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JOSÉ LUIS MEJÍA
SU OBRA 3
En
esta página encontrarás las siguientes poesías:
CUANDO EL TALENTO SE ENFRÍA
Cuando el talento se enfría pierdo la voz y el afán soy cínico y charlatán yo soy José Luis Mejía.
[RENATO CISNEROS]
Nací con la primavera cuando pisaban la luna, me legaron de fortuna la tradición y la espera. Mi verso, como una fiera, siempre está de cacería. Si mi canto es luz que guía bajo la sombra y el ruego se hace inspiración y fuego cuando el talento se enfría. Mi padre fue la confianza; mi madre, vida dispuesta; mis hermanos son la apuesta; mi sobrina, la esperanza. Jamás partieron mi lanza ni dividieron mi clan. Si compartimos el pan y siempre vamos unidos ni cuando incendian mis nidos pierdo la voz y el afán. Por mi gesto, por mi orgullo, por mi saberme quién soy, por las partes donde voy, me siguen piedra y murmullo. En los insultos me arrullo, me cobija el huracán, si me quitan o me dan sigo andando hacia adelante. Sólo para el ignorante soy cínico y charlatán. Soy la chispa, soy la llama, soy la angustia de no ser, soy la mirada sin ver, soy el viento, soy la rama. Soy el olvido y la fama, soy risa y melancolía, soy labio, soy fantasía, soy pecho abierto en mitades. Soy mentiras y verdades, yo soy José Luis Mejía.
EL JILGUERO QUE BIEN CANTA
El jilguero que bien canta con la edad pierde lo bueno; al golpe de un buen barreno dura peña se quebranta.
[POPULAR]
Ante la sombra y la duda frente al dolor y la escoria sólo una chispa de gloria puede servirnos de ayuda. Bajo la traición desnuda que nos quiebra la garganta, junto a la muerte que espanta con su infinita demencia, nos redime la existencia el jilguero que bien canta. Si los años muerden todo si el ocaso mortifica si un minuto significa un paso más hacia el lodo. Si ninguno sabe el modo la forma, el signo o el freno, aceptemos que el terreno de los hombres es la muerte. Hasta el humano más fuerte con la edad pierde lo bueno. Nada se mantiene puro todo se rompe y deshace desde la vida que nace hasta el cementerio oscuro. El granito seco y duro y el corazón más sereno, todo se pierde en lo ajeno del olvido y su guadaña. Que es polvo cualquier montaña al golpe de un buen barreno. La vida es una quimera, sueño que siempre termina, rosa triste que germina al sur de la primavera. La vida es una hechicera que nos reza y nos encanta. Bajo escombros se levanta frágil y eterna, por eso, sabe que al soplo de un beso dura peña se quebranta.
SI ME CALLAN HABLO FUERTE
Si me callan hablo fuerte si me derrotan insisto. Soy lo que soy porque existo ¡y que se muera la Muerte!
Me seduce tu dulzura tu sonrisa, tu energía, tu inembargable armonía que es mi paz y mi ternura. Cedo razón y cordura a los dados de la suerte, muchacha, para tenerte pongo el pecho descubierto. Pero eso sí te lo advierto... si me callan... ¡hablo fuerte! Puedo entregártelo todo, mi sol, mi vida, mi fe, lo que tengo, lo que sé, mi esencia de arcilla y lodo. Puedo confesarte el modo con que me alumbro y resisto decir que cuando me alisto en la lucha es por tu nombre. Como ante todo soy hombre si me derrotan insisto. Por ti la vida es un verso, baile abierto, sin final, el invencible caudal con que inundo el universo. Si el infinito disperso de tu espacio lo conquisto con tu mirada despisto todas las furias y penas y entre tus manos, tan buenas, ¡soy lo que soy porque existo! Nada es mayor que la gloria de saber cuánto te que quiero, tú eres la luz, el sendero mi futuro, la memoria. Por ti cambiaré la historia por ti doblaré la suerte. No hay pena por tosca y fuerte que me rompa tu alegría... ¡Vivas tú que eres mi día y que se muera la Muerte!
RELOJ, DETÉN TU CAMINO
Reloj, detén tu camino porque mi vida se acaba. Ella es la estrella que alumbra mi ser yo sin su amor no soy nada.
[ROBERTO CANTORAL] Viejo amigo, compañero desde el tiempo en que nací, te pido: detén por mí la sed de tu minutero. Por el cariño sincero que nos hermana, con tino, ruego que tu cruel destino de inevitable sostengas. Cuando a visitarme vengas, reloj, detén tu camino. No me arrebates la suerte que me queda entre sus brazos. Si tú avanzas nuestros lazos se partirán con la muerte. Tu tiempo golpea fuerte, contagia, muerde, se graba, y no quedan en mi aljaba más flechas para Cupido. ¡No avances más! Te lo pido porque mi vida se acaba. Ella se irá con la aurora que despunta en la mañana cuando al sonar tu campana traigas la ausencia sin hora. Dame el sol de tu demora que el amor de esta mujer vale tu arena, el saber, la dignidad y el decoro. Por once sílabas lloro: Ella es la estrella que alumbra mi ser… Insisto. Pídeme el mundo. Pide que incendie la vida, que marque golpe y herida, que me pierda en lo profundo. Pide que habite lo inmundo que entregue mi carcajada. Pide que rompa mi espada y que me ensucie en el lodo pues si con Ella soy todo yo sin su amor no soy nada.
AMOR NO ES PEDIR: ES DAR
Amor no es pedir: es dar la casa, el lecho, la mesa... es
—según Santa Teresa— la alegría de alegrar. [JESÚS ORTA RUIZ, INDIO NABORÍ] Iba solo, fugitivo, sin dar ni pedir cuartel extraviado timonel melancólico y altivo. De mi arrogancia cautivo sin besos iba, ni hogar, cuando me enseñaste el mar de tus amores tan sabios y me dijeron tus labios: Amor no es pedir: es dar. En ti encontré mi reposo, mi cariño, mi ternura, por tu infinita dulzura vi el mundo amable y hermoso. Tu afecto, tan generoso, tu voluntad, tan ilesa, me hicieron la mansa presa sin cadenas y sin lazos porque conocí en tus brazos la casa, el lecho, la mesa... Tu paciencia nunca muere, comprensiva ves por todos, cultivas formas y modos para que el dolor espere. Si la violencia te hiere luchas y tu amor no cesa jamás quiebras la promesa de dar abrigo y salud. Querer al malo virtud es
—según Santa Teresa—. Siento que soy mejor hombre en tu camino, Ximena, ayer vagaba en la arena hoy tengo presencia y nombre. Así que nada te asombre que tu voz sea mi altar y que sólo en tu lugar la muerte pierda su prisa porque me enseña tu risa la alegría de alegrar.
ES VIRTUOSA LA MUJER
Es virtuosa la mujer que lleva el hijo en su seno y es virtuoso el padre bueno que da al hijo de comer. [REINALDO PERDOMO] Valiente como las fieras en defensa de sus crías fuente de mis rebeldías y razón de mis esperas. Con ella las primaveras llegan a palidecer. Es tanto su amanecer de caricia y de consuelo que como fruto del cielo es virtuosa la mujer. Mujer que es madre y entrega su juventud por los hijos es de todos los cobijos el de constancia y fe ciega. Porque donde nadie llega brinda reposo en el trueno, porque nunca en su terreno podrá germinar la espina, la madre es mujer divina que lleva al hijo en su seno. Tiene el corazón de rosa y encallecidas las manos hermano de sus hermanos y fiel varón con su esposa. Es quien halla en cada cosa bálsamos y no veneno, es quien rescata del cieno la flor de la dignidad. Es un hombre de verdad y es virtuoso el padre bueno. En tiempos de guerra y muerte será más sabio y prolijo el padre que forma al hijo más noble
—nunca más fuerte—. Nada lo deje a la suerte aquel que tenga saber, recuerde que es el deber del hombre es ser más humano. No sólo dé pan la mano que da al hijo de comer.
ERES MAR NÁUFRAGO Y VIENTO
Nunca me digas adiós que es una palabra triste corazones que se quieren nunca deben despedirse. [SIEMPRE SE LA ESCUCHÉ A MI PADRE…] Con tu sonrisa de arena con tu mirada infinita con tu existencia que grita que eres mujer y eres buena. Con la paciencia serena que siembras para los dos flor sin tiempo si tu Dios licencia nuestro destino mientras vaya en tu camino nunca me digas adiós. Por tu cuerpo que no cesa
—mata de negras raíces— van mis dedos —aprendices del asombro y la promesa—. Todo en mis ojos te besa nada en tu piel se resiste. Llega la vida y embiste con las uñas de la edad. Nunca digas "soledad" que es una palabra triste. Eres la urgencia que bebo, mi futuro que se anuncia, la exacta y dulce renuncia que me salva y que te debo. Tienes mi fe. Si te pruebo los rencores no me hieren. Que los abismos esperen en tu mayor gentileza. Seducen a la tristeza corazones que se quieren. Vendrá la sombra
—la duda— vendrá la culpa cobarde y al golpe de alguna tarde seremos palabra muda. Si lo bello se desnuda, si la existencia es morirse, si a mis pies vuelven a abrirse fauces de negra fortuna, recuerda que Sol y Luna nunca deben despedirse.
POETA CON LA AGONÍA
Poeta con la agonía de no atrapar la expresión, de ti, de tu corazón, me vino la Poesía. [JESÚS ORTA RUIZ, INDIO NABORÍ] Poeta con la agonía de no atrapar la expresión de ti de tu corazón me vino la Poesía. Hombre que a la luz del día mostró su canto sereno vigoroso como el trueno como la mar infinito voz grave
—murmullo y grito— pero voz de un hombre bueno. Qué no dijiste en tu verso, quién no gozó con tu canto, dónde no llegó tu encanto con la luz del universo. Cuando el momento fue adverso seguiste tu melodía porque el futuro traía mil nuevas formas de amar. Jamás calló tu cantar
—Poeta— con la agonía. Sereno como la rosa como la hormiga constante sólido como el diamante frágil como mariposa. Buscabas la frase hermosa para volverla canción. En tu inmenso corazón sólo un dolor fue colmena sufrir la amarga condena de no atrapar la expresión. Árbol de ramas floridas fresco como primavera tu palabra verdadera fue bálsamo en las heridas. Ni límites ni medidas te pusieron condición y fue tanta la emoción con que diste tu cariño que viste nacer un niño de ti
—de tu corazón—. Hombre-niño la inocencia —fuego azul que nos
alumbras— va devorando penumbras entre el charco y la violencia. Voy detrás de tu excelencia persigo tu valentía (la blanca sabiduría de la que tanto aprendí), porque maestro, de ti, me vino la Poesía. Eres todos los que han sido brújulas para mi rumbo vientos que de tumbo en tumbo me trajeron a este nido. Porque sofocaste el ruido de mi gris melancolía, Poeta con la agonía de no atrapar la expresión, de ti, de tu corazón, me vino la Poesía.
TE HE NOMBRADO COMPAÑERA
Te he nombrado compañera de rectas y encrucijadas en subidas y en bajadas en el acto y en la espera. Mi fragante soldadera como mi alma a ti me liga te dedico una cantiga que nuestro amor fructifique dame tu dedo meñique eres mi mejor amiga.
[ALIAS] Por tú estar donde te quiero porque nunca me abandonas porque todas las personas saben que por ti me muero. Porque
—por serte sincero— se hace infinita la espera sin tu mano. Primavera de mi tristeza invernal, por besar tu pedestal te he nombrado compañera. Sé que tengo si te abrazo la brújula en el desierto, la bandera para el puerto, los acertijos del lazo. Guardas en cada pedazo de tu vida mil jornadas, jamás negras emboscadas me sorprenderán contigo, marcho en tu piel al abrigo de rectas y encrucijadas. En ti me encuentro seguro por donde quiera que vaya por la arena de la playa, por el bosque más oscuro. No hay límite
—marca o muro— que detenga mis pisadas si van locas —encantadas— tras los pasos de tu huella, ni el cansancio me atropella en subidas y en bajadas. Por eso te quiero tanto porque comparto la vida con la pasión del suicida y la convicción del santo. Contigo no hay mal ni llanto, no hay tristeza
—por más fiera— que descubra la manera de malograr mis afanes que tu voz es miel y panes en el acto y en la espera. Tú eres la luz en la sombra, calor en el firme hielo, no hay más ni mejor consuelo que tu boca
—si me nombra—. Eres cetro, sol, alfombra. marca, motivo, manera, palabra tan verdadera que ante ninguno se calla. Bajo el sol de la batalla mi fragante soldadera. Cautivo
—pero liberto— con tu abrazo y en tus ojos de estos marchitos despojos haces flor en el desierto. Marchaba sin voz y muerto por la angustia y la fatiga pero en tu sombra
—mi amiga— pude volver sin temor. A ti te liga mi amor como mi alma a ti me liga. Por eso coplo por ti decimeo y sonetiso y juego a ser poetiso desde el tiempo en que te vi. Estoy tan lleno de mí en tu cuerpo que me abriga que escribo
—nadie me obliga— hora tras hora tu nombre, porque en tu amor soy más hombre te dedico una cantiga. Que nuestro beso prospere que nuestro afecto se expanda que tibia
—serena y blanda— una almohada nos espere. Que tu voz me regenere, tu aliento me rectifique, que tu mano certifique nuestro cariño de rosa. Como marido y esposa que nuestro amor fructifique. Dame tu mano, tu beso, tu palma, tu cuello blanco, tu frente, tu sur, tu flanco, tus rubores y tu exceso. Dame tu color
—ileso— que mi piel se mortifique, dame tu boca y que explique sin palabras el placer. Si me quieres convencer dame tu dedo meñique. Eres todo y eres más eres un rayo de luz la libertad y la cruz eres de siempre y jamás. Eres el fino compás que las pérdidas mitiga verdad que muerde la intriga, cariño, amor y placer, inolvidable mujer eres mi mejor amiga.
HOMENAJE A JESÚS ORTA RUIZ, INDIO NABORÍ, En su aniversario número 80, setiembre 30 del 2002;
glosando una
espinela de mi maestro Francisco Henríquez.
Roble con ancestro hispano crecido entre los palmares, que elevó nuevos pilares sobre un pedestal cubano. Con cuánto calor indiano tu palabra se hizo ruego, y la transformaste luego de rayo en una trinchera y de trinchera en hoguera para eternizarse en fuego.
[FRANCISCO HENRÍQUEZ] ¡Ocho décadas de verso, de espinela y poesía! ¡Cómo se alegran hoy día los cantos del universo! Tu vocablo, limpio y terso, boca en boca, mano a mano, cubre el suelo americano, surge triunfal desde aquí, viejo sabio Naborí, roble con ancestro hispano. En San Miguel del Padrón naces de Eduardo y María, dueño de tu melodía, hijo de la tradición. Tu voz se vuelve canción de ritmos peninsulares como los viejos juglares de un tiempo que ya se fue. ¡Nieto del Cucalambé crecido entre los palmares! La vida no fue sencilla, te hiciste pastor de ovejas y las estrellas perplejas oyeron tu voz de arcilla. Zapatero que martilla, boca, sed de palomares, tus versos crepusculares son de sapiencia y de miel. ¡Heredero de Espinel que elevó nuevos pilares! Pronto te hiciste en la brega con "Estampas y elegías" construyendo de armonías tu voluntad y tu entrega. Tu verso no se doblega ni se somete al tirano, compañero de tu hermano, camarada de verdad. ¡Cantando a la dignidad sobre un pedestal cubano! En victorias soberanas, tras revolución y rosas, fundas las siempre famosas jornadas cucalambeanas. En las campiñas cubanas, libre, fresco, soberano, bajo horizonte lejano, en tiempos sin luz ni nombre, ¡te escuché cantar al hombre con cuánto calor indiano! Te hiciste asombro y leyenda cuando al gran Ángel Valiente venciste sobreviviente de la histórica contienda. Tu décima se hizo ofrenda, tu voz licencia y sosiego; te mantuviste en el juego entre ruinas y despojos. Si se apagaron tus ojos, tu palabra se hizo ruego. "Viajera peninsular" que vio "Con tus ojos míos" el verso de los bohíos y los ritmos de la mar. Siempre encontraste un lugar para dar, con desapego, tu experiencia de hombre ciego de la décima y su escuela. Dominaste la espinela y la transformaste luego. Nunca rendiste tu canto, tu confianza, tu alegría. Todos en la cubanía quieren celebrar tu santo. Tú, que nos has dado tanto; tú, que acabaste una espera; tú, golondrina cimera, cinzonte de los abismos, cosechaste idealismos de rayo en una trinchera. Voz que fue de rama en rama, canto de un hombre que sabio repartió de labio en labio la sencillez de su fama. Chispa de infinita llama, mensaje de primavera; gesto, motivo y manera, voz de Jesús Orta Ruiz que va de viento a raíz y de trinchera en hoguera. Maestro, razón y fuente de la inmortal espinela, tu palabra sobrevuela, luminosa, el continente. Octogenario vidente a tu clemencia me entrego. Tu décima es luz y riego contra la desolación, palabra vuelta canción para eternizarse en fuego.
AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001
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