18. Eclesiología. La Iglesia como sacramento de salvación.
18. Eclesiología  

LA IGLESIA COMO SACRAMENTO DE SALVACIÓN.

La idea de Iglesia como sacramento de salvación es del siglo XIX. El primer autor que emplea este lenguaje fue Möhler, de la escuela de Tubinga. Decía que la Iglesia es la manifestación, la encarnación permanente de Cristo, es decir, es sacramento. Estas ideas van recorriendo el siglo XX, autores como Semmelroth, De Lubac, Rahner o Schillebeeckx van elaborando una noción de iglesia como sacramento.

Cristo es sacramento de Dios, al igual la Iglesia lo es de Cristo, De Lubac. Se va configurando una teología sobre la Iglesia y su capacidad sacramental. Los sacramentos de la Iglesia lo son por la sacramentalidad de la Iglesia, Rahner. Cristo es sacramento del encuentro con Dios, por eso los sacramentos no son meros ritos, sino relación con la gracia que es Cristo mismo, Schillebeeckx. Toda esta teología confluye en el Concilio vaticano II siendo recogido en sus documentos principales.

La palabra "sacramento" es la traducción latina al término "misterion" del griego. En ese contexto helénico, misterio tiene que ver con la iniciación a algo oculto, desconocido por la mayoría de los hombres, y que era aplicado para el Bautismo y la Eucaristía a los cristianos. Un "Misterio" implica un sentido en la revelación de Dios, es algo que encaja en el plan de salvación de Dios para el mundo, y que no es conocido por todos los hombres. Cristo es el misterio de Dios, no enteramente comprendido pero sí manifestado a los hombres. Ese rito era también un compromiso, por eso los latinos emplearon la palabra "sacramentum" que significaba literalmente "compromiso", y que era el juramento de los soldados hacían en la antigua Roma. Sacramento es por tanto algo no comprendido por los hombres, es un rito y también un compromiso. Si afirmamos que la Iglesia es un sacramento, estamos diciendo que implica un compromiso, y que es un misterio. En San Agustín "sacramento" significará un signo sagrado que quiere manifestar algo invisible, que encierra una "virtus", fuerza, a la que tradicionalmente llamamos gracia. La Escolástica concretará algo más, sacramento es signo visible de la gracia invisible que la contiene, la gracia y que la confiere, la produce.

Cristo, en nuestra fe, es el sacramento por excelencia del Padre, es el perfecto mediador entre Dios y los hombres, confiere la gracia porque toda su vida es una entrega. Por eso, si Cristo es sacramento perfecto y verdadero de Dios, la Iglesia es sacramento de Cristo. En su humanidad y visibilidad es signo de la divinidad, igual que Cristo es verdadero hombre y verdadero Dios, uno y el mismo. La Iglesia es también verdaderamente santa, por Cristo, y verdaderamente pecadora, por los hombres que la componen. La unidad indisoluble se da entre la Iglesia y Cristo, vinculados eternamente. La Iglesia es sacramento por la sacramentalidad de Cristo, es signo de salvación en medio de los hombres porque hace presente a Cristo y al misterio de Dios.

La Iglesia es relativa en el sentido de ser signo visible de una gracia invisible, es un medio, no un fin en si mismo. Por eso, lo importante no es la comunidad eclesial en sí, sino que lo central será lo invisible: Dios mismo en la persona del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La iglesia no debe ser para si misma, sino que debe buscar la voluntad del Padre.

Esto supone que las instituciones en la iglesia pueden ser revisables y mejoradas en función de su servicio a la evangelización, en el seguimiento a la voluntad del Padre. La realidad visible en la iglesia puede y debe cambiar para acomodarse a los signos de los tiempos, nos referimos a las normas canónicas, las costumbres o las tradiciones históricas; porque lo esencial de la Iglesia es lo invisible, el misterio de su santidad que no es sino Cristo presente en ella. El Espíritu Santo actúa en la comunidad eclesial, inspirando sus Escrituras, asistiéndola en el curso de la historia, guiándola a pesar de sus pecados, en ocasiones muy graves.

Todo sacramento, y hemos quedado que la Iglesia lo es, contiene y produce la gracia. Es decir, es eficaz por si misma. Eficaz en el sentido de manifestar y comunicar a Dios como salvador. Requiere la acogida en la fe por parte de los hombres que la reciben. Es signo externo de la gracia de Dios. La Iglesia, como sacramento, es eficaz a la hora de presentar la revelación y la vida en el Señor, es capaz de la gracia, de trasmitirla, de dar el Espíritu a los que se lo piden, de reunirse en el nombre del Señor.

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