24. Teo. sacramentos del camino. Ritual de la celebración de la Penitencia.
24. Teo. sacramentos del camino  

RITUAL DE LA CELEBRACIÓN DE LA PENITENCIA.

El ritual de la celebración de la penitencia del año 73 recoge en su teología las mismas bases fijadas por el Concilio y recomendadas para la reforma del sacramento. Se incorpora la práctica del perdón y la reconciliación buscando una presencia comunitaria mayor. La celebración en sí debe hacerse en una iglesia u oratorio, salvo causa justa, siendo el lugar preferente el confesionario en las confesiones personales.

El momento de la celebración puede ser cualquiera, pero se habla del tiempo litúrgico de la Cuaresma como preferente para confesar, preparándose así las celebraciones de la Pasión con más interés e importancia. Aparecen tres tipos de rito para la reconciliación, según se trate de un solo penitente, o de varios penitentes, o de celebración comunitaria con absolución general.

La reconciliación con un solo penitente, supone lógicamente una absolución individual. Se inicia el sacramento con una oración, el encuentro y acogida en el nombre del Señor, es decir: en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Seguidamente se contará al sacerdote el tiempo desde la última confesión y las dificultades en general de la vida cristiana. Tras este momento se procede a la Liturgia de la Palabra, lo oportuno sería escuchar una lectura Evangélica que ayude en el proceso de la conversión. Recordamos el interés puesto en el Concilio por la Palabra, y que con frecuencia se omite. Tras este momento se hará confesión íntegra de los pecados, se exhortará a dolerse de ellos, a reparar el daño causado y a realizar una satisfacción o penitencia que ayude en el futuro a vencer la tentación. Tras ese momento e implorando el perdón, se da la absolución siendo esencial la palabra "yo te absuelvo", y la imposición de manos. Terminado este momento se da gracias a Dios, y se despide en paz.

De lo anterior apenas podemos subrayar como la realidad de la celebración omite, y suele ser sin causa justificada, la escucha de la Palabra. En algunos casos la pastoral del sacramento difiere tanto de unas parroquias a otras, que crean más desorientación que ayuda. Lo cierto es que sigue siendo una asignatura pendiente para la comunidad eclesial su mejora celebrativa.

En el ritual para reconciliar a varios penitentes con confesión y absolución individual, se celebra con los elementos comunes a otras celebraciones: ritual de entrada, Liturgia de la Palabra, Liturgia del sacramento y finalmente despedida. Estas celebraciones son preferibles en cuanto que se refuerza el papel de la Palabra y la presencia comunitaria queda mejor expresada. Si en la celebración del sacramento individual, el hecho comunitario lo garantiza la presencia sacerdotal, aquí es toda la comunidad cristiana la que pide perdón y se reconcilia. Lógicamente, en estas celebraciones, la Palabra debe ir encaminada a propiciar la penitencia con Dios, hacer hincapié en la misericordia divina y facilitar someramente al menos un examen de conciencia. Para ello hay que guardar los necesarios silencios, procediendo a la confesión individual y particular de los que quieran, con los sacerdotes presentes. Se confiesan los pecados y se da la absolución individualmente, finalizando con una acción de gracias, y despedida. Si hubiera Eucaristía se continuaría desde el ofertorio.

En el caso de reconciliación a muchos penitentes, pero con absolución general, la llamada tercera fórmula, la Iglesia ha ido poniendo bastantes "peros" y objeciones, en general justificadas. Esta forma debe realizarse para aquellos casos en los que haya un peligro de muerte o grave necesidad y no se disponga del tiempo deseado para oír en confesión a todas la personas presentes. Se quiere evitar que queden privados durante un tiempo de la gracia. También se recomienda que los pecados graves perdonados en esta celebración, sean confesados individualmente al menos antes de un año, y que no se reciban seguidamente varias absoluciones generales, no siendo esta forma de celebrar una excusa para evitar la confesión individual, sino como una respuesta a la urgencia pastoral. Por eso se ha ido restringiendo su práctica, a fin de evitar el abuso. En el ritual se indica que tras la homilía se inviten a los que quieran a recibir la absolución general, que se preparen, se arrepientan de sus pecados, y manifiesten externamente, esto podría decidirse en la preparación de la celebración, algún gesto que denote tal circunstancia, como arrodillarse o inclinar al cabeza,...etc. Tras la absolución general se continúa con la oración de acción de gracias y la despedida. Esta fórmula ha quedado restringida cada vez a casos más excepcionales, dados los abusos cometidos casi desde el principio.

De las tres formas rituales la más centrada e interesante es la segunda comunitaria, dado que recoge la confesión individual mejorando el sentido eclesial en todos los aspecto, se cuida la Palabra y los gestos. Quizás el único problema esté en que esta celebración requiere de tiempo y de la disponibilidad de varios sacerdotes, no siempre fácil de conseguir por las parroquias. También puede orientar en exceso a los creyentes a la costumbre de esperar a la celebración comunitaria, aún cuando se cometan pecados graves, sabiendo que la confesión allí es menos larga. Por eso el sacramento recibido personalmente no conviene perderlo.

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