24. Teo. sacramentos del camino. La Unción de Enfermos en la Iglesia Antigua.
24. Teo. sacramentos del camino  

LA UNCIÓN DE ENFERMOS EN LA IGLESIA ANTIGUA.

La Iglesia apostólica de la antigüedad celebraba el sacramento de la Unción de enfermos, y así tenemos constancia de este hecho en los textos más antiguos de la Iglesia, donde aparece la visita a los enfermos como una actividad pastoral de los presbíteros. Hay menciones en la Carta de Policarpo a los Filipenses o en San Hipólito de Roma, más tarde. La iniciativa es de los sacerdotes, pero también aparece en otros lugares que los diáconos indiquen a los Obispos los enfermos de la comunidad para que los visite. En otras ocasiones el texto habla de que los enfermos se dirijan a la Iglesia y pidan el óleo de la oración; pero que si se encuentran graves, que reciban la unción en casa. Es decir, tenemos desde el principio la visita a los enfermos y la Unción con la oración como elementos continuadores de la práctica recomendada por Santiago en su carta del NT.

Hacia el siglo III disponemos de textos más litúrgicos, que hablan de bendecir y aplicar el óleo. Por ejemplo, Hipólito de Roma presenta y habla del óleo bendecido, habla de los efectos corporales, claramente refiriéndose a la Unción dada a los enfermos. Encontramos en la misma época bendiciones para los enfermos, donde nos da información sobre el sacramento: "manda tu fuerza sanadora sobre este óleo, para que los que se ungen y lo beban alejen la enfermedad, expulsen los demonios, extirpen la fiebre..."

Estas mismas fórmulas van pasando a la comunidad cristiana en los libros de oración más o menos litúrgica que se van creando. Teológicamente la reflexión sobre el sacramento de la Unción de enfermos es muy menor al resto de sacramentos, y siempre relacionado con cuestiones puntuales, como quién es el ministro que lo debe impartir, o la práctica cristiana de acudir al sacerdote, y no a magos o hechiceros, como hace Cesareo de Arles en el siglo VI.

La práctica pastoral sigue celebrando la Unción, con bendición del óleo y oración sobre el enfermo, y el consiguiente perdón de los pecados. El efecto de la Unción debía ser corporal, por eso incluso se bebía el aceite según fuera el dolor interno o externo. Su aplicación es casi unánime, deben recibirla los fieles enfermos, siendo ministros del mismo los Obispos y presbíteros, aunque en algunos casos se habla de fieles que se ungen a si mismos.

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