El verso con métrica y rima

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     DELFINA ACOSTA     

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DIRECTORIO DE ESTA AUTORA

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        SU OBRA 3  

             En esta página encontrarás las siguientes poesías:

   He aquí una cuidada selección de poesías de su último libro "VERSOS DE AMOR Y DE LOCURA"


                  POESÍA

Sólo tu voz es dulce, poesía,
porque por ella he sido yo narrada.
Con tierna obstinación tus ojos pones
donde clavé, vencida, mi mirada.
Ya te mandaron a morir, mas tú
como una flor del campo te levantas.
La hoguera preparada para ti
en tus lozanos pétalos se lava.
Porque eres mustia entre las bestias todas,
garza de invierno, yo te siento hermana.

Vestimos un amor desesperado,
que nos desnuda el pecho y las espaldas.
Debajo de borrascas vas y vienes
como una cabellera de palabras
y enferma caes de capullos nuevos,
de aroma fresco y pena enamorada.





      AQUELLA QUE TE AMÓ

Palomas de repente en mis mejillas.
Un sacudir de alas si regresas,
amante, a mi presencia y me perdonas
y arrancas de mi amor la sola queja.
Me juras por tus muertos, yo te juro
por Dios que a los demonios atormenta.
Y en brasas se convierten las palabras.
En pájaros sangrientos que pelean
por las migajas de las hostias últimas.
Ámame hombre en esta noche negra.
Mi historia es ésta: un lecho solitario,
un despertarme atada siempre a hiedras
y una almohada llena de tu rostro.
Mi vida toda es sólo sueño, niebla.
Mas llegas y mi voz ya no es cautiva.
Y aquella que te amó, se me asemeja.




                   SUCEDE

Sucede que mi carne se deshoja
porque ella es desde antes mi enemiga.
Morir o envejecer. La tarde quieta,
la noche tan callada en mis mejillas,
me ocurren. Y me ocurre la penumbra
del corazón. De niña no sabía...
Me hablaban de muñecas de cristal,
de la importancia de las blancas cintas
en el cabello verde, o me llevaban
al cine. Me contaban las mentiras
que a ellas les dijeron, y yo, buena
y sana fui instalada en una esquina
del tiempo hasta que ahora, a la hora
de aquel reloj que marca el mediodía,
me digo, finalmente, que en mi rostro
el sol se puso ya. Cuán largo día...




                  CIRCO
                  a Giovanna Pertile, hada que lleva mi sangre.

Yo fui a nacer y el mundo enloqueció:
atardecer de mares y naufragios.
Las aves antes de alcanzar altura
caían en un bosque embalsamado.
Un elefante triste en rojo circo
brillaba en tantos ojos agrandados
del público contento. ¡Cuánto éxito!
Con sólo tropezarse los enanos
reír hacían a la humanidad.
El tigre, con rugir ¡causaba espanto!
Y fui poetisa y acabé creyendo
locura la razón de los humanos.
Tejí una manta de alegría y luto.
A quien me amó pedí llevarme al circo
y ahí dejarme lejos de este mundo
pues sólo en los payasos vi juicio.




           DE MEMORIA

Tienen las ramas esta madrugada
el bienvenido aliento de las rosas.
Las blancas mariposas de mis manos
nadie las ve ¡y cómo te devoran!
Donde tú estás, allí, mi amor te llama.
Yo quiero que me escuches. Es ahora
el tiempo del encuentro. ¿No percibes
cómo se buscan, sin saber, las cosas?
Amigo, amante, déjame decirte
y dime tú también. Llegó la hora.
Las lágrimas con luces del rocío,
el soplo de cristal, las altas olas
nos buscan, llameando, desde ayer.
Abren caminos, árboles, auroras.
Amado, nuestros besos, tantos besos
y un beso yo los supe de memoria.
Debajo del rojizo sol de flores
te aguardo siempre dentro de mi sombra.




        ADONAI AMANTE

La primavera tenga piel gitana
y hable Dios con verso apasionado.
De mí no quede ya sino aquel viento
con que voló la alondra de mi canto.

Rugir de mar impuro y marineros
cuya nostalgia culpan a los astros.

Olor a sal, a crisantemos muertos
y a tu partida tuvo aquel verano.
Tan blanca como la mujer más blanca
yo me quedé y un viento desbocado
me descalzó y bajó a mis pies la noche.
El agua entonces era vino amargo.
Mas tengan boca fresca las violetas
y diga la mujer el nombre amado.
Las rosas buscan trenzas que ponerse
y tanto amor, para acostarse, pasto.





  EL PINO EN LAS PENUMBRAS

Sobre tus hombros inclinar mi rostro.
Un lirio aún vivo que encontré, contarte.
Soy la culpable de tus versos lúgubres
donde una llama ciega y negra arde.
“El pino en las neblinas” es un verso,
y todo cuanto muere o cuanto nace,
la ropa de la flor, la carne blanca
de las orquídeas que al amor se abren.

Mirarte amado y verme en tu mirada,
besar tu anillo gris, pero abrazarte
como si el tiempo fuera a despedirse.

¿Qué es esto de perderse y encontrarse?
Por un camino de furiosas hojas
llegaron los fantasmas de la tarde.
Tú, mi alma sola, y yo, también, tu alma,
si rondan ya los últimos amantes.




                   POETA

Hablemos de poesía. Se me ocurre
que Dios no sabe sus palabras tristes.
Y yo tampoco sé por qué las tardes
en sus lejanos ojos se hacen grises
o sus primeros versos callan distraídos
en el instante de morir un cisne.
Decir la mar es pronunciar poesía.
Decir poesía es no sé qué mentirse.
Ella soplando el corazón del hombre
con fuego amargo en el papel escribe.
Si está la rama próxima a romperse
porque la luna loca al mar lo riñe,
yo sé que la poesía se desata
con grandes olas en poetas tristes.
No buscan pájaros ni luz sus versos.
Persiguen la razón por qué morirse.





     LA GACELA ENAMORADA

                                                   A mi cazador

Soy la gacela enamorada ¡Dios!
de mi nocturno cazador que viene
al bosque con las ansias de mis astas,
mis ancas, mis rodillas y mis hombros.
Si están los cielos vistos, si los astros
asoman su hermosura de universo,
si el cierzo va soltando ya a las aves
y mi nocturno cazador no llega,
los ojos se me vuelven aguas mustias.
Yo advierto aquella fuerza de su lanza,
su afán sin pausa alguna de mi carne,
su prisa por volcarme sobre el suelo,
por malherir mi vientre y voy a prisa
a aquel encuentro con mi propia suerte.
Me ofrezco a su lanzazo. Yo le pido
que me abra entera a la caliente muerte.





      APUNTES ESENCIALES
a Agnes Hazenbosch

Llevo contando el cierzo, el aire, el suelo,
la bruma, los geranios y el rocío.
Sumo la hierba, el sol, la sombra nueva
de la cosecha convertida en trigo.
Anoto auroras, tallos, ramas, fuego,
crepúsculos, maderos y navíos.
Procuro no olvidar ningún silencio,
ninguna media voz, ningún testigo.
Y ahora sé que aún estoy en falta
con tantos mundos. Este es mi libro:
un transcurrir del día innumerable,
de cuanto se han callado los espinos
para que se dijeran los amantes.
Más puede mi palabra que el olvido.
Se escriben muchas cosas, pero olvidan
el pueblo a media luz, algún ladrido,
las sábanas recién desarregladas,
aquel amor que nace clandestino.
 

 

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

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