24. Teo. sacramentos del camino. La Unción de Enfermos en la Sagrada Escritura.
24. Teo. sacramentos del camino  

LA UNCIÓN DE ENFERMOS EN LA SAGRADA ESCRITURA.

La enfermedad en las culturas antiguas tenía un importante contenido religioso. El desconocimiento de las causas y naturalezas, que hoy dilucida la medicina, hacía que la presencia de realidades espirituales o divinas fuera la explicación más habitual: un mal espíritu, una magia, el demonio,... Lo que los conocimientos científicos de nuestro tiempo siguen sin poder explicar es el sentido de la vida, la enfermedad, el dolor y el sufrimiento, cuyo ámbito de explicación sigue teniendo en la religión su marco esencial. Los conocimientos médicos desmitologizan el "ser" de la enfermedad, el qué es; pero la pregunta del "porqué" de la enfermedad no les pertenece. Lo que no podemos dejar pasar por alto es el contenido religioso de la enfermedad en el mundo antiguo, y que influye a la hora de interpretar el sacramento.

La enfermedad siempre se ha interpretado en una clave de castigo, como expiación por el pecado causado por el hombre. Por una culpa humana la divinidad abandona al hombre hasta que no pague el precio de su traición. Hay una implicación del pecado con la enfermedad. La explicación que da el autor de Gn 3 va en esta línea, hay enfermedad porque hay pecado. Esta constante está presente en el AT, vinculado al problema del mal. Si hay enfermedad es porque se ha pecado, algo habrá hecho que lo hace culpable, y Dios lo ha castigado con la enfermedad. En el judaísmo, la enfermedad era consecuencia del pecado y del abandono de Dios, que se trasmitía de padres a hijos durante varias generaciones. La pregunta que hacen a Jesús encaja en esta manera de pensar, ante el ciego se interrogan si ha pecado él o sus padres. Este abandono se plasmaba en que si Yahvé era la vida, los enfermos tienen "menos " vida, Dios no está con ellos, o no lo está totalmente.

En estas culturas, la curación y la salud era entendida como una gracia de Dios, como una bendición divina. La imagen del Reino de Dios construida por los profetas hablaba de un mundo donde no hay enfermedad, todos son curados: los ciegos ven, los cojos andan,... En Jesús está idea está también presente, no olvidemos que pertenece a la cultura hebrea. Por eso los gestos de Jesús curando y aliviando el sufrimiento se deben interpretar como gestos de la llegada del Reino de Dios. Dicho de otra forma, Dios no quiere la enfermedad en el hombre.

Jesús no sólo cura, sino que lo hace frecuentemente. Podemos decir que es el personaje de la antigüedad que más milagros y curaciones conocemos. En el mundo helénico existió un tal Apolonio de Tiana, un taumaturgo, el más grande sanador de la antigüedad clásica, sin embargo, el número de milagros que se cuentan de él es muchísimo menor a los que se narran en los Evangelios. Para la exégesis hay un dato histórico riguroso que podemos afirmar, que Cristo curó enfermedades, tuvo una atención especial y predilección por lo enfermos, a los que asistió y perdonó los pecados.

Jesús corrige la interpretación hebrea sobre la enfermedad como causa del pecado. En Lucas 13, 1-5 sobre la muerte y el castigo a unos Galileos, Jesús interpreta que no eran más pecadores que los demás, y que todos estamos necesitados de curación porque todos estamos enfermos, "no he venido a los sanos sino a los enfermos".

Los gestos que Jesús realiza con enfermos son numerosos: unta los ojos con saliva, impone las manos o los unge con aceite. El Lucas 9, 2 Cristo da autoridad a sus discípulos para que prediquen la palabra y curen a los enfermos, y les da autoridad y poder para hacerlo. Los envía a predicar y curar, actividad que seguirá haciendo la Iglesia tras Pentecostés.

En Marcos 6, 13 dice el texto que ungían con aceite a los enfermos y los curaban. El aceite en la cultura mediterránea tiene un valor alimenticio, pero también curativo. Los ungüentos aceitosos aliviaban a los enfermos, el aceite es también una medicina, que servía además para iluminar las casa, lampadarios, conservar alimentos o como perfume. Religiosamente una unción significa una consagración, una declaración de algo sagrado, por eso se ungía al Rey o al sacerdote. El enfermo era ungido, quedando así protegido y elegido por Dios. San Marcos dice que ungían a los enfermos y se curaban, resultado también de la oración y la voluntad de Dios.

Tras Pentecostés hay curaciones, que ratifican la predicación de Pedro y la curación del hombre del Templo. La acción de Dios está en sus discípulos, que han recibido el Espíritu Santo. La primitiva comunidad cristiana, la que conocemos en el NT, curaba a los enfermos y tenía una serie de prácticas que conocemos gracias al testimonio de la Carta de Santiago, que en 5, 13-16 dice lo siguiente: "¿Sufre alguno de vosotros? Qué ore. ¿Está alegre? Qué entone himnos. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Haga llamar a los presbíteros de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con óleo en nombre del Señor. La oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le restablecerá y le serán perdonados los pecados que hubiese cometido. Confesad los pecados unos con otros y orad unos por otros, para que os curéis. La oración fervorosa del justo tiene gran poder".

Este texto de Santiago nos ratifica en una práctica que debía ser habitual, la fuerza de la oración para con el enfermo es imprescindible. Está hablando de enfermedad grave y asistencia de personas importantes en la comunidad, los presbíteros o ancianos de la misma, para que recen y unjan al enfermo. La oración y la unción representan la fuerza de Dios, por eso se hace en nombre del Señor. Dice, como consecuencia del mismo, que salvará al enfermo, no podemos entender automáticamente una curación física, sino la salvación en el Señor, espiritual, tal y como el mismo autor ha hecho en el resto de la carta. En el mismo sentido podemos entender la palabra "levantarse", en un contexto espiritual.

Se habla también en el texto del perdón de los pecados, como un efecto de la unción. En un reconocimiento de los pecados de unos con otros se percibe la gracia del perdón, y la salvación que levanta al enfermo hasta el Señor.

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