Ciencia Ficción Perú


Editorial

Una laptop para Paco Yunque

¿Al fin se cerrará la brecha?


 
Una laptop por niño





Uno de los cuentos más tristes que leí en mi infancia fue Paco Yunque , de César Vallejo. En él se narraba el triste inicio de la etapa escolar de Paco Yunque, un niño pobre cuya madre trabaja como empleada doméstica en la casa del hombre rico del pueblo, cuyo hijo también inicia sus clases en el mismo salón de Paco Yunque. Su destino será convertirse en objeto de la prepotencia de Humberto Grieve, el hijo del hombre rico que es, en la práctica, el dueño del pueblo. Humberto Grieve expresa con terrible claridad su vínculo con Paco: “Por que es mi muchacho. Por eso.”. Poco más que una bestia de carga.

Desde esos tiempos hasta los presentes, las cosas han cambiado, aunque no me siento autorizado a decir que han mejorado. Sin embargo, es evidente que existe todavía un Perú rural que nada tiene que hacer en la mesa de quienes, con unas de cal y otras de arena, nos podemos considerar privilegiados al contar con agua, electricidad e internet.

Precisamente, la internet, que está definiendo a su modo aún imprevisible en sus consecuencias a este siglo XXI en el que vivimos, resulta crucial como un nuevo factor de desigualdad en la ya de por sí dividida sociedad peruana. Fácilmente, nos vienen a la mente las sempiternas polarizaciones entre ricos y pobres, blancos y cholos, costeños y andinos, (no se por qué no se considera a los pobladores de la selva en estos discursos), progresistas y reaccionarios… La verdad, creo que estas divisiones van opacándose en importancia frente a la división que crea la internet, es decir, la división entre quienes tienen acceso a la misma y quienes no. Creo que no estoy diciendo nada nuevo.

¿Es más importante contar con acceso a la internet que contar con agua y electricidad? Si nos planteamos así las cosas, seguiremos el eterno callejón sin salida de la demagogia, que con el pretexto de no olvidar los problemas urgentes (el demagogo solo se ocupa de no olvidar, pero nada más), deja pasar la oportunidad de crear una solución para los problemas del futuro, y de paso, los problemas urgentes de hoy que en ese futuro podrían ser parte del pasado.

El caso de la iniciativa “ Una laptop por niño ” (conocido también por sus siglas en inglés, OLPC , “One laptop per child”); una suerte de cruzada iniciada por el gurú de la informática Nicholas Negroponte , no puede ser más ilustrativo de nuestra mentalidad peruana, llena de expertos y “opinólogos”. La iniciativa de Negroponte consiste simplemente en fabricar laptops (se eligió este modelo de computadora por su fácil transporte y autonomía, no por pituca) baratas (la idea es que cada una no cueste más de 100 dólares), que sean destinadas a los niños de países poco desarrollados (mejor dicho, de países pobres). No es que les quiera hacer la patería a los miembros del actual Gobierno, pero creo que supieron aprovechar la oportunidad y ahora el Perú cuenta con una escuela, situada en una Arahuay , una zona rural, en la cual los niños están utilizando las laptops de Negroponte.

Ahora bien, esta iniciativa se ha hecho conocida, paradójicamente, gracias a algunos de sus detractores. Como siempre – y en este sentido, lamentablemente, no sería de extrañar que tuvieran razón – se cuestiona a quienes, en representación del Gobierno, están gestionando la implementación de esta iniciativa. Que si el técnico tal es pariente del viceministro cual, que si la universidad de acá se apropió del proyecto en desmedro de la universidad de allá… Sin contar con los defectos técnicos que se han detectado en las máquinas del caso: ahí todo el mundo es experto, todo el mundo aparece opinando que el CD-ROM es mejor que una memoria FLASH, que el teclado tal no es ergonómico, que las alturas de la sierra peruana no le hacen bien a tan delicados aparatos y, last but not least , que los niños utilizan las laptops para jugar, ver videos o chatear en lugar de dedicarse a hallar la cura contra el cáncer, por ejemplo. O a resolver su tarea de trigonometría.

Creo que criticar un proyecto como éste por detalles como los citados líneas arriba es, además de mezquino, poco realista.  Cuando un niño utiliza la internet o la computadora para divertirse en lugar de estudiar, está haciendo lo mismo que alguna vez hemos hecho todos los escolares del mundo con los cuadernos y textos educativos: dibujar en los márgenes, armar aviones de papel, colocarle bigotes y anteojos a las ilustraciones de los próceres…¿alguien conserva acaso sus libros de primaria o secundaria inmaculados? Por favor, ni los chancones que en el mundo hemos sido…

Respecto a las fallas técnicas que podrían evidenciar los equipos, es bueno recordar dos cosas. Una, que se trata de equipos informáticos, que como todos sabemos, están en constante evolución. La más perfecta computadora 286 hoy día no serviría absolutamente para nada (ni siquiera correría el Windows en su versión más antigua). Otra, que los equipos informáticos tienden a reducir sus precios en una proporción alarmante, de manera que siempre resulta más barato adquirir una nueva computadora que reparar una vieja. Y en el mundo digital, las cosas se hacen viejas minuto a minuto.

De lo que se trata el proyecto OLPC es, simplemente, que los niños pobres puedan acceder a lo mismo que los niños ricos. Que aprendan a utilizar las mismas herramientas, que se cierre una brecha entre los que tienen y los que no.

En suma, que Paco Yunque utilice los mismos útiles que Julius .



 Daniel Salvo, noviembre de 2007.




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