pasión por los ritmos negros le dieron sus primeros éxitos en los locales de Saint-Germain, al punto de ser considerado el mejor guitarrista aficionado de su país en 1951, dos años antes de ocupar, según las revistas especializadas, el número uno en esa categoría, título que conservaría durante siete temporadas.

En 1952 viajó a los Estados Unidos, donde conoció a Miles Davis y Charlie Parker, y a su regreso se convirtió en acompañante de Juliette Gréco y en editor musical de Georges Brassens y de Paul Misraki. Este sería el autor de la música de "...Y Dios creó a la mujer", el film que consagró definitivamente a BB, y el nexo que unió a la fugaz pareja.

Pero Sacha, que ya se había vuelto un rostro familiar, quería ser cantante, como Sinatra. Se animó en 1958: hizo una prueba en Argelia, durante un concierto con un trío de jazz. La canción era "Scoubidou" y el éxito resultó tan fulminante, que ese mismo año ya aparecía como invitado en el show de Ed Sullivan.

El jazzman tuvo que dejar espacio al ídolo popular. En 1959, acertó con otros éxitos: "Personnalités", "Oh quelle nuit", "Mon beau chapeau". La TV no podía desatender un fenómeno como éste. Así, el ciclo «Guitares et copains», iniciado a comienzos de los sesenta, se convirtió pronto en el «Sacha show», espacio del que no querían estar ausentes ni los aspirantes a estrellas ni los artistas consagrados. Muchos nuevos intérpretes se dieron a conocer en ese programa que entre 1962 y 1972 apuntaló la popularidad de Distel, aunque nunca le garantizó la venta de sus discos. En realidad, después de su primer gran hit no volvió a ocupar el primer lugar. Por esos años visitó dos veces la Argentina, en 1961 y 1967, para presentarse en TV y en escenarios como los del marplatense hotel Hermitage.

En 1963, se había casado con una campeona de esquí, Francine Bréaud, con quien tuvo dos hijos. Los años setenta lo encontraron afianzado en el papel de crooner, apreciado ya más por el público adulto que por las adolescentes a las que había hecho suspirar algún tiempo antes. La inalterable simpatía, su desenvoltura escénica y su profesionalismo también lo llevaron al teatro, por ejemplo como intérprete de «Chicago» en 2000.

En los ochenta, dio nuevo oxígeno a su carrera al presentarse en Inglaterra, donde era conocido como «el amante francés». Y volvió, como siempre, a los recitales: en el Olympia y el Casino de París (1985, 1993, 1994), así como a la grabación de discos, en el último de los cuales había contado con la colaboración de Charles Aznavour.

Y nunca pecó de ingratitud: en 1993, aprovechó unos recitales en el Olympia y el registro de un CD para rendir homenaje a su tío, recreando su repertorio junto a un grupo que nombró Les Collégiens.

Por Fernando López
Para LA NACION

El recuerdo de Chirac

PARIS (EFE).- El presidente Jacques Chirac y el primer ministro Jean-Pierre Raffarin lamentaron, como millones de franceses, la muerte de Sacha Distel, uno de los cantantes más populares del país. Las canciones de Distel sonaron ayer en todas las emisoras de radio y varios canales de televisión han cambiado su programación para rendir homenaje a quien "siempre será una de las grandes figuras de la canción francesa".

Así lo definió Chirac en un mensaje de condolencias por la pérdida de un hombre que "alegró con sus melodías llenas de felicidad y de optimismo la vida de millones de franceses". "Todos nos acordamos de su sonrisa y su estilo lleno de encanto y elegancia", señaló el presidente francés.

Raffarin, en tanto, afirmó que con la muerte de Distel desaparece un símbolo del buen humor formado en la escuela de jazz de Dizzy Gillespie o Henri Salvador. "Hoy todos los franceses tienen ganas de decir: gracias Sacha", agregó.

 

 

 

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