La Madre:
La Paz esté con vosotros.
PUBLICO: Y con tu Espíritu Madre.
La Madre: Ave
María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
La Madre:
Ya estoy con vosotros, hijos míos.
PUBLICO: Gracias Madre.
La Madre:
He
venido a este mundo, he venido a tu lado para hablar hijo mío de
algo que ocurrió un 26 de Septiembre, de hace pronto hará
diecisiete años. Esa fecha la conoces porque es el día en el cual
tu naciste hijo mío.
Tus ojos aún no vieron la Luz, y el SEÑOR-YAHVÉ
traspasó tu pequeño corazón igual que el Espíritu
Santo traspasó mi vientre para dejar allí
la semilla del mundo: mi Hijo amado, JESUS. El Señor-YAHVÉ traspasó tu corazón
al igual que un rayo de luz traspasa un cristal, dejando así en tu
corazón un alma.
Antes de que Yo viniese a tí, tú ya sabías que en
tí ya había algo, porque eras diferente a los demás. Aunque siempre has tenido que demostrar que eres humano, Yo sé
que tu corazón está rayado de dolor, igual que el mío, de la vida
pasada y de la presente, pero parte de tu corazón se alegra por la
vida futura hijo mío.
Tú sabes hijo mío que al final será
Dios el que triunfe. Ya sé lo que tú
dices: «Jesús sufrió y sabía que volvería a la vida, no por eso dejó de sufrir.»
Hijo mío: SANTIAGO APOSTOL entró en tu corazón llenándote de
sabiduría, de amor. ¿Sabes porqué tantas almas, hijo mío, se
quedan tan tristes cuando tú te alejas de ellos? Porque
en tí han encontrado la verdad.
Aunque hay muchos que no te
comprenden, aunque hay muchos que te rechazan, en tí hay un amor
muy grande y puro, hijo mío, un amor que no engaña, un amor que se
mantiene firme hasta el final.
Ese eres tú, hijo mío:
El GUERRERO BLANCO del Dios Yahvé.
La tristeza invade tu corazón, hijo mío, aunque por fuera tu
rostro esté alegre, tu corazón siempre está triste. Eres fuerte y
sabes luchar contra los enemigos del alma: Satán y el mundo; aún
Satán no te ha podido derrotar porque tú eres muy fuerte, y nunca
podrá nadie derrotarte, porque Dios está delante de tí.
«¡Pobres de aquéllos que un día se
rieron de lo que Yo hablé y de lo que aún hablo! Porque aquéllos que rieron de mis
palabras, pronto tendrán que llorar, porque la fuerza del Guerrero invadirá el mundo, rechazando así la maldad.»
Tú eres la justicia hijo mío...
Padre Eterno:
Mi Justicia.
La Madre: La
justicia de Dios:
"Donde haya odio, tú sembrarás
el amor; donde haya guerra, tú sembrarás la Paz; donde haya
lágrimas, tú dejarás la sonrisa; donde haya tristeza, tú
sembrarás la alegría. Pero siempre, siempre quedará en tí lo que
ellos rechazaron: El dolor del
mundo. Ese eres tú, hijo mío.
Y hoy Yo he venido a hablar de tí, porque muy pronto tendrás
que hablar tú, de tí mismo. Aunque eres fuerte, tú sigues
sufriendo por el mundo.
La vida pasada, hijo mío, dejó marcas en
tu corazón; marcas que el día 25 (1),
tú dirás cuáles son esas marcas. Eres tan grande
hijo mío..., ¡cuántas veces sonríes para mí, cuántas veces lloras
para mí, cuántas veces rezas para mí...!
Y todo con tu gran amor,
eres tan grande. Aunque
yo diga que eres tan grande, tú nunca quieres ser más que los
demás, y demuestras que eres más pequeño; eso te hace ser
tan grande: "Que tú no quieres ser más que nadie, quieres ser
el mismo que fuiste en un día, y serás en otro".
Hijo mío: Pronto dejarás de llorar por el mundo como Yo. Y
almas como tú os uniréis en amor formando una gran familia; almas
que saben comprender, que vivieron en tu vida pasada, y almas que
vivís ahora comprenderéis todas mis palabras, y las de vuestro
maestro, el Gran Guerrero, mi pequeña alma.
Tu alma es fuerte en el mundo, eres el más grande entre todos, y
todos ellos te tienen como un niño, y tu mente supera la de un
niño y a la vez la de un adulto.
Ese eres tú, hijo mío.
Quiero que este mensaje quede gravado siempre en vosotros,
porque Yo ya he hablado de mi hijo, y aún no lo he dicho todo, él
es vuesto maestro; cuando no comprendáis nada, aquí le tenéis a
él: Humilde, sencillo.
Pero quiero
deciros que su poder está en las almas, en su
corazón. El no hace curaciones,
él solo salva vuestras almas y engrandece vuestros corazones, y os
arrima más a Mí. Ese es mi hijo, ese es vuestro maestro,
vuestro pequeño y gran maestro; queredle,
queredle mucho, porque él también os quiere a vosotros.
Que este mensaje
no permanezca quieto, hijo mío, muchas almas comprenderán quién eres tú.
Padre Eterno:
Porque aún no lo saben.
La Madre:
Pedidme hijos míos.
PUBLICO: ¡Madre!
La Madre:
¡Díme!
PUBLICO:
Lo que Dios Padre hizo con el corazón del
Gran Guerrero, ¿sucedió en el momento de su nacimiento, o a las
poquitas horas de nacer?
La Madre:
Sucedió a las pocas horas, hija mía, pero él ya era grande. Seguid
pidiendo.
PUBLICO: ¡Madre!
La Madre:
¡Díme!
PUBLICO: Lo que dijiste ayer, que el Gran Guerrero ya tenía un
alma en el mundo que le ayudase..., ¿es un alma humana Madre?
La Madre:
Un
alma humana que vivió en su tiempo, y sabrá comprender igual que
Yo, que soy su Madre Celestial, igual que tú que eres su madre
terrena.
Ese alma es humana y vivió en su tiempo, igual que
tantos, pero no penséis mal con lo que Yo os digo, porque Yo lo
que digo, siempre se cumple.
Solo quiero que sepáis comprenderme, y que nunca penséis mal
en mis palabras, porque Yo sé todo lo que pensáis y me entristezco
mucho cuando confundís mis palabras. Seguid pidiendo.
PUBLICO: ¡Madre!
La Madre:
¡Díme!
PUBLICO: Por la conversión de todos los pecadores del mundo, que
se conviertan todos los incrédulos Madre.
La Madre:
No
te preocupes, hija mía, pronto verán la luz. Ahora, Yo os
pediré a vosotros:
«Que no os olvidéis de Mí nunca. Que
estéis siempre en oración, pensando en vuestra Madre y en vuestro
Padre, y en vuestro Maestro, Jesús de Nazaret y en el Gran
Guerrero Blanco.»
Os pediré también:
«Que no confundáis mis palabras. Que no escuchéis a
aquéllos que hablan mal de vuestra Madre, porque vosotros mismos
seréis confundidos. Que seáis fuertes y que os fijéis en el
Guerrero.
Sed como él, porque él hace feliz a vuestro Dios. Hacedle
vosotros también feliz a vuestro Padre Celestial, que tanto cariño
os tiene.»
Nunca me he
olvidado de vosotros hijos míos. En mi vida pasada en el
mundo, Yo también sabía que debía de sufrir mucho con vuestros
errores y nunca me he cansado de llorar por mis hijos, y nunca me
cansaré, porque sois míos..., ¡míos! Y vuestras almas me
pertenecen.
Por eso Yo os pido que no
os olvidéis nunca de vuestra MADRE..., que soy Yo, ni de vuestro
PADRE, ni de vuestro MAESTRO Jesus de Nazaret, ni de vuestro "Gran
Guerrero Blanco" de Dios. ¡Seguid pidiendo!
PUBLICO: (No se entiende lo que dice. )
La Madre: No
te preocupes, hijo mío, aunque me hayas conocido tarde,
alégrate...
Padre Eterno:
Porque nos has conocido.
La Madre:
Llega la hora de marcharme, pero no os preocupéis, Yo siempre
estoy con vosotros, desde otro mundo, queridos hijos, vuestra
Madre, que soy Yo, se preocupa de vosotros. Adiós hijos míos.
PUBLICO: Adiós Madre.
La Madre:
«Y no os
olvidéis nunca de este Mensaje tan especial e importante.»
Padre Eterno:
Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Padre.
El Maestro: Adiós
hijos.
PUBLICO: Adiós Maestro.
El Hermano:
Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
El Hermano:
Que la Paz del Señor Yahvé, ELOHIM, y la fuerza del Gran Guerrero,
prícipe de las almas, maestro vuestro, quede en vuestros
corazones.
PUBLICO: Y con tu Espíritu Hermano.
El Hermano:
Ave María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
El Hermano:
Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano. _____
(1) 25 de Julio, día de Santiago
Apóstol, Patrón de España;
(en
España ya no es día festivo.) |