Alfredo Bonanno
Una crítica de los métodos sindicalistas

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[ Prólogo: ] Más allá del obrerismo, más allá del sindicalismo.

El fin del sindicalismo corresponde al fin del obrerismo. Para nosotros éste es también el fin de la ilusión cuantitativa del partido y de la organización específica de síntesis*.

La revuelta del mañana debe buscar nuevos caminos. El sindicalismo está en su declive. Para lo bueno como para lo malo, con esta forma estructural de lucha está desapareciendo una era, un modelo y un mundo futuro vistos en términos de una reproducción mejorada y corregida del viejo.

Nos estamos moviendo hacia nuevas y profundas transformaciones. En la estructura productiva, en la estructura social. Los métodos de lucha, las perspectivas, incluso los proyectos a corto plazo están también transformándose.

En una sociedad industrial en expansión, el sindicato se desplaza de instrumento de lucha a instrumento de apoyo a la estructura productiva misma. El sindicalismo revolucionario también ha tenido su papel: impulsando a los obreros más combativos hacia delante, pero, al mismo tiempo, empujándolos hacia atrás, en términos de capacidad de ver la sociedad futura o las necesidades creativas de la revolución. Todo siguió parcelado dentro de la dimensión de la fábrica. El obrerismo no es sólo común al comunismo autoritario. Singularizando áreas privilegiadas del enfrentamiento de clases, es todavía hoy uno de los hábitos más enraizados y que es difícil abandonar.

Es el fin del sindicalismo, por consiguiente. Lo hemos estado diciendo desde hace quince años. En un momento dado esto provocó críticas y asombro, especialmente cuando incluimos al anarcosindicalismo en nuestra crítica. Hoy se nos acepta con mayor facilidad. Básicamente, ¿quién no critica hoy a los sindicatos? Nadie, o casi nadie. Pero una conexión se pasa por alto. Nuestra crítica del sindicalismo era, también, una crítica del método "cuantitativo", que tiene todas las características del partido en embrión. Era también una crítica de las organizaciones específicas de síntesis. Era también una crítica de la respetabilidad de clase, tomada en préstamo a la burguesía y filtrada a través de los clichés de la llamada moral proletaria. Todo eso no puede ignorarse.

Si muchos camaradas están hoy de acuerdo con nosotros en nuestra crítica -ahora tradicional- del sindicalismo, aquéllos que comparten la visión de todas las consecuencias a que da lugar no son más que unos pocos. Sólo podemos intervenir en el mundo de la producción usando medios que no se sitúan en la perspectiva cuantitativa. No pueden, por lo tanto, exigir tener a organizaciones anarquistas específicas detrás de ellos trabajando sobre la hipótesis de la síntesis revolucionaria.

Esto nos lleva a un método diferente de intervención, el de la construcción de "núcleos" de fábrica o de "núcleos" de zona, que se limitan a mantenerse en contacto con una estructura anarquista específica, y que están exclusivamente basados en la afinidad. Es a partir de la relación entre el núcleo de base y la estructura anarquista específica que emerge un nuevo modelo de lucha revolucionaria, para atacar las estructuras del capital y el Estado a través del recurso a los métodos insurreccionales.

Esto permite un mejor seguimiento de las profundas transformaciones que están teniendo lugar en las estructuras productivas. La fábrica está a punto de desaparecer, nuevas organizaciones productivas están tomando su lugar, basadas principalmente en la automatización. Los obreros de ayer serán parcialmente integrados en una situación de apoyo o, simplemente, en una situación de seguridad social a corto plazo; a largo plazo, de supervivencia. Nuevas formas de trabajo aparecerán en el horizonte. Ya no existe el clásico frente obrero. Asimismo tampoco el sindicato, como es evidente. Al menos, ya no existe en la forma en que lo hemos conocido hasta ahora. Se ha convertido en una empresa como cualquier otra.

Una red de relaciones crecientemente diferentes, todas bajo la bandera de la participación, el pluralismo, la democracia, etc., se extenderán sobre la sociedad frenando casi todas las fuerzas de subversión. Los aspectos extremos del proyecto revolucionario serán sistemáticamente criminalizados.

Pero la lucha tomará nuevos caminos, se filtrará hacia mil nuevos cauces subterráneos que emergerán en cien mil explosiones de rabia y destrucción, con una nueva e incomprensible simbología.

Como anarquistas, debemos tener cuidado, ya que somos portadores de una -a menudo pesada- hipoteca del pasado, de no permanecer distanciados de un fenómeno que no terminamos de entender, y cuya violencia podría un buen día asustarnos incluso. Y, en el primer caso, debemos tener cuidado de desarrollar plenamente nuestro análisis.

a.m.b.

Nota editorial:

* Ver en el apéndice «Más allá de la organización de síntesis», donde se define este tipo de organización como aquella que pretende sintetizar dentro de sí todas las luchas que tienen lugar en el enfrentamiento de clases. Al referirse aquí a "organización específica de síntesis", Bonanno parece hacer alusión particularmente a los sindicatos anarquistas.

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