Herman Gorter
La revolución mundial

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VII

La Internacional y la Revolución Mundial

Permítasenos considerar Rusia una vez más, y ver cómo, mientras parece favorecer la revolución mundial, en realidad se está oponiendo a ella.

Cuando estalló el alzamiento de los mencheviques**, Rusia fue obligada a regresar al capitalismo y todos aquéllos que se adhirieron a Rusia y la III Internacional abandonaron todas las medidas y preparativos revolucionarios para la revolución.

Rusia elaboró tratados con Estados capitalistas y personas privadas, y volvió a la reconstrucción capitalista por medio de los consorcios, concesiones, reconocimiento de la propiedad privada en la industria, la agricultura y el comercio, el restablecimiento del sistema salarial; de hecho, el reconocimiento de los principios del capitalismo con el poder de los campesinos y de la clase media a gran escala. El comunismo desapareció por entero y sólo permaneció una fracción del débil capitalismo de Estado.

Rusia quiere adherir al proletariado de Europa occidental a los eslóganes comunistas; de otro modo el proletariado abandonaría a Rusia, lo que no la satisfaría, tal como desea la ayuda del exterior en su reconstrucción capitalista. El eslogan comunista iba a permanecer, pero la acción iba a ser capitalista. Rusia no tenía ningún uso ulterior para la revolución; fuera inglesa o alemana habría significado el hundimiento de Rusia, porque estaba agotada en el sentido capitalista. Por tanto, lejos de la revolución en Europa.

Y ahora empezaba la terrible decepción del proletariado mundial, que encarna al mismo tiempo la destrucción y reconstrucción del capitalismo, revolución y reforma. Así, este juego de compromiso sigue adelante con las consignas: consejos obreros legales, control de la producción, toma de posesión de los beneficios reales, el gobierno obrero, todas las cuales son imposibles como reformas, y solamente pueden conseguirse a través de la revolución, pero que la III Internacional y Rusia desean promover antes de la revolución.

Por último, la castración de la revolución se concentró en el principio del "Frente Único" del proletariado. La unidad de Noske, Scheidemann, Hilferding al Partido Comunista. La consigna es revolucionaria, pues un frente unitario es necesario para la revolución, pero debe ser una unidad comunista.

En la práctica, el Frente Único es capitalista, porque el capitalismo demanda un frente único contrarrevolucionario de los socialdemócratas a los comunistas. La duplicidad de esta consigna supera a cualquer otra hecha en el movimiento obrero. Es el resultado natural de la revolución capitalista rusa.

La III Internacional y el Partido Comunista de Alemania, donde la revolución está amenazando constantemente, aceptaron esta consigna. La unidad de los obreros que no tienen el mismo objetivo, la mayoría de los cuales están todavía bajo la ideología capitalista, esta unidad es el medio capitalista más seguro para dejar al proletariado desvalido ante las ametralladoras y de llevarlos a una matanza en comparación con cuyo sacrificio de comunistas las revoluciones finlandesa y húngara fueron un juego de niños. Tal Frente Único asegura la derrota del proletariado. En el momento de luchar, los socialdemócratas dejarán a los comunistas en la estacada y una matanza general del proletariado es segura2.

Rusia es ahora un cuadro horrible, con su doble naturaleza revolucionaria. Yace allí como un enorme naufragio en la costa, desconcertada por su revolución. Hubo un momento en el que un pequeño bote salvavidas fue enviado para salvar a la Rusia soviética. Ese bote era el KAPD, la parte mejor y más grande de la Liga Espartaco, con su política nueva y realmente revolucionaria para la revolución mundial. Pero Rusia, con su gobierno bolchevique, despreció al KAPD y declinó su ayuda. Prefirió la ayuda de la enorme masa de los obreros o capitalistas congregados en la orilla, que aplaudieron o silbaron, pero que de ningún modo podrían, o querrían, dar ayuda a la Rusia capitalista.

A esta turba capituló Rusia, y con ella retorna al capitalismo. Eso era justo lo que quería, porque su carácter capitalista era inmensurablemente más fuerte que su carácter proletário. El carácter no proletário de la revolución rusa se muestra más claramente por la negativa a una ayuda realmente revolucionaria proletaria de Europa, su propia salvación y la del proletariado mundial. ¿Qué prueba puede ser más fuerte que que un gobierno, que ha brotado del propio proletariado, se niegue a la única salvación del proletariado, del proletariado mundial?

Nosotros aconsejaríamos a nuestros camaradas rusos que dijeran al Partido Comunista y al gobierno soviético: Habeis hecho un trabajo gigantesco como un partido proletario y de gobierno. Muy probablemente, al principio de la revolución se cometieron ciertos errores, sólo nuestros camaradas rusos pueden saberlo, nosotros no podemos decidir sobre ese punto claramente. Esto seguirá siendo así todo el tiempo. Que no pudieseis hacer todo de un modo proletario y comunista, y que tuvieseis que retiraros cuando la revolución europea no se materializó, no es vuestro fallo. Como proletarios, os combatiremos más enérgicamente como nuestros enemigos de clase cuanto más volvais al capitalismo. Pero vuestra auténtica falta, que ni nosotros ni la historia podemos perdonar, es haber colado un programa y táctica contrarrevolucionarios al proletariado mundial, y haber rechazado el realmente revolucionario que podría salvarnos.

Esta consigna es la clave de la táctica de Moscú. Es la última palabra de la revolución capitalista rusa. Muestra que Rusia y la III Internacional, que con su ejército para la revolución quieren edificar el capitalismo y, por consiguiente, arruinar al proletariado por medio de su posesión más sagrada, esa Rusia y la III Internacional son los mayores enemigos de la revolución mundial.

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** Gorter no llega a tener una visión clara del alzamiento de Kronstadt más allá de repetir los tópicos que propagaron los bolcheviques, y aquí parece incluso confundirla con el "menchevismo" (que sí pudo tener una influencia importante en las huelgas de Petersburgo, pero no en el caso Kronstadt, mucho más importante). Sin embargo, e independientemente de su heterogeneidad de clase -por otro lado, inevitable en el contexto ruso de la época-, en sus objetivos de democracia soviética y en los artículos del periódico de su Soviet está claro el carácter proletario de la rebelión de Kronstadt. Es más, en esos artículos se encuentra ya una crítica del carácter capitalista del régimen bolchevique y un llamado a una "tercera revolución". (Nota del traductor al español).

2 Cuando Karl Liebknecht, en esa hora histórica en el Zirkus Busch, luchó con reducidos seguidores contra la falacia del Frente Único, vio con el ojo de su mente los frios cañones de rifle, y toda la jauría gritó "Unidad". Esa es y era la consigna de la contrarrevolución. Pero la consigna de Karl Liebknecht era: Primero claridad, luego unidad. Claridad respecto a las tareas inmediatas de la clase obrera, que son: ¡Queremos las fábricas! ¡Queremos la tierra! ¡Abajo con la propiedad privada capitalista! ¡Todo el poder para los Consejos Obreros! ¡La Dictadura del Proletariado! Éstas son las consignas de la revolución proletaria. Éstas son las únicas consignas de la clase obrera.


Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques

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