Sacha
Distel: murió ayer, a los 71 años
Francia
llora a su más seductor cantante
PARIS (ANSA).- El cantante francés Sacha Distel, de 71 años,
conocido por temas que tuvieron difusión mundial y también
por su relación con Brigitte Bardot, falleció ayer en la
localidad de Le Rayol-Canadel, en el sudeste de Francia, a raíz
de una larga enfermedad.
Llevaba el jazz en la sangre y durante
algún tiempo no sólo fue considerado el mejor guitarrista
francés del género, sino que apuntó a ser el heredero de
Django Reinhardt (por algo el mismísimo Barney Kessel le
sentenció: "No importa lo que hagas, siempre serás un músico
de jazz"). Pero a los veintipico, probado ya el atractivo
seductor que le conferían su sonrisa franca y su estampa de
galán, el joven Sacha vio facilitado el camino hacia el gran
público y quiso ser cantor. La música lo elevó al número
uno de las listas de ventas con su "Scoubidou"
(1958), que fue casi un himno de la juventud francesa de ese
tiempo. Y el encanto personal lo llevó a ocupar la primera
plana de todas las revistas cuando una Brigitte Bardot en la
cumbre de su fama lo eligió como compañero.
Por cierto, la popularidad ganada en su
terreno -el musical- le duró bastante más que aquel corto
idilio. Porque Distel supo afirmarse, con algunas
intermitencias, como una suerte de príncipe del varieté
eternamente joven. Y se dio unos cuantos gustos, además de
ver uno de sus hits ("La belle vie" o "The Good
Life") convertido en éxito internacional por Frank
Sinatra, Tony Bennett, Dinah Washington o Sarah Vaughan. Tocó,
por ejemplo, al lado de Louis Armstrong, Stan Getz, Miles
Davis, Jimmy Raney y Dizzy Gillespie. Grabó con Lionel
Hampton "French new sound" en 1955. Y su álbum al lado de The Modern
Jazz Quartet ("Afternoon in Paris") ha tenido
numerosas reediciones.
"Todo comenzó con mi tío",
confesaba este muchacho modesto, de gesto cortés e impecable
dicción, nacido en 1933 en París, hijo de un ingeniero y una
pianista. El tío era Ray Ventura, que había conocido la
celebridad en el music hall francés de entreguerras al frente
de sus Collégiens. "El me enseñó todo -contaba- y yo
lo habría dado todo por él. Con Ray junto a Paul Misraki y
Bruno Coquatrix, asistí en 1948 al primer concierto de
Gillespie y ése fue el principio de todo."
En realidad, Sacha ya había cursado
estudios de piano cuando, a los 17 años, Henri Salvador, que
durante la guerra cantaba con el conjunto de Ventura, comenzó
a revelarle los secretos del swing. Le tocó crecer en la época
del buen jazz europeo de los 50. Las dotes naturales y la pasión
por los ritmos negros le dieron sus primeros éxitos en los
locales de Saint-Germain, al punto de ser considerado el mejor
guitarrista aficionado de su país en 1951, dos años antes de
ocupar, según las revistas especializadas, el número uno en
esa categoría, título que conservaría durante siete
temporadas.
En 1952 viajó a los Estados Unidos,
donde conoció a Miles Davis y Charlie Parker, y a su regreso
se convirtió en acompañante de Juliette Gréco y en editor
musical de Georges Brassens y de Paul Misraki. Este sería el
autor de la música de "...Y Dios creó a la mujer",
el film que consagró definitivamente a BB, y el nexo que unió
a la fugaz pareja.
Pero Sacha, que ya se había vuelto un
rostro familiar, quería ser cantante, como Sinatra. Se animó
en 1958: hizo una prueba en Argelia, durante un concierto con
un trío de jazz. La canción era "Scoubidou" y el
éxito resultó tan fulminante, que ese mismo año ya aparecía
como invitado en el show de Ed Sullivan.
El jazzman tuvo que dejar espacio al ídolo
popular. En 1959, acertó con otros éxitos: "Personnalités",
"Oh quelle nuit", "Mon beau chapeau". La
TV no podía desatender un fenómeno como éste. Así, el
ciclo «Guitares et copains», iniciado a comienzos de los
sesenta, se convirtió pronto en el «Sacha show», espacio
del que no querían estar ausentes ni los aspirantes a
estrellas ni los artistas consagrados. Muchos nuevos intérpretes
se dieron a conocer en ese programa que entre 1962 y 1972
apuntaló la popularidad de Distel, aunque nunca le garantizó
la venta de sus discos. En realidad, después de su primer
gran hit no volvió a ocupar el primer lugar. Por esos años
visitó dos veces la Argentina, en 1961 y 1967, para
presentarse en TV y en escenarios como los del marplatense
hotel Hermitage.
En 1963, se había casado con una
campeona de esquí, Francine Bréaud, con quien tuvo dos
hijos. Los años setenta lo encontraron afianzado en el papel
de crooner, apreciado ya más por el público adulto que por
las adolescentes a las que había hecho suspirar algún tiempo
antes. La inalterable simpatía, su desenvoltura escénica y
su profesionalismo también lo llevaron al teatro, por ejemplo
como intérprete de «Chicago» en 2000.
En los ochenta, dio nuevo oxígeno a su
carrera al presentarse en Inglaterra, donde era conocido como
«el amante francés». Y volvió, como siempre, a los
recitales: en el Olympia y el Casino de París (1985, 1993,
1994), así como a la grabación de discos, en el último de
los cuales había contado con la colaboración de Charles
Aznavour.
Y nunca pecó de ingratitud: en 1993,
aprovechó unos recitales en el Olympia y el registro de un CD
para rendir homenaje a su tío, recreando su repertorio junto
a un grupo que nombró Les Collégiens.
Por
Fernando López
Para LA NACION
El
recuerdo de Chirac
PARIS (EFE).- El presidente Jacques
Chirac y el primer ministro Jean-Pierre Raffarin lamentaron,
como millones de franceses, la muerte de Sacha Distel, uno de
los cantantes más populares del país. Las canciones de
Distel sonaron ayer en todas las emisoras de radio y varios
canales de televisión han cambiado su programación para
rendir homenaje a quien "siempre será una de las grandes
figuras de la canción francesa".
Así lo definió Chirac en un mensaje de
condolencias por la pérdida de un hombre que "alegró
con sus melodías llenas de felicidad y de optimismo la vida
de millones de franceses". "Todos nos acordamos de
su sonrisa y su estilo lleno de encanto y elegancia", señaló
el presidente francés.
Raffarin, en tanto, afirmó que con la
muerte de Distel desaparece un símbolo del buen humor formado
en la escuela de jazz de Dizzy Gillespie o Henri Salvador.
"Hoy todos los franceses tienen ganas de decir: gracias
Sacha", agregó.
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