El verso con métrica y rima

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     DELFINA ACOSTA     

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DIRECTORIO DE ESTA AUTORA

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        SU OBRA 1  

             En esta página encontrarás las siguientes poesías:

ROPAJE

        (Del libro "Querido mío:")

Es el mar mi ropaje; así desnuda
como una enorme ola a ti yo llego.
Mi ocasión la tormenta y los relámpagos,
y es la montura de mi amor el viento.
No retorno; yo voy pues son mis pasos
como a la hierba la pasión del fuego.
Soy la bestia de larga cabellera
que lame la otra lengua que es el beso.
En la forma de piedra me hallo a gusto
porque es así tan duro mi silencio
que no lo vencerá el dolor del mundo,
ni del odio la gota de veneno.
Es el mar mi ropaje: así desnuda
como una enorme ola a ti yo llego.
Brotaron en mis manos de agua sucia
las flores venenosas de estos versos.





LA VELETA DEL PUEBLO

Nos íbamos a casar.
Teníamos los anillos.
La fecha fijada en Pascuas,
y por supuesto, padrinos.
Fue tras la misa del gallo
cuando a una cita nos fuimos.
Estrellas ya trasnochadas
entonces fueron testigos.
Señor cura, nos queremos
como mujer y marido.
Señor juez, habrá una boda
dentro de cuatro domingos.
Cuánto gira la veleta
cuando el viento no es el mismo.
Él guiñó el ojo a mi hermana,
y yo a su mejor amigo.
Se rompió como un espejo
maléfico el compromiso,
y un as de espadas llevó
la carta de mi destino.
Después del último beso
al pie de un cielo sombrío,
se puso triste la tarde,
más triste por ser domingo.
La plaza extendía sombra
y daba el reloj las cinco.
Le devolví las alhajas,
el chal y los abanicos,
pero no le devolví
porque me daba lo mismo,
las veinte cartas de amor
quemadas con el olvido.
La luna impar se dibuja
en cielo de doble filo.
Tirita buscando a ratos
mantón que le dé cobijo.
Las seis. Suenan las campanas
del ángelus vespertino,
y el pueblo se va de fiesta
al escuchar sus tañidos.
Nos íbamos a casar
a la luz llena de cirios.
Yo, con un traje muy largo.
Él, con pañuelo de lino.
Yo, con ajuar de mi madre.
Él, de uniforme marino.
Se rompió como un espejo
maléfico el compromiso,
y ajuar y traje rasgué,
haciendo de él tres vestidos.





LA NOVIA VIENE A CABALLO

Fue un veintisiete de mayo
del año sesenta y cinco.
La novia, blanca, venía,
con su escotado vestido.
Montaba un negro caballo
que dio un peligroso brinco
emparejando cabeza
con otro del monaguillo
para dejar rezagado
al potro de su marido.
Jinetes de recia estampa
lanzaban al viento tiros
de sus lustrosos revólveres
amedrentando a un mendigo
que confundía a la novia
con la madona en el limbo.
Algún disparo con arma
fue de ladrido en ladrido
de perros que no cedían
el paso a aquel recorrido
de los caballos ansiosos
de zambullirse en el río.
Fue un veintisiete de mayo
del año sesenta y cinco.
¡Jamás mujer más hermosa
yendo a su boda yo he visto!





(Del poemario "Versos esenciales")
      EL BESO

Voy a contarte un cuento que otras saben.
Las menos como tú jamás supieron.
Era un juego de a dos pues se enfrentaban
un rey hermoso y una reina a besos.
Y érase que ella alegre se moría
como última tecla en cada beso.
Y él riendo tomaba con su lengua
un poco de su lengua y de su aliento.
Pasó el verano bajo el puente chino,
sopló el otoño y garuó el invierno,
volvió la primavera y se marchó
detrás de un par de niños aquel juego.
Y érase esa mujer que aún lo amaba,
y moría de pena, pero en serio.
Y érase la tristeza en el ciprés
la hora en que llovía en ese reino.





             DESOLADA
                           A Gabriela Mistral

Antes de echar mi cuerpo al ebrio río,
muy ebria ya, entré por las abiertas
puertas del templo; oí a una rata huir.
El atrio era una vieja madriguera.
Y le dije a mi Dios, en cualquier parte,
que pecar, no pequé, y ni siquiera...
Un relámpago atroz iluminó
las pocas velas y tronó la iglesia.
No supe qué decir, mas las palabras
fluían de mis lágrimas, sinceras.
Los santos parecían escucharme
con esa educación de gente vieja.
Y por si ahí estaba, a Dios le dije,
que amar, amé. Mis huesos di a las fieras.
Jesucristo en la cruz olía a herrumbre.
El río me aguardaba entre las piedras.




PORQUE SIENDO VERANO

Será tal el alma lo que duele
porque siendo verano paso frío.
Como una gota se cayó y rodó
mi alma en la escalera de un altillo.
Ayer estaba alegre y contagiosa.
Hoy mi ojo triste en el espejo espío.
Por la salud de todas tus amantes
hago sonar mi copa contra el piso.
¡Noches de amor y ni una medianoche!
Las penas se me van con los vestidos,
mi maldición en balde y el veneno
que bebo de mi cáliz los domingos.
¡Rodó las gotas por las escaleras!
No se me pasa el alma con suspiro.
La pena es ese pájaro que trina
sobre una rama, y canta, a Dios, divino.





ESTATUA EN LA PLAZA VERDE

Te esperaría. Yo sería, amado,
la primera en llegar hasta la vía,
y la última en volver, con un paraguas,
de la estación del tren que te traería.
Iré hasta el mar como la lluvia, a veces,
y pasaré del mar a la otra cita,
en el muelle del puerto, frente al río.
Seré la gris silueta que tirita.
Inmensamente sola como novia
saldré a buscarte y volveré tardía.
Del balcón a la plaza partiré.
Seré una estatua de melancolía.
Y a la hora puntual de nuestras muertes,
si llegara primera a nuestra cita,
te estaré ya aguardando para darte
mi amor en una blanca margarita.



 

   DIENTES

Estrella que es error, yo soy los dientes,
y solamente dientes, no la boca
que yerra, miente, injuria, a Dios calumnia,
y cuando su áspid guarda queda roja.
Ay, pobres bocas, lenguas enredadas
con las malas palabras que hablan solas.
Yo soy los dientes que castañetean
cuando filosos muerden a las rocas.
Las bocas son carmín que en la intemperie
pierden su fuego; en su lugar, las rosas
en las muy frías noches, de sus frentes,
dejan caer sobre el amor sus gotas.
Soy como Hefesto, dios que cojo y feo,
pelea doy, mas llama que se llora,
no sé qué frase mágica invocara
para una vez besarte oscura boca.





       LOS PASAJEROS

Amigo, vamos a abordar un tren.
Desde la ventanilla miraremos
a los lobos cercándole a la luna,
y a la lluvia apagando el firmamento.
Tomaremos un breake en la campiña
donde grazna al Señor un triste cuervo.
Lloverá y volveremos a subir.
Me habré marchado de tu abrazo lejos.
Sin darme cuenta de que te has quedado
debajo del ciprés que arquea al viento,
te contaré las cosas que he callado,
y te diré en la boca que te quiero.
El tren habrá parado en la comparsa
que de esquina en esquina va hasta el puerto.
Después de un rato pitará, y entonces
me iré con él para pasar de lejos.





    ¿QUÉ HISTORIA CUENTA?

¿Qué historia cuenta, si el ciprés se arquea,
y la higuera se rompe, el loco viento?
¿Si las puertas se cierran de repente,
es que ha estallado su terrible genio?
Ya sufrir pareciera cuando el lobo
aterra con su aullido, desde lejos,
mientras la tos despierta al moribundo,
y ladra sin dejar dormir el perro.
Si las campanas suenan espantando
del viejo campanario a los murciélagos,
se diría que él sale de un garito
donde ha apostado el alma de los muertos.
En ocre caracol arrinconado
a nuestro oído sopla muy enfermo.
Como él ninguno, de los libres dios,
y espíritu, quién sabe, de los muertos.

 

 

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

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