A pesar de que llamamos al Salterio el libro de los Salmos, en realidad es la agrupación de cinco libros de Salmos. Podemos conocer exactamente la extensión de esos libros, porque cada uno de ellos termina con una fórmula de glorificación a Dios. El siguiente cuadro nos permite tener una visión de conjunto:
1-41: "¡Bendito sea YHWH, Dios de Israel, desde siempre hasta siempre! ¡Amén! ¡Amén!"
42-72: "¡Bendito sea YHWH, Dios de Israel, el único que hace maravillas! ¡Bendito sea su nombre glorioso para siempre, toda la tierra se llene de su gloria! ¡Amén! ¡Amén! Fin de las oraciones de David, hijo de Jesé."
73-89: "¡Bendito sea YHWH por siempre! ¡Amén! ¡Amén!"
90-106: "¡Bendito sea YHWH, Dios de Israel, desde siempre hasta siempre! Y el pueblo todo diga: ¡Amén!"
107-150: "¡Todo cuanto respira alabe a YaH! ¡Halelu-Yah!"
¿Cómo llegó a formarse la colección de cinco libros? A veces se sugiere que durante el proceso de canonización del Salterio, es decir, de reconocimiento del carácter inspirado del texto, se buscó una analogía con la Torah, que comprendía también cinco volúmenes (de ahí el nombre griego de Pentateukhos). Esta comparación es válida sólamente en cuanto a la estructuración, puesto que no existe ningún tipo de correspondencia que permita comparar cada libro de la Torah con cada libro del Salterio.
¿Cuándo fueron compuestos los cánticos que han llegado hasta nosotros en forma de Libro canónico?
La tradición judía simplificó la realidad al buscar atribuir a personas famosas de su historia la autoría de determinados textos sagrados. Algo semejante ocurriría después, cuando la tradición cristiana atribuya cada libro del Nuevo Testamento a alguno de los apóstoles. El Talmud de Babilonia ofrece este esquema cronológico: "Moisés escribió su libro, la sección de Balaam y Job. Josué escribió su libro y los últimos ocho versículos de la Torah. Samuel escribió su libro, Jueces y Rut. David escribió el libro de los Salmos con ayuda de diez ancianos (el primer Adam, Melquisedec, Abraham, Moisés, Heman, Yedutún, Asaf y los tres hijos de Coré). Jeremías escribió su libro, Reyes y Lamentaciones, Ezequías y su grupo escribieron Isaías, Proverbios, Cantar de los Canteres y Eclesiastés. Los hombres de la Gran Sinagoga escribieron Ezequiel, los Doce, Daniel y el rollo de Ester. Esdras escribió su libro y las genealogías de Crónicas hasta la suya propia" (baraíta de Baba Bathra 14b-15a).
A pesar de este testimonio el autor de cada uno de los salmos sigue siendo una de las cuestiones más difícil de responder, puesto que originariamente toda la poesía sálmica se transmitió de manera anónima. Tal vez sólo los salmos compuestos personalmente por David llevaran originalmente la anotación correspondiente.
Los salmos más antiguos pueden reconocerse por el lenguaje arcaico y sus imágenes que nos remontan al mundo cananeo. Esto lo vemos en las alusiones a "YHWH que desgaja los cedros del Líbano" (Sal 29,5), a "Shadday que dispersa a los reyes" (Sal 68,15). Podrían remontarse a los siglos XII y XI a.C., es decir, a los tiempos de los jueces.
Los dos grandes conjuntos de tradición en torno a la Salida de Egipto y a la Revelación del Sinaí, en cuanto historia de salvación, se iban actualizando constantemente en el culto: "Escucha mi ley, pueblo mío, tiende tu oído a las palabras de mi boca; voy a abrir mi boca en parábolas, a evocar los misterios del pasado" (Sal 78,1-2).
Por eso la mención de esos temas no significa necesariamente una composición de épocas muy antiguas. Es muy posible que la poesía cultual de un período más reciente recogiera esos acontecimientos contenidos ya en una tradición canónica y los reprodujera, y que incluso llegara a citar al Pentateuco en su forma escrita (siglo V a.C.).
La época de David en el Salterio, es uno de los acontecimientos históricos fundamentales a los que se hace referencia constantemente. El hecho de que David trasladara a Jerusalem el arca de la Alianza, foco sagrado de la confederación de las doce tribus de Israel, significó la institución de Sión como centro del culto: "David estableció los levitas que habían de hacer el servicio delante del arca de YHWH, celebrando, glorificando y alabando a YHWH, el Dios de Israel. Asaf era el jefe; Zacarías era el segundo; luego Uzziel, Semiramot, Yejiel, Mattitías, Eliab, Benaías, Obededom y Yeiel, con salterios y cítaras" (1 Cro 16,4-5).
Seguramente es históricamente válido el elogio que Ben Sirá hace de David: "Con todo su corazón entonó himnos, mostrando su amor a su Hacedor. Ante el altar instituyó salmistas y con sus voces dio dulzura a los cantos" (Eclo 47,8-9). En la narración de la historia de David se conservaron algunos salmos que forman también parte de la colección canónica: "David dijo a YHWH las palabras de este cántico el día que le salvó YHWH de la mano de todos sus enemigos y de la mano de Saúl" (2 Sa 22,1ss // Sal 18); "Aquel día David, alabando el primero a YHWH, entregó a Asaf y a sus hermanos este canto" (1 Cro 16,7 // Sal 105, 96 y 106). Pero los transmisores y compiladores de salmos hicieron un uso bastante generoso de la rúbrica Salmo de David. Para realzar suficientemente el hecho de David compositor, proporcionaron a casi todos los cánticos de oración de un individuo (cánticos cuya fecha y circunstancias se podría ubicar en cualquier lugar de la historia) el título leDavid (hebr. De David).
Los llamados Salmos del Rey corresponden casi con seguridad a la época de la monarquía, y probablemente la mayoría de los cánticos de oración de individuos y los cánticos de alabanza son anteriores al destierro.
Algunos Salmos evocan la destrucción de Jerusalem y la cautividad consecuente: "Prendieron fuego a tu santuario, por tierra profanaron la mansión de tu nombre (Sal 74,7); Oh Dios, han invadido tu heredad las gentes, han profanado tu sagrado Templo; han dejado en ruinas a Jerusalem, han entregado el cadáver de tus siervos por comida a los pájaros del cielo, la carne de tus amigos a las bestias de la tierra (Sal 79,1-2); A orillas de los ríos de Babilonia estábamos sentados y llorábamos, acordándonos de Sión; en los álamos de la orilla teníamos colgadas nuestras cítaras" (Sal 137,1-2). Podríamos decir que los cánticos de oración de la comunidad, en la mayoría de los casos, se refiere a este suceso desolador.
Otros salmos, en cambio, cantan la alegría del retorno: "Propicio has sido, YHWH, con tu tierra, has hecho volver a los cautivos de Jacob; has quitado la culpa de tu pueblo, has cubierto todos sus pecados, has retirado todo tu furor, has desistido del ardor de tu cólera" (Sal 85,2-4); "Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, como soñando nos quedamos" (Sal 126,1).
Finalmente, los salmos que contienen reflexiones en torno a la torah podemos suponer que son los más tardíos, puesto que reflejan la piedad del período post-exílico.
Es difícil, afirmar quiénes han sido realmente los autores de los salmos. Podríamos partir del supuesto de que la gran mayoría de los salmos fueron obra de sacerdotes y de cantores del Templo, que preparaban las liturgias y los formularios, ya que el Templo era el ámbito habitual donde se cantaban los salmos. En el caso de los cánticos de oración y de los cánticos de acción de gracias de los individuos, podemos suponer que los sacerdotes y los cantores del Templo se inspiraban para escribir en lo que testimoniaban los que habían estado en una situación desgraciada y habían salido de ella.
Sacerdotes y cantores, además, ejercían una función de dirección litúrgica cuando alguna persona llegaba al Templo para su oración o su acción de gracias: le proporcionaban formularios disponibles, redactados anteriormente en base a las desgracias y beneficios de algún otro orante. Un israelita que se había visto libre de su desgracia hacía que el relato de su situación desgraciada y su acción de gracias se tradujera, por ministerio de los sacerdotes y cantores, en un cántico de oración, y hacía que se dejara constancia de todo ello en una estela o en un rollo, como podría estar insinuando el siguiente texto: "Dije entonces: Heme aquí, que vengo; en el rollo del libro se ha escrito sobre mí" (Sal 40,8).
Podemos confirmar esas funciones de los sacerdotes y cantores del Templo si lo comparamos con la consigna respecto al extenso "Cántico del testimonio": "Y ahora escribid para vuestro uso el cántico siguiente; enséñaselo a los israelitas, ponlo en su boca para que ese cántico me sirva de testimonio contra los israelitas" (Dt 31,19). Escribir, enseñar y poner en boca de los orantes habrían sido las funciones de los cantores del Templo.
Otra pregunta que podríamos hacernos es sobre cuándo llegó a ser conocida la colección de 150 Salmos. Algunas pistas nos permiten aproximarnos a una fecha antes de la cual el Salterio ya debía ser una colección completa:
* El Salterio ya era una colección de escritos sagrados en la época de Jesús. En efecto, él los menciona como una unidad literaria al mismo nivel que las dos grandes partes de la Biblia hebrea: "Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí" (Lc 24,44).
* El Salterio canónico debía estar ya concluido antes de la aparición de los llamados Salmos de Salomón, que no fueron incluidos como parte del mismo, sino en un volumen aparte. Por lo tanto el Salterio de 150 salmos ya estaba finalizado antes del 63-30 a.C., fecha en que fueron compuestos estos nuevos salmos por los fariseos.
* El prólogo del traductor del Eclesiástico usa para denominar a la Sagrada Escritura la expresión "la Ley, los profetas y los otros libros de los antepasados" (8-10). Podría suponerse que el Salterio completo formaba ya parte, y tal vez encabezaba, el tercer grupo de este canon en la época en que el nieto de Jesús Ben Sirá traduce el escrito de su abuelo (190 a.C.).
En el Templo de Jerusalem el tesoro de los viejos himnos y oraciones de Israel debió grabarse de nuevo en la asamblea que celebraba sus cultos. Por eso puede decirse que esta colección formada a lo largo de un milenio era el himnario y libro de oración de la asamblea postexílica