Herman Gorter
La revolución mundial

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VI

Incluso antes de la guerra he expuesto las premisas en las que están basadas las disputas de estos artículos, en muchos artículos y resoluciones en los que mi firma se encontrará con otras. Por el momento no había ninguna cuestión acerca de la revolución en la India y Asia, pero ahora es necesario decir que incluso en tales países el movimiento proletario no puede unir sus manos con el nacionalista y no debe de ningún modo subordinarse a él.

Lenin y la III Internacional han convencido al proletariado de una asociación con el nacionalismo capitalista de Asia. Mi réplica es que nosotros nunca hemos apoyado al capitalismo europeo. Hemos urgido el alzamiento de la India contra el capitalismo europeo; pero vosotros, los de la III Internacional, apoyáis el capitalismo ascendente de Asia; insistís en el sometimiento del proletariado asiático a su capitalismo nativo. No hay ninguna sorpresa en que lo hagáis, pues la Rusia capitalista-campesina desea también una Asia capitalista.

En China e India esta táctica ha convertido a los proletarios en los enemigos de la revolución y uno piensa ahora que China y Siberia también siguen la táctica de Moscú, y puede decir confiadamente que el proletariado entero de Asia.

El proletariado mundial

Se considera ahora que el proletariado mundial, es decir, de Europa, América, Australia, Africa y Asia, es guiado por la II o III Internacionales. Es innecesario demostrar que la II Internacional es contrarrevolucionaria, y he mostrado en estos artículos que la III Internacional también lo es. Uno puede decir, por consiguiente, con seguridad, que el proletariado del mundo entero se ha vuelto contra el comunismo.

Todas las clases en todas las naciones capitalistas

Todas las clases en todos los Estados capitalistas son enemigas de la revolución mundial. La III Internacional no ha explicado esto a los obreros.

Muchos falsos principios han penetrado Europa occidental y Norteamérica desde Moscú. Esto se ha producido en gran medida por medio del libro de Lenin titulado «La enfermedad infantil del comunismo de izquierda». Veanse las ideas expresadas en ese libro sobre Asquith y Lloyd George y sobre las divisiones en las clases y partidos burgueses en los Estados capitalistas, de las cuales, él declara, los comunistas pueden hacer uso. Lenin sostiene allí que los comunistas pueden tomar ventaja de las diferencias entre monárquicos y republicanos, demócratas y reaccionarios.

Esto se ha demostrado completamente falso. Contra el comunismo, todos los partidos burgueses de todos los países, incluyendo a los socialdemócratas e independentes de Alemania, el Partido Laborista y el ILP de Bretaña, han formado un frente unitario absolutamente firme.

La fe en tal táctica ha dañado a la causa del proletariado, porque, en Alemania, por ejemplo, en lugar de combatirlos por igual, estuvo por la república burguesa contra la monarquía en el caso del putsch de Kapp, y en el caso del asesinato de Rathenau.

El comunismo está absolutamente opuesto al capitalismo en los princípios y en la práctica. En la revolución del capitalismo al comunismo no hay una sola acción económica o política sobre la que capitalistas y comunistas estén de acuerdo. Hacer uso de la división entre los partidos burgueses es atarse a uno de ellos y asociarse con los capitalistas. Tal táctica es terminantemente mala, pues los partidos burgueses se volverán en el momento decisivo contra los comunistas y el resultado será una terrible derrota para ellos o la corrupción total del Partido Comunista.

Lo mismo puede decirse de la muy jactada esperanza de apoyo a los comunistas por parte de los campesinos y las clases medias. El P.C. ruso ha contado con éstas también en Europa y ha amoldado su táctica de acuerdo con ello. Con todo, aunque las difíciles condiciones que los bolcheviques calcularon llevasen a estas clases a la revolución comunista en muchos países, estas clases no han sido conquistadas.

Los verdaderos revolucionarios saben, sin embargo, que la victoria del proletariado es segura al final. Las secciones de las clases burguesas se dejarán persuadir finalmente, pero es esencial no contar con que lo hagan así al principio.

Incluso esas tácticas de asociación con partidos burgueses campesinos surgen a partir del carácter capitalista campesino de la revolución rusa, y los obreros europeos solamente las aceptaron porque eran aún burgueses en sus opiniones.

Los rusos, debido a que eran revolucionarios burgueses, querían que se hiciese un compromiso en Europa occidental. Temían una revolución realmente proletaria, y por consiguiente aconsejaron a los comunistas que se comprometieran.

Una genuina revolución proletaria estará en pie y se opondrá igualmente a los demócratas, socialdemócratas, monárquicos y republicanos.

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