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FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO
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353
-
Duda
Te imaginé primero, llegó
luego,
sobrenadando el campo,
gentil brisa
con el campanilleo de tu
risa;
después tu voz, mezcla de
miel y ruego.
Y se fue evaporando mi
sosiego.
Tan grácil te acercabas, tan
de prisa,
que perdí claridad, te vi
imprecisa,
y pensé con tu luz volverme
ciego.
Y hoy no te veo, sin estar
seguro
si es el mundo o soy yo
quien está oscuro,
o si nunca en verdad viniste
a mí.
Ni percibo tu piel, ni oigo
tu acento,
ni advierto la caricia de tu
aliento,
y no sé si te tuve o te
perdí.
Los Ángeles, 12 de mayo de
2000
357
- Mi río, mi torrente
Eres el río que incesante
fluye,
límpida savia del costado
herido;
mi vida llevas en tu
recorrido,
vida, que al alejarte, de mí
huye.
Te apresuras, torrente que
destruye,
frenado por el valle
sumergido;
tal vez tu flujo cambia de
sentido,
y en anónimo mar al fin
concluye.
De lágrimas nacida tu
corriente,
del dolor arrancado a mi
vertiente,
emergido de mí, ¿por qué te
vas?
Este plañir de dolorido
amante
no es porque marchas siempre
hacia adelante,
es porque nunca miras hacia
atrás.
Los Ángeles, 23 de mayo de
2000
372
-
Deshabitado
Estoy deshabitado, sin
rumores
filtrándose por puerta ni
ventana;
me ignora el despertar de la
mañana,
con su estrépito alegre y
sus colores.
Hermético recinto, en que
las flores
mueren de amarga soledad
temprana,
en la sombra, el silencio y
la desgana
que constituyen mis
alrededores.
Sé que un mundo adyacente y
verbenero,
más ficticio quizá que
verdadero,
vibra, pulula, ofrece en la
fachada.
Estuve en él, y le encontré
vacío,
y ahora, en este rincón que
llamo mío,
deshabitado vivo, con mi
nada.
Los Ángeles, 17 de julio de
2000
376 - Pesadilla I
Densa sombra me abraza, sombra fría,
húmeda sombra en fondo silencioso,
fétida el agua a la cintura, en
foso
de soledad, olvido y agonía.
Pendiente sobre mí, la lejanía
de un círculo de cielo nebuloso,
cuyo grito callado y poderoso
me ordena alzarme hacia la luz del día.
Y grieta a grieta a mi ascensión
procedo,
con una mezcla de esperanza y miedo
de no poder llegar al aire puro.
Ya casi al borde del brocal del pozo,
y un ángel negro me derrumba el
gozo,
desplomando mi cuerpo al fondo oscuro.
Los
Ángeles, 31 de julio de 2000
381 - Esponja
Llama el agua a la esponja y se le entrega,
penetrando sus poros absorbentes;
claman mis miembros por estar presentes
sobre tu piel que espera y no se niega.
A qué engranaje magistral se llega
de entrantes acoplados a salientes,
agua y esponja vivas, en dos frentes
de estrategia que avanza y se repliega.
Absorbe cuanto soy y cuanto tengo,
reténlo en ti, que yo en ti me
mantengo,
y exprime, emerge, y vuelve a sumergirte.
Ah, qué saturación, qué
escalofrío,
en mí aprisiono el flujo de tu
río,
y no puedo ni quiero interrumpirte.
Los Ángeles, 29 de agosto de
2000
393 - Mi sirena
Cubierta por mis aguas, sumergida
dentro de mí en palacio de cristal,
e instalada en la cámara nupcial,
fluctuante nereida, mi elegida.
Libre un día en la mar embravecida,
tan inmune a la edad como inmortal,
y hoy unida al cordón umbilical
con que te anudas a mi pobre vida.
En servidumbre ha entrado tu existencia
tras abjurar la fiera independencia
de tu idílico estado precedente.
Ahora, ya toda mía, tan humana,
efímera y gentil rosa temprana,
mortal serás, pero amorosamente.
Los
Ángeles, 9 de noviembre de 2000
397
-
Esperanza
Fabricaré esperanza de esta
espera
que a desesperación me ha
provocado;
la espera es el presente no
logrado,
la esperanza, el futuro que
quisiera.
El hoy traba los pies,
enredadera
obstructora del paso apenas
dado;
el mañana parece estar
clavado,
y ayer fue sólo ráfaga
ligera.
Deseos de arribar, alas de
acero
que hacen del hombre libre
prisionero,
siempre en camino, sin jamás
llegar.
Pero el fulgor que lejos
parpadea
estímulo será que le espolea
para intentar una vez más
volar.
Los Ángeles, 20 de noviembre
de 2000
399
-
Mañana
Ultimas luces que acunó
el ocaso
bajo las olas se nos han
dormido;
todo parece haber enmudecido,
menos el mar, que aún habla
paso a paso.
La noche tiene aroma de
fracaso,
tanto encanto en tinieblas
sumergido;
pero habrá de quedar
restablecido,
que el alba es un ayer que
trae retraso.
El crepúsculo nunca es
amenaza,
sino eslabón que día y noche
enlaza;
engendra sombras, mas con
perspectiva.
Si la penumbra sobre ti se
cierne,
no dejes que te ciña o te
gobierne,
que otra luz volverá
radiante y viva.
Los Ángeles, 7 de diciembre
de 2000
400 - Teléfono
¿Cómo besar la voz que
de ti viene,
-rumor, suspiro, arrullo-, y se derrama
dentro de mí, y ofrece, y no reclama,
voz que estremece, y a la vez sostiene?
¿Cómo lograr que sin cesar
resuene,
suave brisa meciéndose en la rama,
o arroyo bullicioso, sin programa,
sin directiva que su rumbo ordene?
Voz presentida y a la vez sorpresa,
voz que casi acaricia y casi besa,
cuánto de ti me llega en esa voz.
Cordón umbilical por donde fluye
mi corazón, que hacia tu vida
huye,
por el que vienes hacia mí veloz.
Los
Ángeles, 8 de noviembre de 2000
403
-
En mí, sin ti
Aún sin cerrar los ojos,
te reclamo
en las tibias esquinas del
recuerdo,
donde el silencio augura que
te pierdo,
donde estallas en luces si
te llamo.
En ti, sombra de sueño, me
derramo,
y, aire tú, sólo el aire
abrazo y muerdo;
y este dolor en mi costado
izquierdo
subraya que te amé y cuánto
aún te amo.
Cómo flotas en mí, cómo
navegas
en este mar que soy, mas no
sosiegas
las turbulencias que el
deseo agita.
En mí, sin ti, te tengo y te
carezco,
creo dormir contigo, y
amanezco
con esta rebeldía que te
grita.
Los Ángeles, 22 de diciembre
de 2000
404
- Mujer de mis sueños
A los confines de mi
sueño acudes,
tan inminente a mí, tan
intangible,
que mi dulzura tórnase
irascible
viendo que llegas y a la vez
me eludes.
Sombra incorpórea, aún
cuando te desnudes
frente a mí, te conozco
inaccesible;
no encontrarás mi abrazo
disponible
por mucho que tu asalto
reanudes.
Vendrá el amanecer, y al
despertarme,
te desvanecerás, y he de
olvidarme
de la imagen que fue, sin
haber sido.
Pero si acaso fuiste, si aún
hoy eres,
si como en sueños juegas,
burlas, hieres,
verdadero también será mi
olvido.
Los Ángeles, 23 de diciembre
de 2000
416
-
Sideral
Te tengo sin tenerte,
llevo impreso
sobre la piel del alma tu
semblante,
sin lograr contemplarlo,
amor distante,
astro girando en la órbita
del beso.
En mi universo aislado sigo
preso,
entre ti y el dolor
equidistante,
años de luz integran cada
instante,
y en cada instante acecho tu
regreso.
No me basta llevar tu imagen
dentro,
necesito engendrar un nuevo
encuentro
para dejar tu carne en mí
engarzada.
Sé la estrella fugaz que
huye su elipse,
dorada luz solar tras el
eclipse,
porque sin ti soy noche
despoblada.
Los Ángeles, 25 de enero de
2001
425
-Tempus fugit
(El tiempo huye)
Voy cabalgando a lomos de
la vida,
dura jornada, avance sin
repliegue,
incapaz de saber si cuando
llegue
silencio habrá o espléndida
acogida.
Ni espuelas llevo ni preciso
brida,
pues marcado está el ritmo,
y cuando entregue
mi encomienda, quizá no se
me niegue
la dulce calma a que el
final convida.
No sé decir a veces si yo
avanzo,
o si las cosas me huyen, y
no alcanzo
a acoplarlas al hueco de mi
mano.
Tanto dejado atrás, tanto
perdido,
que no puedo decir que haya
vivido,
sólo que estuve y que me
fui temprano.
Los Ángeles, 22 de febrero
de 2001
Otras poesías de Francisco Álvarez
AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001