Comunidad nativa Quechua Lamista
Ubicación:

Lamas, Capital del mismo nombre, es conocida también como la capital folklórica de San Martín por conservarse alli como es ninguna otra ciudad las costumbres de sus antepasados. Es una pequeña ciudad tipo caserío serrano, ubicada en una cima de unos 1000 metros de altura, de calles muy empinadas y sin pavimentar, salvo las cercanas a la plaza de armas.

La disposición de su territorio, a manera de terrazas, dio lugar a que el sabio italiano Antonio Raymondi la bautizara como " la ciudad de los tres pisos". Se dice que el primer piso fue ocupado por los chancas venidos de Apurímac encabezados por el fiero Anco Huallo, el segundo piso fue habitado por los mestizos y el tercero era utilizado como un mirador natural.

Actualmente se mantiene una separación entre indios, lamistas y mestizos, quienes inclusive celebran sus fiestas patronales en fechas distintas; los indios festejan a Santa Rosa el 30 de agosto y los mestizos rinden homenaje a Santa Cruz de los Motilones el 14 de julio.

En la zona denominada el Wayko hay cerca de 1200 descendientes de los chancas y las calles del barrio adoptan los apellidos de las familias Sangama, Cachique, Amasifuen.

Lamas es una de las ciudades mas exóticas del departamento en plena selva, conserva un ambiente fresco. Sus habitantes mantienen sus antiguos usos y costumbres y artesanías, hablando un curioso dialecto mezcla de quechua y cahuapana, aunque su población esta compuesta en mas del 50% por blancos y mestizos que se establecieron en la zona algo mas de 150 años. Son muy reacios a entrar en contacto con forasteros pueblos vecinos; su carácter pasivo y sus lentas reacciones han dado pie a los denominados "cuentos lamistas".

Inicialmente considerados descendientes de los chancas, derrotados por los incas, los quechuas lamistas son el resultado de un largo proceso de transformación al que fueron sometidos diferentes grupos indígenas amazónicos conocidos como motilones.

ACTIVIDADES ECONÓMICAS.

La economía de los lamistas depende principalmente de la horticultura de raza y quema. La caza y la pesca son importantes. Actualmente ya no se practica la recolección. La crianza de aves de corral y de animales menores – así como la cría de ganado vacuno- han cobrado gran importancia en la economía de este grupo. Productos agrícolas como el maíz, el frijol, la yuca, el plátano, el café, además de aves de corral y ganado son comercializados por los lamistas e Tarapoto, Lamas y Sisa.

FOLKLORE.

A través del folklore el pueblo canta sus esperanzas y realizaciones, canta y baila al compás y ritmo de sus músicas típicas, relata sus tradiciones , traduce y presagia sus supersticiones, y en sus costumbres vibra su indescriptible emoción, con amplia expresión de su alma.

EL ENAMORAMIENTO:

Se realiza en forma simbólica mediante un envoltorio ( de adornos femeninos y dinero envueltos en un pañuelo) que el joven enamorado tras esperar soplando un rondin en lugar silencioso, pone sorpresivamente en el seno de la joven, a quien desea hacerla su esposa, escapándose luego a la carrera. Si la joven arroja el envoltorio al suelo, es rechazado, y si lo guarda es aceptación, en cuyo caso el enamorado, al tercer día de haber conseguido su objetivo, en compañía de sus padres visita por la noche la casa de la joven, para concertar con sus progenitores el pedido de la mano de la novia y acordar la fecha del matrimonio.

EL MATRIMONIO:

Que los contrayentes solo lo realizan por la iglesia católica, se cumple comúnmente los días sábados a las 6 de la mañana, acompañados de sus padrinos, que siempre son mestizos, de sus familiares y demás invitados.

Después de la ceremonia matrimonial ,se dirigen a la casa de los padrinos, de donde a las 9 a.m. pasan a la casa de los padres del novio, seguidos de una banda típica, donde los amigos de los contrayentes los recepcionan con disparos de escopeta al aire, en la creencia de espantar al demonio de esa manera; después del cual, inmediatamente realizan el tradicional "cumplimiento" ( reparto de bizcochuelo y aguardiente a todos los presentes). Acto seguido se realiza la danza del cumplimiento, en la que las parejas principales son los novios y los padrinos.

EL ACONSEJAMIENTO:

El consejo o "aconsejamiento", es la reunión de los padrinos con los cónyuges y sus familiares, en la casa del novio, al día siguiente de la boda.

En la ceremonia, los recién casados, se arrodillan delante de los padrinos, con los brazos cruzados; el padrino empieza a aconsejarlos, hablándoles de lo que es el matrimonio y la conducta a observar, de la comprensión y el amor recíprocos, de las responsabilidades que tienes que asumir, de los deberes y obligaciones entre marido y mujer, para con los hijos y familiares; de la fidelidad de ambos.

A continuación los esposos, con mucho respeto, se acercan a cada uno de sus padres, hermanos y abuelos, para recibir de ellos el consejo en pocas palabras en quechua.

Cuando la madre o cualquier familiar del novio, expone algún resentimiento existente, pide que se le castigue y se designa a un familiar para darle tres azotes ( los tres clavos de la cruz), con esto se los da por perdonados, volviendo a amistarse con el abrazo de ambos.

LA LANTA TIPINA.

Es una fiesta que se organiza con motivo del corte de pelo del niño indígena de 6 a 8 años de edad.

El pelo no ha sido cortado antes, para la fiesta se le hace muchos mechoncitos amarrados con cinta. Los padres eligen los padrinos, estos son mestizos quienes contratan la música, aportan con la bebida y licores para la reunión.

Se inicia la fiesta con alegre música, los padrinos son los primeros, con las tijeras en mano, en cortar los primeros mechones referidos, depositando en una fuente, una suma voluntaria de dinero. A continuación los padrinos entregan las tijeras a otra pareja que igualmente baila, corta el pelo y da el aporte económico. Este proceso continua hasta que todos los mechones se hayan cortado. Al termino, la madre del niño recoge el dinero con lo que los invitados han contribuido a la fiesta de la lanta-tipina, que se prolonga con brindis y comida. 

Lamas: un pueblo huraño con costumbres remotas

Los lamistas tienen una organización social superior; además, su pureza de sentimientos, su sentido familiar y su capacidad de trabajo, son singulares. Su perfecta adaptación al medio, integrando elementos culturales, andinos, selváticos y occidentales, es uno de los fenómenos sociológicos más interesantes del Perú.

Es el único grupo que ha conservado sus caracteres entre los que poblaban en la antigüedad el Huallaga medio. Todo hace suponer que son serranos que en alguna oportunidad llegaron a la selva, a cuyo ambiente se han adaptado sin perder sus antiguas costumbres.

Según ciertas tradiciones orales populares, los lamistas serían descendientes de un grupo de chancas y huancas que prefirieron refugiarse en la selva tras la masacre que Pachacutec les infligiera, antes de someterse a la dominación incaica.

El indio lamista es en general de talla alta, robusto, de color claro, algunos son casi blancos; los hay de facciones toscas, pero hay también individuos de rasgos finos y atractivo aspecto en ambos sexos. Rehusan el mestizaje y a los mestizos los segregan de la familia.

Usan vestidos de modelo español con telas de algodón tejidas por ellos mismos. Los hombres llevan un pantalón estrecho hasta el tobillo, chaqueta corta con botones que no llegan a abrocharse y que deja la parte anterior del cuerpo desnudo hasta la cintura. Por esta circunstancia los mestizos les llaman "filabotones" o "buche calato". En la cabeza se amarran un pañuelo bordado por sus mujeres. Tiñen su ropa con añil.

Las mujeres usan falda larga plisada, que tiñen de azul oscuro, con el cocimiento de las hojas de un árbol que cultivan cerca de sus viviendas. Es una falda serrana distinta de la pampanilla de las tribus y de la falda corta de las mestizas. Llevan blusa blanca de mangas largas cerradas, con canesú bordado. Tejen bonitos ceñidores de colores con motivos estilizados.

No usan ninguna forma de calzado. El pie desnudo es considerado como un distintivo del grupo: al que adopta calzados se les trata como a un extraño. El mismo rechazo por el calzado lo tenían los cholones e hibitos.

Hablan una mezcla de quechua y cahuapana, y los pocos que hablan castellano lo pronuncian sin el mote común de los serranos, sonando la "s" y la "rr" en forma elegante.

No mascan coca, no pescan ni les interesa el pescado, alimento básico de los montañeses. Tampoco son navegantes; prefieren, como los serranos, caminar aunque tengan que llevar cargas pesadas. Son los cargueros más resistentes, y ésta a sido su ocupación principal desde la antigüedad. En los caminos llevan el machete y la carga pendiente de la cabeza; cuando se acercan a los pueblos se anuncian tocando la antara.

No tienen ganadería pero son buenos agricultores y cultivan productos tropicales como plátano, algodón, arroz y caña de azúcar. No comen la papaya ya que la consideran alimento de cerdos. Como los serranos, cultivan flores y plantas útiles cerca de la casa.

Son cazadores temporales. Con ocasión de las fiestas consumen carne en común, pero las pieles pertenecen al cazador, que las guarda como trofeo para engalanarse en los días de fiesta.

Han adoptado la escopeta en lugar del arco, pero usan todavía la cerbatana con birotes envenenados. En un tiempo los venenos preparados en Lamas y Pajatén eran los mejores y se vendían en el Brasil.

Tienen sentimientos religiosos y familiares más desarrollados que los otros montañeses. Se casan muy jóvenes y no son inclinados a la poligamia: entre ellos no se conocen los adulterios, ni hijos espurios ni naturales.

Como los pueblos serranos, los lamistas viven sobre una loma alta, y no a la orilla de los ríos como los selváticos. Pasan su tiempo en las chacras y acuden a sus casas en los días de fiesta. 

A diferencia de los demás pobladores de la selva, tienen muy buena dentadura. Se afilan los dientes en forma cónica y algunos se los tiñen de negro. Los hombres llevan el pelo corto y las mujeres largo, recogido en el occipucio con peinetas y cintas de colores, adornándose el peinado con la zangapilla, flor muy olorosa.

Son limpios en su persona y en sus casas; han adoptado de los montañeses el cariño por el agua y la costumbre de llevar la ropa y el cuerpo limpios. Cuando llegan cargados y sudorosos al término de una jornada, se bañan.

Las mujeres son expertas tejedoras. Son las únicas en la región que conservan la costumbre de tejer sus telas, que son de algodón, usan la rueca española con rueda de madera. Son también muy afectas a los abalorios, cuentas doradas, fantasías, peinetas vistosas, pañuelos de colores, pero no se pintan; usan adornos selváticos de semillas y pulseras de piel de reptil, con fines mágicos.

La familia consta de padre, madre e hijos, esposa e hijos de los hijos varones en la primera generación. La casa es una habitación grande, cuadrada, con paredes de palos o de tierra apisonada, techos de palma con tijerales de caña, al uso montañés.

Duermen en camas altas de caña, en mejor forma que los criollos. Se cubren con una manta blanca, tejida por ellos y algunas de sus camas tienen toldos.

En las fiestas o cuando se preparan para una lucha, se pintan la cara con rayas rojas de achiote en vez de huito, que es tan usado por otras tribus de la selva.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 



 
 
 
 
 
 
 



 
 
 
 
 
 
 

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