20. Mariología. María en las iglesias de la Reforma.
20. Mariología  

MARÍA EN LAS IGLESIAS DE LA REFORMA.

La figura de María sufrió un rechazo en los primeros decenios de la Reforma protestante. Una posición que continúa hoy a pesar de los esfuerzos ecuménicos. La dificultad giraba sobre dos cuestiones: la interpretación de la Escritura, y la naturaleza y la antropología teológica. A partir de estos aspectos, los hermanos reformados entienden que María había sido especialmente manipulada y exagerada por la Iglesia del segundo milenio, alejándola de la verdad doctrinal de una fe en Cristo. Los hermanos Anglicanos, cuya reforma fue más tardía, mantienen algo más la cercanía con Maria, pero por supuesto muy lejos de los Católicos y Ortodoxos, que en este tema presentamos posturas cercanas, por no decir, casi similares.

La revelación para los reformados y el principio de "Sola scriptura" hizo que lo que no apareciera en la Biblia careciera de fundamento. Es verdad que admitieron los cinco primeros Concilios Ecuménicos por ser cristológicos, y por mantener una continuidad con la revelación escriturística, pero nada más. Por eso la mariología, a pesar de los fundamentos en el NT, es limitada. No hay devoción a la Virgen, no hay dogmas como la Inmaculada o la Asunción, que fueron posteriores. En el mundo protestante Maria es redimida, porque fue pecadora. Su "fiat" es importante, pero no tanto como para descentrar los ojos del crucificado.

El segundo problema es la antropología. El hombre en el mundo protestante está radicalmente corrompido por el pecado, no cabe un hombre que intrínsecamente no sea pecador, la actitud ante la salvación es de pasiva creencia en que Jesús salva. Esto hace que María sea también redimida, como humana que era. Las exclusividades, sólo Dios, solo Cristo, sola gracia, sola fe, hacen que Maria tenga un perfil demasiado cooperante en la teología Católica. María también necesitaba de la redención, luego era pecadora.

Lutero admitía como verdades dogmáticas de la mariología la maternidad de Dios, tal y como se definía en Éfeso, la virginidad antes, durante y después del parto. Afirmaba la Inmaculada Concepción, pero de forma distinta a nosotros, decía que no es que no tuviera pecado, sino que Dios no se lo imputó, no se lo atribuyó. Es también María en Lutero modelo de virtudes: fe, modestia, humildad,... en una última etapa de su vida radicaliza sus posturas, rechazando cualquier posibilidad de ser Maria mediadora, el único mediador es Cristo. Rechaza así la oración de la Salve, tampoco le gusta la segunda parte del Ave Maria, por no tener apoyo biblico. Tampoco acepta el culto a las imágenes, por lo que las devociones populares, apoyadas en iconos desaparecieron.

Calvino ni siquiera acepta a María como Madre de Dios, prefiere sustituir la afirmación por madre de Cristo, madre del Señor, para evitar el peligro de divinización del culto a la Virgen. Acepta la virginidad de María, y rechaza la Inmaculada, sólo Cristo es verdaderamente inocente. Sí la acepta como modelo de virtudes: escucha, obediencia o humildad, pero rechaza el culto a Maria, sea de la forma que sea.

Zwinglio admite la maternidad de Maria, la virginidad, incluso la Inmaculada. María es instrumento de Dios y está subordinada siempre a la cristología, es modelo de virtudes pero no es mediadora. También rechaza el culto a las imágenes.

Hoy el diálogo con los reformados ecuménicos es importante, habiendo corrientes de entendimiento en la mariología. Quizás la piedra de separación sea el culto y el carácter intercesor que damos en el mundo Católico y Ortodoxo, pero es comprensible en mayor escala la virginidad, la maternidad, y por supuesto su vinculación con Cristo.

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